«Si no fuera por los vecinos, aquí nadie hubiera salido con vida». El lodo sigue cubriendo las calles de Chiva , algunas hasta con socavones, donde el agua campó a sus anchas y arrasó con todo a su paso durante horas justo antes de llegar a los municipios del área metropolitana de Valencia. Cuatro días después, los vecinos necesitan material para borrar el rastro de una tragedia que se ha cobrado, según los datos oficiales, siete vidas en el municipio. El número de desaparecidos tras la DANA es todavía indeterminado.Una situación idéntica a la que viven en Aldaia , Albal o Catarroja , donde la incertidumbre y la sensación de abandono también cunde conforme pasan las horas y no llegan los recursos prometidos. Sobre todo el agua, necesaria para beber y limpiar. «Preguntamos a las autoridades y nadie sabe nada. Estamos recibiendo ayuda de agentes de la Ertzaintza y de Protección Civil de otros puntos de España, como Leganés», comenta a ABC un afectado de este último municipio, agradecido con los vecinos de otros pueblos que se han desplazado a pie para echar una mano en las tareas de limpieza. Escenario similar al que denunciaba el alcalde de Alfafar -a muy pocos kilómetros de distancia de las tres poblaciones anteriores- ante los micrófonos de À Punt este jueves: «Nos tienen olvidados. No hemos visto un camión de bomberos, ni a la UME, ni a la Guardia Civil en días. Hay gente que está conviviendo con sus cadáveres en casa». Palas, escobones, capazos, guantes o botas. Cualquier herramienta es buena. La lista de necesidades incluye máquinas pesadas para retirar coches o ayuda psicológica para las víctimas de una catástrofe sin precedentes. El alud de solidaridad de los pueblos aledañas ha permitido a los ayuntamientos de estos municipios almacenar ropa, agua y comida para distribuirla entre los afectados. De hecho, desde Chiva han pedido que cesen las donaciones para dar margen al consumo. Julián Gómez, vecino de esta localidad de la provincia de Valencia, cuenta en conversación telefónica con este periódico que allí «no ha llegado asistencia de ningún tipo» . La cobertura tampoco es muy buena. Él mismo lo ha viviendo en carne propia. De hecho, fueron los chivanos quienes pudieron rescatarlo tras el desbordamiento del barranco del Poyo. «Utilizaron tractores para sacar los escombros que bloqueaban la puerta de mi casa, me han dado de comer e incluso batería para poder cargar el móvil y poder hablar con vosotros», cuenta este afectado por un temporal histórico. «Al final es el pueblo quien salva al pueblo», sentencia. El gobierno local ya ha advertido en un comunicado que la situación es de «extrema gravedad» , «especialmente en las urbanizaciones alejadas del casco urbano, donde aún no han podido acceder los servicios municipales y tampoco la Policía ni la Guardia Civil». Allí están incomunicados, sin agua ni suministro eléctrico. Un panorama desolador que confirma Julián. «La UME se ha quedado en la A-3, pero en el pueblo no ha entrado», lamenta. En los núcleos diseminados han desaparecido casas enteras, algunas de ellas habitadas. «Si nadie va a buscarlos habrá que sumar otras dos decenas de víctimas, como mínimo», comenta con horror.
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