Siempre que aparecen problemas con los controles de dopaje por sorpresa hay que manejar dos hipótesis. O el deportista se está dopando o es un desastre. O tramposo o descuidado. No hay más. Es así de sencillo. Los controles sin aviso arrancaron hace tres décadas, justo después del maldito estanozolol de Ben Johnson. Seúl. Juegos de 1988. Desde entonces, los tests antidopaje han ido evolucionando y perfeccionando su diseño y funcionamiento. Pero siempre aparecen dudas en los casos 'fallidos', los no presentados, cuando el deportista no está donde dice que va a estar. Porque son 'positivos sin positivo', dopajes sin pruebas, sospechas elevadas sin la prueba determinante: la sustancia prohibida en sangre u orina. El caso Jordan es extraño. Presenta... Ver Más
abc.es