'Los años nuevos': Sorogoyen entierra el amor romántico

"Mírame/ si en segundos ya habrá transcurrido un año más/ y truenan latidos cuando el corazón es un motor mortal/ y entre espasmos tú sigues corriéndote/ es el mundo echándose a temblar/ son las bombas que no dejarán en pie/ nada de lo miserable y vertical/ son las bombas que provocan el temblor/ un temblor que es placer/ y anula todo el horror/ cuanto media entre miedo y amor" resume Nacho Vegas en Los años nuevos, uno de los temas que ha compuesto para la banda sonora de la última serie -¿serie?- de Rodrigo Sorogoyen, cocreada por Sara Cano y Paula Fabra. Los años nuevos es una serie y no lo es. Está dividida en capítulos -diez-, pero también en bloques -dos-, aunque las condiciones idóneas para su visionado pasan por abrazar del tirón sus siete horas y media de duración. Porque Los años nuevos hablan del paso del tiempo y en ella la ficción imita el tiempo real, pero también lo estira, lo encoge, lo retuerce, lo disipa y sobre todo, le dota del peso atómico de todas las historias de amor que alguna vez existieron... y que existirán. Ante la improbabilidad de un público entregado a la pantalla y la imposibilidad de ocupar las salas durante casi ocho horas, Los años nuevos se estrena en dos bloques, primero en cine y después en plataforma: este 15 de noviembre llega la primera parte a las salas (el 28 en Movistar+) y el 29 la segunda parte (el 12 de diciembre en Movistar+).

Tráiler de 'Los años nuevos'

El tiempo pasa y el tiempo pesa, y la mejor manera de tomar consciencia de ello es elegir un punto estático como referencia; así lo entendió Richard Linklater en su trilogía Antes de... (1995, 2004, 2013), también Marco Tullio Giordana en La mejor juventud (2003) y así lo ha entendido Sorogoyen en Los años nuevos: nada más inamovible que el instante en el que una pareja se conoce, cuando el tiempo queda suspendido. Y sobre todo en Nochevieja, el momento de hacer balance, un ejercicio agridulce lleno de expectativas y decepciones. Los años nuevos arranca en la Nochevieja de 2015, cuando Ana (Iria del Río) y Óscar (Francesco Carril) se conocen en un taxi, camino de una fiesta. Y ya de arranque aparece el azar, ese elemento de disrupción de una vida que creemos dirigir, pero cuyos puntos de giro vienen dados muchas veces por la casualidad o el subconsciente. Tantas son las variables que el amor, una relación de verdad, una de esas de toda la vida, se presume imposible. Primero, además, hay que dar con el catalizador que inicia la reacción en cadena: acudir a esa fiesta, tomar ese taxi, captar esa mirada furtiva que da pie a la conversación que da pie al beso que da pie al polvo que da pie a todo lo demás.

Sorogoyen regresa a sus raíces de radiógrafo emocional de la pareja -recordemos Stockholm (2013), la película que lo lanzó como director- con un retrato generacional que pivota alrededor de la pareja protagonista y las diez nocheviejas que suceden a ese primer encuentro. Y esta vez lo hace una ambición en las antípodas de sus últimos trabajos, más directos, más frontales; aquí, en su búsqueda del mimetismo con la realidad, los caminos son más esquivos y serpenteantes, más sutiles, cuando en las conversaciones aparentemente banales, en las situaciones faltas de épica o de trascendencia subyace todo lo celebratorio y lo tortuoso del amor y de la vida. En la dirección, junto a Sorogoyen, Sandra Romero -que estrena el 29 de noviembre Por donde pasa el silencio, su ópera prima- y David Martín de los Santos; en el guion también han contado con las manos de Antonio Rojano y Marina Rodríguez Colás.

Una Nochevieja más en esta historia de amor. (Movistar )

Sorogoyen, de sus protagonistas, ha elegido el transcurso de la década de los treinta a los cuarenta años, cuando, en teoría, queda determinado -o no- el camino vital de una persona. Y ha elegido la generación -la suya y la de las guionistas- que desde la crisis del 2008 estrena y arrastra todas las incertidumbres de la nueva adultez, aquella de los cimientos fundamentales tambaleantes, la que cuestiona -por rebeldía o por necesidad- la estabilidad laboral, la hipoteca a veinticinco años y la familia numerosa. Él, Óscar, es médico internista. Ella, Ana, estudió Periodismo, es camarera y luego será muchas cosas más, y quiere marcharse a Canadá, harta de esperar un golpe de suerte que la coloque en la vida. O no. Porque lo quiere todo y no quiere nada o no sabe lo que quiere. Y en medio de Óscar y Ana estamos todos los demás.

