La Carolina, en Jaén, nació en torno al convento de carmelitas llamado 'La Peñuela' del que tomó su nombre, en un primer momento, hasta que fue cambiado en honor de Carlos III. Cuenta la historia que Pablo de Olavide estableció la sede de su Intendencia en el convento de carmelitas, fundado en 1573 y refundado en el s. XVII, que contó con visitas y estancias de San Juan de la Cruz. La Carolina acabó por asumir la capitalidad de las Nuevas Poblaciones: cuarenta y cuatro pueblos y once ciudades en lugares yermos de La Parrilla y Sierra Morena. El Intendente, con el apoyo del rey Carlos III, fundó en esa aldea, donde se encontraba el convento, el municipio de La Carolina (nombre dado en honor al rey) como capital de las Nuevas Poblaciones de Sierra Morena, un proyecto orientado a repoblar toda la zona , despejarla de bandoleros, explotar mejor la tierra y generar riqueza. En definitiva, hacer más seguro el trayecto Cádiz-Madrid para viajeros y mercancías. Por ello, La Carolina es considerada como el mejor y más completo ejemplo de urbanismo español de la época de la Ilustración. Se observa un plano en cuadrícula, con grandes perspectivas y ejes axiales, salpicado con plazas circulares, rectangulares y poligonales, incorporando todos los recursos y avances del urbanismo barroco y neoclásico. Así se levantaron numerosas obras de interés público: iglesia, hospital, concejo, cárcel, hospital, jardines, destacando la variedad y originalidad de sus plazas. Destacando la plaza octogonal, la primera que se construyó en España, las dos plazas elípticas rodeadas de arquitectura doméstica de tiempos de la colonización o la plaza hexagonal, para la celebración de corridas de toros. En la capital de las Nuevas Poblaciones se creó toda una escenografía urbana con un eje que se dirige desde el paseo del Molino de Viento, donde se sitúan los dos monolitos de la fundación, hasta el Palacio del Intendente y la iglesia; y otro eje perpendicular a éste, marcado por la Plaza de las Delicias-calle Madrid-Plaza del Ayuntamiento. Hay quien ha subrayado que ese orden de calles perfectas, de racionalismo urbano, es una metáfora del origen alemán de sus ciudadanos. Por último, La Carolina se convirtió en uno de los centros más desarrollados desde el punto de vista industrial y económico. En 1775 existían fábricas de paños, seda, albornoces y barraganas, una fábrica de loza, dos de sombrer os , etc. Proceso que se acompañó de un resurgimiento de la actividad minera en la zona en el último cuarto del s. XVIII y que tuvo su cenit en el primer cuarto del s. XX.
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