Decía Galdós que, en España, lo previsto no ocurre jamás porque somos el país de los imprevistos, el país de las improvisaciones. Un país en el que siempre impera la ley de Murphy y en el que las cosas no salen mal, sino peor. Lo hemos visto estos últimos días. Ha pasado ya una semana de la tragedia de Valencia y aun no somos capaces de analizar serenamente la situación porque no solo se han desbordado los ríos y las ramblas, sembrando de muertos los campos y los pueblos, sino que se han desbordado los sentimientos que estaban contenidos por diques demasiado endebles, que se han derribado con el primer soplo de viento. Sentimientos interinos que han ocupado las plazas... Ver Más
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