Preguntarle a la Estrella

Nos separan 665 kilómetros de Catarroja, Massanasa o Paiporta . Es la distancia entre Sevilla y Valencia, entre nosotros y la devastación. En la avenida de la Constitución aguarda una marea humana a que aparezca la cruz de guía de la Estrella para iniciar su vuelta a Triana en el marco del 25 aniversario de su coronación canónica. Por la mañana habían salido también el Cristo de San Agustín de San Roque y la Virgen del Socorro del Amor. Cuando desde la Puerta de San Miguel de la Catedral suenan las cornetas del Rosario de Cádiz, los presentes aplauden. Sobresalen móviles que graban las marchas. La estampa choca en un país golpeado por el mayor desastre natural de su historia reciente. El contraste es abismal con las imágenes que llevan días encogiéndonos el corazón . El perfume frente al barro, la armonía frente al desasosiego, el incienso frente al polvo. Una señora porfía con una pareja de guiris que le tapan la visión. No, definitivamente ni es el momento ni son las formas. Nadie me tiene que explicar que aquí se reza en las bullas, que la devoción se expresa en las calles, pero con la nación de luto, buscando a nuestros muertos por los escombros, chirría que estemos de aniversario de nada . Dice mucho y mal de nuestra ciudad que andemos mirándonos hacia dentro, moldeando con los dedos la pelusa del ombligo. De nuevo la ovación sirve de alarma. Ha salido el palio. Tres horas antes ha trascendido que en Benetússer han encontrado a una mujer que llevaba tres días atrapada en su coche. Minutos antes de que asomase el paso se han hallado a 16 supervivientes en un sótano de Chivas . Pienso en qué habría pasado si la DANA hubiese destrozado Tomares, Espartinas o Umbrete. ¿Qué pensaríamos de los valencianos si estuviesen enredados en su folclore? La Virgen nunca sobra, pero para el que es creyente tampoco falta aunque no esté en la calle. Entiendo que los que solo quieren que la procesión vaya por fuera es porque no son capaces de llevarla por dentro , porque necesitan que un bombo les despierte la fe. ¿Y qué es la fe sino encontrarle sentido a las preguntas sin respuesta? Viene hacia nosotros la Estrella. Estamos en la esquina de García Vinuesa. De frente parece que sus penas se han multiplicado. Es todas las vírgenes en una, el desamparo la ha atravesado . Lleva el pesar tatuado en su rostro y en un crespón negro encima de la peana. En sus mecidas se encuentra el pulso de una sociedad oscilante, inestable, pero en ese bamboleo está la firmeza que combate a los horizontes inciertos. Nos entregamos a la profundidad de sus ojos, y allí, mientras revira comenzamos a orar en un diálogo. Veo a tu hijo, Dolorosa, en cada hermano que agarra una escoba y una pala , en cada uniformado que remueve el caos, que busca en las ruinas. Veo a tu niño, madre, en ese cortejo que desfila con la solidaridad en los andares hacia el infierno en la tierra. En los que le dan agua al sediento, comida al hambriento, abrigo a quien tiene frío. En todos los que se están organizando para mandar ayuda a la Capital del Turia. Desde la Ferretería Julio en Montequinto a todas las hermandades que se han movilizado. En sus manos se mueven como péndulos dos rosarios, tiembla su pulso por los más de doscientos puñales que lleva clavados en el alma. Sabe que las cifras crecerán, que a su aflicción aún le quedan capítulos. Avanza hasta el Baratillo y allí, frente a la Capilla de la Piedad, se desahoga . Un caudal de gente la espera desde hace rato en Pastor y Landero. Con la oscuridad ya cumplida le encienden la candelería. Su tristeza ahora es una luz que manda sobre este firmamento terrestre, su lamento hace enmudecer cada lugar por el que pasa. Los niños corren, las mamás los llaman al orden. Va con retraso camino de casa , buscando Reyes Católicos para encontrar el puente que la acerque a su barrio.

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