Los neonazis de Núcleo Nacional «son lo más parecido a un grupo paramilitar»

Hace dos noches, el martes 12 de noviembre, apenas una cincuentena de personas, la mayoría de edad avanzada, protestaba en la puerta de una parroquia de la calle de Ferraz con banderas preconstitucionales e insultos al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Un crespón negro sobre la rojigualda era la única referencia de la DANA que ha arrasado parte de Valencia y Castilla-La Mancha. Lo demás, improperios de todo tipo contra la clase política. Solo tres días antes, el panorama era mucho más numeroso. Hasta 2.000 personas, explican fuentes policiales, acudieron a manifestarse desde la plaza de España hacia la sede nacional del PSOE, en la cercana calle de Ferraz. Era una convocatoria comunicada en tiempo y forma por parte de Núcleo Nacional (NN) a la Delegación del Gobierno en Madrid, que no pudo suspenderla. La estimación de esta nueva entidad neonazi (que ahora cumple un año y que entonces se llamaba Noviembre Nacional) era de 1.500 asistentes, con el lema 'Por la pluralidad política'. Un oxímoron para la masa de individuos embozados que pasaron toda la noche coreando mano en alto «¡Hitler, Hitler, Hitler!» y el 'Cara al sol', entre otros gritos. Los investigadores consideran a NN, en estos momentos, la más agresiva y activa de las organizaciones ultraderechistas. Resulta escandaloso que esté desde hace tres meses inscrita en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior. Agentes destinados esa jornada a la manifestación, que acabó con apenas dos detenidos y un policía herido leve, asistieron a una demostración de violencia por parte de estos ultras como hacía tiempo que no se veía en la extrema derecha en la capital. «Son lo más parecido a un grupo paramilitar. Es gente organizada y que se entrena para la guerrilla urbana», explica a ABC un agente muy bregado en muchos tipos de disturbios y que niega consignas políticas en el desempeño de los policías de ese operativo. Cuentan desde NN y otras entidades gemelas, como Facta España, con «gimnasios y locales donde se juntan para practicar artes marciales mixtas, boxeo» y todo tipo de técnicas de ataque, y no como deportes o legítima defensa personal. Por ejemplo, en el Rincón Hispánico, de la calle de Andrés Mellado (Chamberí). El grueso de sus 'militantes' está en la treintena de años y hacen ostentación de una musculatura importante. Son armarios empotrados que también quedan en espacios al aire libre pero discretos a la vista de la gente de a pie para entrenarse en el uso de la fuerza bruta. La Fiscalía acaba de solicitar cuatro años de prisión para el portavoz de Facta, Carlos San Frutos, por el delito de atentado durante la protesta ilegal de Noviembre Nacional de hace un año, en el mismo escenario. Desde agosto de 2024, están inscritos en el Registro Nacional de Asociaciones del Ministerio del Interior. Entre sus bases 'ideológicas' propugnan, en principio, una defensa de la unidad de España y sus fronteras, el fomento de la natalidad, promover núcleos familiares tradicionales o el «proteger nuestra raza y cultura». «Expresan su odio hacia lo que ellos denominan como 'el mundo moderno', realzando valores e ideas clásicos», explican expertos policiales. Es decir, van contra los inmigrantes, personas LGTBI, izquierdistas, el cambio climático, son antisemitas, consideran el Covid una «plandemia» y el Holocausto una ensoñación que, de haber existido según ellos, era necesaria. Ahora intentan limpiar su imagen con supuestas ayudas a los afectados por la DANA («gota fría», la llaman ellos) de Valencia. Su círculo más duro lo conforman gente de Skin Moncloa, Democracia Nacional, las antiguas Juventudes Canillejas, Outlaw (la facción más violenta de Ultras Sur)… Sus fundadores y caras más visibles son Enrique Lemus, un historiador vinculado a DN; el 'streamer' apodado El Gallego Despotricando; el escritor y colaborador en algunas webs Carlos Paz, o Alberto Gonzalo de Juan, líder del grupo musical radical Pugilato, quien ya fue condenado a un año de prisión junto a Eduardo Clavero, de la banda Batallón de Castigo, tras un concierto. Muchos de sus correligionarios provienen de los ya extintos Bastión Frontal y Hogar Social Madrid. Desde un principio, los alrededor de 240 agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP) desplazados en Ferraz el sábado pasado eran más que suficientes («Se podría haber cubierto con menos efectivos», inciden quienes allí estuvieron) y ya esperaban que aquello acabara con cargas: «Desde el principio supimos que no venían de manera pacífica. Se pudo oír cómo comentaban: 'Vamos a ir guardando las banderas, que en dos minutos va a empezar la fiesta'». Y así fue. El cordón de seguridad evitó que se acercaran a más de 140 metros de la sede socialista, pero la trifulca en Ferraz y alrededores estalló sobre las diez y media de la noche, con el lanzamiento de vallas. Como ya narró ABC, aunque los neonazis no llevaban armas convencionales, sí que rociaron con gas pimienta a ciudadanos y periodistas que se vieron sorprendidos por la marabunta y se refugiaron en un bar. «Además, utilizaron los mástiles de las banderas, botellas y piedras que pillaron de la calle para agredirnos», explica otro uniformado, que reconoce que es «un falso mito» que la ultraderecha no sea agresiva con los Cuerpos de Seguridad: «Siempre nos han odiado tanto o más que la extrema izquierda. Solo hay que ver lo que ocurre en muchos partidos de fútbol». De aquellas 2.000 personas, había entre 500 y 700 ajenas a los disturbios. Pero unas 1.300 o 1.500 eran de Núcleo Nacional o «simpatizaban con ellos, con cánticos y saludos fascistas, sin disimular en ningún momento lo que eran». Efectivamente, el 14 de abril pasado, cuando NN se constituyó en un acto en el Espacio Ardemáns, un local en la calle del mismo nombre, en La Guindalera (Salamanca), sus seguidores rondaban ya los 200. Eso sí, los expertos policiales en grupos violentos de ideología extrema hablan de medio centenar de miembros activos violentos. En sus inicios, se definían como «un nuevo movimiento patriota de sublevación civil», nacido al calor de la Ley de Amnistía. La conversión esta primavera en Núcleo Nacional buscaba unificar a todas las ideologías de ultraderecha nacionales (falangistas, franquistas, nacionalsocialistas…), indican en la Policía Nacional. Entonces comenzaron a moverse por redes sociales (la propia organización y sus integrantes más destacados cuentan con web, grupos de Telegram, perfiles en X, Instagram) y realizan proselitismo a todo aquel que fuera consciente de la «destrucción que estaba sufriendo la Nación».

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