Lo que nunca deberías decir a tu jefe si quieres contarle un problema y que se resuelva

Cuando surge un problema en el trabajo, la manera en que se aborda con el jefe puede marcar una gran diferencia. Matt Markman, profesor de psicología y experto en gestión de situaciones laborales, destaca en un reciente artículo publicado en Fast & Company que la proactividad y la preparación son esenciales al tener estas conversaciones. Sin embargo, hay ciertos errores que deberían evitarse a toda costa para asegurar un diálogo productivo y mantener la confianza y la credibilidad.

Uno de los primeros fallos es no proporcionar suficiente información de contexto antes de la reunión. Al enfrentarse a una situación compleja, es recomendable enviar un resumen previo sobre el problema y sus posibles consecuencias. Esto permite que el jefe pueda asimilar la situación y llegar más preparado, lo que facilita un diálogo más calmado y efectivo. Markman sugiere que, sin este paso, la conversación podría estar dominada por reacciones emocionales iniciales.

Asumir la propia responsabilidad también es crucial. Si el problema está relacionado de alguna manera con acciones propias o del equipo, es importante admitirlo de forma clara y directa. Tratar de minimizar la implicación personal en el problema puede dañar la credibilidad. Para Markman, “es difícil admitir errores, especialmente al inicio de la carrera, pero hacerlo puede ganar la confianza de un jefe y fomentar un entorno donde los errores se solucionan de manera efectiva”.

Cuando el jefe señala áreas de mejora en la gestión del problema, es mejor escucharlo y evitar un intercambio argumentativo

Otro error es suponer intenciones ajenas. Cuando otras personas están involucradas, conviene ceñirse a los hechos y evitar hacer conjeturas sobre las motivaciones de los demás. “Es improbable conocer los motivos reales de alguien, y especular sobre ello puede llevar la conversación por un camino conflictivo”, explica Markman. También resulta problemático suponer que se conoce toda la situación. Las organizaciones suelen tener niveles de información a los que no todos los empleados tienen acceso, por lo que comunicar únicamente los hechos y permitir que el jefe complete la información es una estrategia más sensata.

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Finalmente, caer en discusiones defensivas puede complicar la relación con el jefe. Cuando este señala áreas de mejora en la gestión del problema, es mejor escucharlo y evitar un intercambio argumentativo. Markman destaca que “defenderse instintivamente puede hacer que un jefe perciba resistencia al aprendizaje y a la mejora”, lo cual puede frenar futuras oportunidades de desarrollo profesional.

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