Si algo ha demostrado la clase política esta semana es poca clase. Con el telón de fondo de la tragedia casi apocalíptica, podían haber buscado los réditos de la fotografía en el sitio adecuado o incluso una lagrimita de cocodrilo, pero se han empeñado además en mantener el trincherismo oportunista trasladando la confrontación al escenario dramático de la catástrofe. Al fango de la riada se le suma el fango de sus miserias. Lo sucedido en el Congreso tapó parcialmente lo que ocurrió en el Parlamento de Andalucía. Allí, el Gobierno consideró que sí había motivos para suspender la sesión de control pero curiosamente no el pleno posterior para colonizar, sin pudor, la televisión pública nacional, cambiando las reglas del juego... Ver Más
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