Más allá de Gisèle Pelicot: esta película sobre los abusos machistas no podría haberse estrenado en mejor momento

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Con el reciente caso de Gisèle Pelicot en los medios de comunicación, es complicado no establecer paralelismos entre la vida real y la nueva película de Valerie Donzelli, directora francesa responsable de títulos como Declaración de guerra. En esta oportunidad, adapta el relato original de Éric Reinhardt, El amor y los bosques, para retratar, con la ayuda de Audrey Diwan (responsable de la película El acontecimiento) en el guion, el abuso machista dentro del ámbito de una pareja, ofreciendo una mirada directa y sin adornos a la devastación que el control y los celos pueden causar en una relación.

Protagonizada por Virginie Efira, que interpreta tanto a la víctima Blanche como a su suspicaz hermana gemela, y por un temido Melvil Paupaud, la película muestra de manera inquietante cómo la vida de la ilusionada recién casada se va deteriorando, mientras los espectadores son testigos de una transformación dolorosa y progresiva que destroza cualquier atisbo de felicidad que la pareja había experimentado en sus comienzos.

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La historia se inicia con un tono cálido y esperanzador, rodada en analógico, mostrando la etapa inicial del romance como un momento de ensueño. Los momentos compartidos reflejan la ilusión y la alegría del amor, con escenas filmadas que irradian luz y optimismo. Sin embargo, esa apariencia idílica se va desvaneciendo a medida que la relación entre una profesora y un banquero avanza, y el lado oscuro del marido emerge de forma inquietante.

Primero, llega el aislamiento. Después, la manipulación psicológica, la luz de gas y la desconfianza. Finalmente, la agresividad y la represión. La tensión aumenta y el amor se convierte en posesión. Y es que el relato no puede dejar de ilustrar ciertos lugares comunes sobre la violencia de género, que ya podrían ser visto en muchas otras producciones, pero que aquí manejan a la perfección dos instituciones actoreales como Efira y Paupaud.

Donzelli da a entender por qué es tan complicado salir del círculo de la toxicidad

El guion y la dirección permiten explorar de manera íntima el proceso de sometimiento que sufre la protagonista, en la que la psicología juega una baza importante. La cinta logra que el público se sitúe en la piel de la víctima al presenciar cada una de las secuencias domésticas por las que pasa la encarcelada madre de dos hijos. Su identidad se va diluyendo, o más bien fusionando con la de su marido, quien acaba llevando la voz cantante.

Los personajes secundarios tienen un papel fundamental como red de apoyo para Blanche, pero también como evidencia que sabe distinguir lo correcto de lo que no lo es. Lejos de concienciar o de victimizar, con un montaje habilidoso y un ritmo frenético, Donzelli da a entender por qué es tan complicado salir del círculo de la toxicidad cuando el machismo y el control obsesivo invade cada espacio doméstico.

Tráiler de 'Solo para mí'. (Vercine)

La película lleva por título Solo para mí, y fue la ganadora del premio César al mejor guion adaptado, después de su paso por la Sección Oficial del Festival de Cannes. Ya estrenada en cines, la película llega en el mejor momento para reflexionar sobre la opresión machista intrínseca en la sociedad, mucho más allá de los espeluznantes casos personales que, realidad o ficción, puedan señalar.

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