Ni un ápice de dignidad

¡Cuánto debe de disfrutar Carles Puigdemont contemplando la humillación de Pedro Sánchez, postrado a sus pies hasta besar el suelo suizo por un personajillo interpuesto, suplicando siete votos esenciales para aprobar alguna ley! Esa disposición del caudillo socialista a dejarse vejar cuanto haga falta con tal de conseguir algo de oxígeno parlamentario no le otorga al prófugo la impunidad prometida con esa amnistía que deja fuera el enriquecimiento constatado por el juez Llarena, ni deshace la investidura de Illa al frente de la Generalitat, pero al menos brinda al líder de Junts la posibilidad de vengarse del trilero que lo engañó en esa partida entre tramposos jugada tras las generales. Considerando su situación personal y política, algún consuelo le proporcionará... Ver Más

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