Los «catalizadores» de la investigación en salud

Una década después de que el Instituto Biosanitario de Salamanca echase a andar y vistos los resultados cosechados –ha sido acreditado recientemente por tercera vez –, Castilla y León ha decidido redoblar su apuesta por estas infraestructuras como «catalizadores» de la investigación e innovación en salud en la Comunidad y crear otros tres. Un «paraguas» que permitirá que los profesionales sanitarios que prestan asistencia, pero que, además, quieren desarrollar su faceta en el laboratorio puedan hacerlo con red y con un soporte tanto de gestión como de trámites burocráticos. El «reto» es, según ha indicado la directora general que se encarga de este área dentro de la Consejería, Sonia Martín , poder «duplicar» la masa crítica de investigadores «consolidados» y pasar así de 1.000 a 2.000, tal y como recoge la estrategia que marcará los pasos en la indagación sanitaria hasta 2027. Y es que en Castilla y León hay 25.000 potenciales trabajadores con formación académica en el ámbito de la Sanidad que podrían dedicar también parte de su tiempo a estudiar avances terapéuticos y tecnológicos que redunden finalmente en la mejora de los pacientes y en atajar determinadas enfermedades. Se abre el abanico a Atención Primaria, pero, además, a aquellas disciplinas no meramente sanitarias que pueden aportar, y mucho, al ámbito de la salud, como son las ingenierías. Incluidas estarán además las universidades para que confluyan las áreas más prácticas con la del conocimiento y que los clínicos «aprovechen» la investigación básica para desarrollar proyectos o estudios clínicos. En eso, precisamente, se centrarán los tres nuevos institutos biosanitarios de Castilla y León, ubicados en Valladolid, León y Burgos . Estructuras cuyo despliegue y rodaje comenzará en esta legislatura, pero que requerirán de al menos «una década» para consolidar resultados acreditados, «de calidad» o «excelencia». Es, por tanto, una carrera de fondo para poner en funcionamiento la maquinaria, indica Martín, animar a los profesionales a participar, dar soporte a los grupos consolidados y emergentes que ya funcionan y ayudar a conseguir financiación de proyectos nacionales e internacionales, así como ponerles en contacto con la esfera privada para impulsar la explotación y la comercialización de los resultados. Eso sin «olvidarse» de la investigación en «áreas más novedosas como la precisión o las terapias avanzadas» y colectivos más vulnerables y quizá más minoritarios como son las enfermedades raras. Lo harán, además, «en red» y de «forma coordinada», también con la colaboración del Instituto de Ciencias de la Salud de Soria , para poder compartir los resultados y que puedan «escalar» de lo más local a lo autonómico. De forma que los resultados que se cosechen en un punto de la Comunidad pueda llegar también al resto y de que, por ejemplo, en los ensayos clínicos puedan participar pacientes de todo el territorio. El de Valladolid (IbioVall) despegó el pasado mes de octubre en las instalaciones del Edificio Rondilla del Hospital Clínico de la capital. Ya tiene aprobada su estructura orgánica y 74 grupos de investigación interesados en estar dentro –aunque seguirán perteneciendo a sus respectivas instituciones–. En este caso, se centrará especialmente en el área de biotecnología, aprovechando «las potentes» titulaciones que tienen sus facultades de ingeniería. En el caso de León, Junta y Universidad firmaron el acuerdo de colaboración el pasado mes de abril para que eche a andar una infraestructura que estará en el complejo asistencial de la capital leonesa y que incluye a la comarca del Bierzo. El IBioLEÓN apostará por el enfoque One Health, explicó Martín, debido a que una de las bazas más importantes de su universidad son sus enseñanzas de veterinaria y las vinculadas al medio ambiente. Ya hay 54 grupos de investigación interesados en participar. Por último, el de Burgos se pondrá en marcha en 2025, junto con los hospitales de Aranda de Duero y Miranda de Ebro, centrado, en este caso, en la importancia de la industria 4.0 en la provincia. Todos ellos se unirán al Ibsal, el instituto de Salamanca, especializado en áreas como el cáncer, la oncohematología o la cardiología, que ha sido «reacreditado» por segunda vez recientemente, con «auditorías» cada vez «más exigentes» que miden el posicionamiento internacional –estas infraestructuras deberán estrechar lazos con grupos de otros países– y la traslación de los resultados al paciente final, «algo en lo que Salamanca ha conseguido casi al cien por cien». Todos ellos buscarán incrementar una producción científica que ya tiene «buenos resultados» en Castilla y León y buscar patentes y ensayos clínicos que den solución a «problemas reales». «No es tanto la cantidad, como la calidad», concluye Martín.

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