Porque Los años nuevos es una obra generacional, en la que se cuelan casi imperceptiblemente todas las idiosincrasias millennials. Los diálogos nunca empujan hasta el foco el contexto sociopolítico, porque lo importante es la historia de amor de sus protagonistas, pero en la periferia asoma la evolución de un contexto que nace en el fragor del 15-M, que sufre una pandemia mundial y que, por ejemplo, ha establecido el consumo de drogas como una forma de evasión más. A su alrededor, todo tipo de parejas con sus códigos y sus particularidades: sus padres, los vecinos, los camareros que atienden en un bar, los alemanes que se cruzan en una tienda de ropa...

Pasan diez años entre el primer y el último capítulo. (Movistar )

Nos encontramos ante el que es, de momento, el trabajo más ambicioso de Sorogoyen, no ya por su envergadura, sino por lo absolutamente pulido de su trabajo actoral, de guión y de puesta en escena. Si la tendencia actual de cierta ficción es la representación más realista posible, Los años nuevos son el paradigma de la naturalidad. Y es más difícil esconder los engranajes que evidenciarlos. Y la sensación, casi impúdica, es la de entrometerse en la intimidad de dos personas reales, que existen aquí y ahora y dentro y fuera de la pantalla y en las elipsis y que ahora mismo pasean por una calle cualquiera de Madrid. No son personajes, son personas. Y si el cine es el intento último de llegar a la verdad a través de la mentira, Los años nuevos exuda verdad en casa decisión artística.

Y no deja de sorprender; se anticipa al espectador y juega con él hasta dejarlo hecho una marioneta. Los años nuevos consigue un equilibrio difícil en un tono que empieza ligero, lúdico y joven y se va densificando a medida que trascurren los acontecimientos que van cambiando la vida de los protagonistas por fuera y a los protagonistas por dentro. Incluso las formas de tocarse, de hacer el amor van modificándose con la evolución de la relación, desde la torpeza del primer encuentro, la fogosidad de los siguientes a la necesidad de agarrarse a la piel del otro cuando las circunstancias les hacen conscientes de la propia mortalidad. Pocas veces se ha visto en el cine español un sexo mejor rodado -y pensado- que el de Los años nuevos. Y el humor irrumpe en el drama y viceversa, siempre sorprendente, nunca excesivo.

Todo parece sencillo, pero todo está atravesado de un concepto férreo y un estudio de las relaciones de pareja, sí, pero también de las relaciones con nosotros mismos y con nuestras perspectivas. Cómo el futuro queda determinado por una concatenación de decisiones, algunas más conscientes, otras menos, pero en las que probablemente no rijan las certezas.

Una visita a un museo en 'Los años nuevos'. (Movistar )

El de Ana es el papel que cambiará la carrera de Iria del Río. Trabajadora incansable de series diarias y películas más bien independientes, al igual que su personaje, Del Río no fue consciente en Antidisturbios (2020) que aquel papel secundario acabaría abriéndole las puertas de lo que esté por venir. Magnética y carismática, Del Río no interpreta, simplemente es. Y arrolla y conmueve y nos conduce a través de una aventura extraña y zigzageante hacia la reivindicación de sí misma.

Francesco Carril, colaborador habitual de Jonás Trueba, también es. Su Óscar, desconfiado desde que, cuando era pequeño, sus padres ocultaron durante dos años su divorcio, necesita el motor de Ana para atreverse a seguir en movimiento, a no quedarse parado. Los padres, los amigos, los personajes secundarios, todo un casting y un trabajo actoral que convierte Los años nuevos en una serie punto de inflexión en la ficción española, en la vida de quienes han trabajado en ella y de quienes, a través de la pantalla, conseguimos mirarnos más adentro.

elconfidencial.com

Leer artículo completo sobre: elconfidencial.com

Noticias no leídas