«Nuestro gran logro es convertir a alguien sin alternativas en director de hotel»

La anterior crisis económica -la de 2008 y los años que la siguieron- fue bastante complicada para la industria hotelera. «Todo el sector -y nosotros, por supuesto- pasamos un mal rato. Tuvimos muchas dificultades», cuenta José Ángel Preciados, CEO de Ilunion Hotels. Esta empresa estaba surgiendo entonces, fruto de la fusión de dos patas de negocio del Grupo ONCE, y se decidió buscar una estrategia distinta para estos hoteles a la que tenía, en general, la industria. «Lo que hicimos fue trabajar en crear un modelo, un proyecto de innovación en un hotel prototipo en Madrid, e intentar convertirlo en un centro especial de empleo. Fue un éxito total», recuerda. Ahora, en estos hoteles, más del 50% de la plantilla se compone por personas que estaban en situación de vulnerabilidad. «Más del 40% son personas con algún tipo de discapacidad. Hay otro 10% de colectivos vulnerables más allá de la discapacidad», explica Preciados. Los resultados son muy positivos, asegura. «Tenemos el 95% de estabilidad en la compañía y no tenemos nada externalizado. La gente es nuestra. La protegemos», señala, lo que evita la rotación de personal. Esa «diversidad increíblemente bonita y rica» les sirve para presentar un modelo distinto, uno que «demuestra que es viable económicamente». «Tenemos un hueco en el sector con una propuesta de valor totalmente diferente, poniendo por delante siempre a las personas», defiende. -Cuando hablamos de personas con discapacidad o en situación de vulnerabilidad tenemos una visión simplista. ¿Cómo es gestionar desde dentro una plantilla con necesidades tan diferentes? -No solo disfrutamos mucho con lo que hacemos -porque realmente creemos en su propósito, es construir un mundo mejor-, lo llevamos grabado en la epidermis. Somos unos convencidos de que las cosas se pueden conseguir, por caminos diferentes que la gente debería conocer, contar y probar. Nosotros estamos siempre dispuestos a colaborar y enseñar. Pero realmente esto es muy sencillo, no es tan difícil. Esto es, estás comprometido con tu equipo y tus personas son personas que viven, se relacionan, tienen dificultades o afrontan situaciones a lo largo de su vida. Hablamos siempre de experiencias [en el sector] y no nos damos cuenta de que, para que un cliente tenga una magnífica experiencia, de altísimo nivel, antes está la persona que se la va a proporcionar. Estamos comprometidos con nuestro empleado, en intentar que aquí tenga sus necesidades totalmente cubiertas. Si tiene cualquier tipo de dificultad, que la compañía responda a ellas. Lógicamente esto lo llevamos a la máxima estabilidad en el empleo y el máximo clima laboral. -¿Es solo una historia bonita o es cuestión de justicia, si cabe, constitucional? -Nosotros tenemos un código ético que viene de nuestra accionista, el Grupo ONCE. Una de las cosas que recordamos es que el gran paraguas para todos es la Declaración de los Derechos Humanos, que habla de la dignidad de las personas. Lo que hacemos no es darle dignidad a las personas -porque todo el mundo es digno-, sino intentar que quienes se incorporen recuperen la autoestima, su capacidad económica, su futuro o incluso sacarlos de la vulnerabilidad, que es nuestro gran objetivo. Esto no es postureo, no es marketing. Nuestro gran logro es coger a alguien que no tiene alternativas y convertirlo en un director de hotel, en un jefe de compras o en un jefe de cocina. -También pensáis la accesibilidad de vuestros clientes. ¿Cómo se hace? Nos dimos cuenta de que no podías integrar a nadie -ni cliente ni empleado- si no eras accesible. Dijimos qué tenemos que hacer antes de hablar de integración y de incorporar a una persona para que los hoteles sean completamente accesibles. Y, dentro de la accesibilidad, no solo la física, porque hay también discapacidad intelectual, auditiva, orgánica… Nosotros hablamos de experiencias, pero las experiencias son para todos. No podemos dejar a nadie atrás. Los hoteles están preparados para cualquier tipo de necesidad. -Acabáis de presentar Umániko, un restaurante desarrollado partiendo de la accesibilidad y la inclusión, con un menú sostenible y una plantilla diversa en sus capacidades. ¿Cómo se diseña una carta que tiene en cuenta tantas cosas? -Llevamos mucho tiempo trabajando en esto. No es fruto de un capricho ni va a ser algo para un hotel. Esta es una apuesta tremenda por demostrar algo que está vinculado con el esfuerzo: que se puede tener una propuesta de producto y oferta gastronómica superatractivos, con personas muy profesionales, con tecnología, etcétera, pero basado en la sostenibilidad, en intentar que este mundo sea mejor. Nuestros grupos de interés nos han ayudado a diseñar este restaurante prototipo, que respira una atmósfera especial. Un producto de muchísima calidad y reciclado, que la accesibilidad tiene que estar, abierto al público interno y externo, con compromiso con la economía circular y proveedores certificados. Hemos construido un concepto de restauración que no solamente es un espacio accesible y comprometido con la sostenibilidad, con el producto, donde la experiencia gastronómica sea también impecable, sino que el eje vuelve a ser la persona. El eje es que prácticamente el 90% de las personas que están dando el almuerzo son personas vulnerables.

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