Once atracadores con pasamontañas y armados hasta el cuello, un asalto en plena forja de la democracia y un motivo aún sin disipar. Así se forjó el asalto al Banco Central de la plaza de Catalunya, en Barcelona, uno de los atracos más impactantes y que al mismo tiempo quedó en el olvido rápidamente. El sábado 23 de mayo de 1981, un grupo armado entra en la sede y deja un mensaje una cabina telefónica: exigen la liberación del teniente coronel Antonio Tejero y de tres militares más, que se encuentran en prisión por su presunta implicación en el intento de golpe de Estado del 23-F, ocurrido exactamente tres meses antes. Si no se cumplía su demanda, los asaltantes amenazaban con volar el edificio con los rehenes dentro. El asunto cambió de un atraco a un asunto de estado en cuestión de segundos. Más de 300 rehenes y sin aparente forma de solventar este asunto. El resultado del asalto fue relativamente satisfactorio, ya que solo se produjo una víctima mortal, un herido y la fuga de uno de los asaltantes. Y aunque se desconocen los motivos reales por los que se produjo este asalto, Miguel Herrán se pone en la piel de uno de ellos para tratar de encontrar alguna respuesta más en 'Asalto al Banco Central' , la nueva serie de Netflix dirigida por Daniel Calparsoro que trata de reflejar todo lo que sucedió durante aquellas horas. Miguel Herrán, María Pedraza, Hovik Keuchkerian... Uno puede pensar que está de nuevo frente a 'La casa de papel'. Y aunque Herrán vuelve a los atracos, aquí lo hace de un modo radicalmente distinto porque el caos apremia en todo momento y es, en este caso, una historia real. «Tuve la suerte de conocer a mi personaje y adentrarme un poco en su historia, en los motivos... El misterio rodea por completo la historia, a día de hoy hay muchas preguntas que siguen sin respuesta y creo que es la clave de la serie», reconoce el actor a ABC. Uno de los elementos fundamentales de la serie es el contexto que rodea en todo momento a los atracadores. El suceso ocurre cuando en España comienza a nacer la democracia. Por un lado, hay ganas de libertad, pero al mismo tiempo hay miedo de todo lo que puede caer. « No creo que la ficción tenga un deber moral de hacer memoria histórica. Sí que creo que es bonito, que además de entretener, pueda poner en contexto y acercar a las nuevas generaciones asuntos que puedan parecerles lejanos. Por ejemplo, es bueno enseñar todo lo que hemos conseguido y por dónde hemos tenido que pasar para llegar hasta aquí, pero no creo que haya un deber moral de hacerlo», reconoce el actor. Aunque vuelve a los atracos, Miguel Herrán demuestra que nada tiene que ver este personaje con Río, su papel en 'La casa de papel'. «Creo que este es uno de los personajes más maduros que podría interpretar a hasta el día de hoy. T iene muchísimas aristas y matices. Podría tener una segunda parte. Cuando en la vida real este señor me ha contado todas las historias me quedaba embobado. Pocos personajes he podido interpretar en mi carrera que sean tan disfrutables y a la vez tan reales». El actor lleva diez años de carrera sobre sus espaldas y reconoce que este trabajo nada tiene que ver con otras series que ha hecho en el último tiempo. «No soy muy de valorar los proyectos que hago. No soy una persona que se eche flores, ni que se flores a los proyectos. Me cuesta bastante verme. No he visto ni 'La casa de papel' ni 'Élite'. A día de hoy sigo sin poder verlas porque no son el tipo de series ni personajes que me gustan. En cambio, esta sí, la he visto en una tarde».
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