Los tres traumas de Corea del Sur: diez años de accidentes y negligencias

El accidente de avión con el que se ha despertado esta mañana Corea del Sur es una cicatriz más en la piel de un país que está acostumbrado a los golpes en la última década. Si hace apenas unas semanas el ya depuesto expresidente Yoon Suk Yeol ponía de los nervios al país al declarar la ley marcial, desatando las protestas de los ciudadanos, la explosión de una aeronave de Jeju Air en Muan ha supuesto el broche negro a un mes de diciembre del que los coreanos quieren pasar página cuanto antes.

Corea es una nación acostumbrada a la tragedia, que aún tiene muy presentes las masacres japonesas durante la ocupación y el trauma de la guerra posterior, que dividió al país en dos. Desde entonces, las tensiones entre los dos estados coreanos han provocado numerosos periodos de incertidumbre y situaciones de estrés diplomático. Los golpes de Estado, asesinatos, suicidios y detenciones de expresidentes han sido también la tónica habitual en los 80 años de historia del país.

En los últimos años, a los surcoreanos les ha tocado enfrentarse también con las muertes provocadas por accidentes y errores humanos. En especial, la generación Z de la nación asiática, de la que formaban parte muchas de las víctimas de tres grandes tragedias recientes.

Hundimiento del MV Sewol

El 16 de abril de 2014, el ferry MV Sewol partió de Incheon hacia la isla de Jeju. A bordo, entre otros pasajeros, viajaban 325 estudiantes del instituto Danwon High School que realizaban una excursión escolar. Según narraron algunos de los supervivientes, cerca de las 9 de la mañana, un fuerte golpe se escuchó en la embarcación, seguido de un mensaje de megafonía que pedía mantener la calma y esperar al rescate. Pocos segundos después, los pasillos del ferry comenzaron a llenarse de agua, sembrando el pánico entre los viajeros.

"El ferry empezó a inclinarse mientras se hundía y los contenedores caían al mar. Fue cuando me di cuenta de que se iba a volcar", explicaba el tripulante Eun-su Choi, a la BBC. Algunos de los pasajeros, como la adolescente Cho Mun-jeong, saltaron al agua con la esperanza de llegar a nado a la costa. "Pensé que iba a morir", recuerda Cho. Ella sobrevivió, pero una de sus amigas, que se lanzó al mar junto a ella, nunca consiguió llegar a tierra.

En total, 304 personas perdieron la vida en ese ferry, de los que 250 eran estudiantes del instituto. 12 profesores murieron también aquel día. De los 172 sobrevivientes, más de la mitad fueron rescatados por barcos pesqueros y otras embarcaciones comerciales que llegaron al lugar unos 40 minutos antes que la Guardia Costera.

La madre de una de las víctimas llorando en el homenaje por los 10 años del accidente del Sewol. (Reuters/ Kim Hong-Ji)

Las imágenes del rescate del capitán, en ropa interior, mientras cientos de niños se ahogaban, quedaron en la memoria del país, que pidió responsabilidades penales y políticas por lo sucedido. La conmoción fue tan grande que, 11 días después de la tragedia, se produjo la dimisión del primer ministro Chung Hong-won, tras asumir la responsabilidad de la "mala gestión" del accidente. "Tras presenciar el dolor de los familiares de las víctimas y el enfado de la gente, creo que es mi deber asumir todas las responsabilidades y dimitir".

También hubo una condena penal para el capitán de la embarcación, Lee Joon-seok, sentenciado a cadena perpetua por asesinato. El tribunal consideró que su labor fue negligente y que tardó demasiado en dar la voz de alarma. Otros miembros de la tripulación sufrieron penas de entre 5 y 30 años de prisión. El dueño de la compañía propietaria del ferry, el millonario Yoo Byung-eun, se suicidó después de huir de la justicia.

En abril de este año, el Korea Herald habló con algunos de los jóvenes supervivientes del suceso: "Hasta que tuve 20 años, mi ansiedad y fobia social fueron terribles. No hacía actividades al aire libre porque tenía miedo de que algo me pasara. Con la ayuda de activistas que me animaron a interactuar con ellos y trabajar, logré reinsertarme en la sociedad", explicaba una de ellas. Fue precisamente una nueva tragedia en el país, la sucedida el 29 de octubrede 2022, la que las animó a contar su trauma.

Avalancha en Itaewon

La calle más popular para salir de fiesta en Seúl estaba llena a rebosar aquella noche previa a la fiesta de Halloween. "Hacia las 10 de la noche estaba claro que había demasiada gente y algo ya estaba pasando en ese momento. Había decenas de miles de personas, la mayor cantidad que he visto en mi vida", explicaba a la BBC uno de los supervivientes.

"Había muchas personas, hasta el punto que nos aplastaron en el pavimento. En ese momento pudimos escuchar muchos bomberos, ambulancias y policías tratando de atravesar la multitud. Nadie entendía realmente lo que estaba pasando, pero ya había varios agentes desesperadamente pidiendo a la gente que abandonara la zona lo antes posible".

La acumulación de cientos de personas en un estrecho callejón del barrio de Itaewon que conduce a una calle peatonal llena de bares y que está junto a una salida de metro que ese día se saturó provocó una avalancha que dejó 159 muertos, la mayoría mujeres entre los 20 y los 30 años. Una vez más, la juventud surcoreana enfrentaba un trauma colectivo.

Protestas contra el gobierno de las víctimas de Itaewon. (Reuters/Kim Hong-Ji)

"Había gritos por todos lados. Entre la multitud se oían lamentos pidiendo ayuda. 'No quiero morir'", contaba un año después Lee Ju-hyun, una de las jóvenes que logró salvar la vida.

Park Jin-sung estaba visitando Seúl con su madre y su hermana pequeña cuando decidieron echar un ojo a las celebraciones de Halloween en Itaewon. De repente, se vieron atrapados entre la multitud. Park presenció como su hermana quedaba presa, en un momento en el que él y su madre habían quedado rezagados. En un visto y no visto, ella salió de su campo de visión y ya no volvió a encontrarla.

Fueron a buscarla a varios hospitales de la capital, hasta que recibieron la llamada de la policía: "Entonces mi mundo se vino abajo". "Durante meses no era capaz de salir de casa, tenía mucho miedo por la noche. Cualquier sonido me dejaba paralizado". Tanto él como su madre dejaron de trabajar.

La clase de los estudiantes fallecidos en Sewol. (Reuters/Kim Hong-Ji)

Tanto la alcaldesa como el jefe del dispositivo de seguridad aquella noche fueron acusados de negligencia mayor y procesados por lo sucedido. El jefe de policía fue finalmente sentenciado a tres años de cárcel por los hechos, aunque el resto de encausados fueron finalmente absueltos.

“Todo lo relacionado con la tragedia de Itaewon me sonaba muy familiar, desde las reacciones de las víctimas hasta la negligencia de las autoridades", recordaba entonces una de las supervivientes del Sewol.

"Una nación que olvida su pasado no tiene futuro. Tenemos que identificar y recordar lo que ha sucedido en otras tragedias para prevenir otras nuevas". Quizás el accidente de avión pueda dar nuevas lecciones para permitir que Corea salga de esta espiral de accidentes mortales.

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