Debo confesar que he disfrutado como un enano viendo los rostros de consternación de todos los loritos sistémicos, autóctonos y foráneos, ante la victoria apabullante de Donald Trump (y eso que Trump nunca ha sido santo de mi devoción ). ¿Cómo puede explicarse que un hombre condenado por varios delitos (todos ellos, sin embargo, con el inconfundible olor a chamusquina del montaje) haya podido arrasar en las elecciones? ¿Cómo se explica que alguien tildado machaconamente de misógino y racista haya acrecentado su voto entre las mujeres, así como entre la población de raza negra y de origen hispánico? Sin duda, la razón principal de la apoteosis trumpista debemos buscarla en la inanidad del personajillo que le disputaba la presidencia, la... Ver Más
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