En la 'Tribuna' anterior hice ver que las vocales no se «comen». Lo mismo cabe decir de las consonantes, mucho más numerosas. Para comprobar que las lenguas están, a la vez, doblemente articuladas, basta con observar, por ejemplo, las posibilidades combinatorias que se aprovechan al ir cambiando en una sencilla secuencia cualquiera de sus piezas: caCa, caDa, caGa, caMa, caÑa, caLa, caRa… Hablo de sonidos, no de letras. Sí, ya se sabe que en la escritura hay sonidos que se representan de varias maneras (casa, quien, kilo o gente y jinete), signos que no suenan (la /h/), etc. Pero los trastornos que ocasionaría cualquier intento de acabar con tales «desajustes» serían inasumibles. Y tampoco conviene olvidar los «beneficios» de mantener... Ver Más
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