La DANA que ha afectado a la provincia de Valencia ha reabierto el debate sobre el cambio climático y las consecuencias que tiene para la sociedad. En paralelo, y como sucede de un tiempo a esta parte, también han surgido voces negacionistas que aseguran que lo que ha pasado es algo normal. Para intentar poner mesura en el debate se necesita de una mayor divulgación. Con esta aspiración llega el libro ' No se trata de si es verde o no, sino de si elimina o reduce las emisiones '. Lo ha escrito Nemesio Fernández-Cuesta , ex secretario de Energía y exdirectivo de Repsol, y que pasa por ser uno de los grandes expertos en materia energética que hay en España. El libro no es apto para 'haters', ese grupo de personas que solo intenta tener comentarios negativos para todo. Basado en fundamentos técnicos, científicos y económicos, Fernández-Cuesta traza una línea sobre cómo debería ser la transición energética atendiendo a esas cuestiones . Y la clave es que lo hace sin estridencias ni buscando que algún bando coja el texto como bandera para atrincherarse en sus postulados. Se trata de una lectura muy completa para comprender cómo se puede compaginar el desarrollo social y, a su vez, reducir las emisiones contaminantes. En una charla con ABC —y aprovechando la actualidad—, Fernández-Cuesta recuerda que la reciente victoria de Donald Trump genera incógnitas en el mercado energético, entre otras cuestiones porque no se sabe qué hará con respecto al Acuerdo de París. Algo que se suma al final del contrato de tránsito de gas ruso que pasa por Ucrania. Demasiadas incertidumbres para una sociedad que demanda respuestas concretas. Pero eso es muy difícil. « Europa representa un 7% en las emisiones mundiales, ser el líder de la descarbonización no tiene sentido », explica Fernández-Cuesta. Asume que debe ser una responsabilidad de los países controlar las emisiones, pero que «esas pretensiones de liderazgo son muy complicadas de ejecutar. Incluso el objetivo de 2050 se puede sostener, pero los objetivos intermedios dependen de las tecnologías disponibles en cada momento». En el transcurso de la conversación surge una pregunta muy recurrente «¿quién paga la fiesta?». El autor del libro lo tiene claro: «Hay dinero para la transición energética siempre que se ofrezca rentabilidad para la inversión. Ahora hay dinero para fotovoltaica y eólica, porque es rentable; pero por ejemplo para baterías, ya no tanto». Y aquí la reflexión final es concreta: «La transición energética es un inmenso ejercicio de inversión». Otra clave en esta transición energética debería ser la neutralidad tecnológica. Esta fórmula pretende que haya una conjugación de elementos sin discriminar a ninguna materia prima siempre, eso sí, que se vayan consiguiendo los objetivos de reducción de emisiones. Fernández-Cuesta pone como ejemplo que « si cerramos las nucleares se necesita gas, y es más caro, porque las renovables todavía no están todavía preparadas para ocupar todo el mix », y expone otro de los mantras con los que llega el libro: «Hay un exceso de ideologización por todos los lados. Por un lado los que niegan el cambio climático; y en el otro extremo están los de que todo tiene que ser verde». En materia energética es muy complicado jugar con la bola de cristal. Los conflictos bélicos han demostrado que pueden poner todo patas arriba, y crear crisis de precios que afecten a la economía mundial. Por eso, es mejor no pronosticar, sino atender a lo que se necesita. «Lo que hay que hacer es invertir en desarrollo tecnológico», argumenta Fernández-Cuesta. Para acelerar en la reducción de emisiones no queda alternativa. Pero no todo es tan sencillo. « Los cambios tecnológicos solventarán los problemas, pero llegan cuando llegan, y será entonces cuando haya que poner las metas ». Hasta entonces, y de nuevo surge en la conversación, se debe trabajar con neutralidad tecnológica. Deberá ser el mercado el que regule la implantación, por ejemplo, de las baterías o el hidrógeno. Y en todo este contexto, la clave también será acceder a una buena información. «Se podría hacer mejor divulgación energética», algo que sería importante de cara a que la sociedad entienda todo lo que nos jugamos, pero sin trampas ni apriorismos.
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