¿Qué es el 'Stabat Mater'? Este es el origen y el significado de la escena que recuperará la hermandad del Museo

El Cristo de la Expiración y la Virgen de las Aguas de la Hermandad del Museo volverán a formar un Stabat Mater por las calles de Sevilla los días 7 y 8 de noviembre de 2025, con motivo del 450 aniversario fundacional de la cofradía, un acontecimiento que no se repetía desde 1922. Aunque, en la capilla, esta iconografía se representa de manera permanente a lo largo del año. Un Stabat Mater es una composición que representa el pasaje evangélico en el que la Virgen María está al pie de la cruz , presenciando la crucifixión de su hijo, Jesucristo. La expresión Stabat Mater significa «Estaba de pie la Madre», y se atribuye al Papa Inocencio III y al franciscano Jacopone da Todi, ambos del siglo XIII. Esta obra, tanto literaria como musical, medita sobre el profundo sufrimiento de María durante la pasión y muerte de Cristo, resaltando su dolor como madre ante el sacrificio de su hijo. También es común usarlo dentro del oficio como himnos de la fiesta de la Mater Dolorosa. Los diez primeros versos conforman las vísperas, los cuatro siguientes los maitines, y los seis últimos los laudes. Por otra parte, en algunos devocionarios aparece como cantando en diferentes secuencias. Cerca de 200 compositores de diferentes épocas han escrito obras sobre este texto. Estaba la Madre dolorosa llorando junto a la cruz de la que pendía su Hijo. Su alma quejumbrosa, apesadumbrada y gimiente, atravesada por una espada. ¡Qué triste y afligida estaba la bendita Madre del Hijo unigénito! Se lamentaba y afligía y temblaba viendo sufrir a su divino Hijo. ¿Qué hombre no lloraría viendo a la Madre de Cristo en tan gran suplicio? ¿Quién no se entristecería al contemplar a la querida Madre sufriendo con su hijo? Por los pecados de su pueblo vio a Jesús en el tormento y sometido a azotes. Ella vio a su dulce Hijo entregar el espirítu y morir desamparado. ¡Madre, fuente de amor, hazme sentir todo tu dolor para que llore contigo! Haz que arda mi corazón en el amor a Cristo Señor, para que así le complazca. ¡Santa María, hazlo así! Graba las heridas del Crucificado profundamente en mi corazón. Comparte conmigo las penas de tu hijo herido, que se ha dignado a sufrir la pasión por mí. Haz que llore contigo, que sufra con el Crucificado mientras viva. Deseo permanecer contigo, cerca de la cruz, y compartir tu dolor. Virgen excelsa entre las virgenes, no seas amarga conmigo, haz que contigo me lamente. Haz que soporte la muerte de Cristo, haz que comparta su pasión y contemple sus heridas. Haz que sus heridas me hieran, embriagado por esta cruz y por el amor de tu hijo. Inflamado y ardiendo, que sea por ti defendido, oh Virgen, el día del Juicio. Haz que sea protegido por la cruz, fortificado por la muerte de Cristo, fortalecido por la gracia. Cuando muera mi cuerpo haz que se conceda a mi alma la gloria del paraíso. Amén. En la Semana Santa era muy común, debido a la falta de recursos económicos, que solo se sacaran un paso con dos o más imágenes a la calle. Hoy en día, esta tradición se mantiene en algunas hermandades, como la de Santa Cruz, con la Virgen de la Antigua, una recuperación realizada en 2004. También se dio en los Javieres, donde la Virgen de Gracia y Amparo procesionó junto al Cristo de las Almas entre 1969 y 1974. Otro ejemplo es la hermandad del Cristo de Burgos, donde, hasta 1928, la Virgen iba a los pies del Señor, acompañada por San Juan Evangelista y María Magdalena, aunque en este caso no formaban un Stabat Mater. En lo que respecta a la hermandad del Museo, la Virgen de las Aguas acompañaba al Cristo de la Expiración en el mismo paso desde 1772, evocando el pasaje del Stabat Mater con la frase: «Stabat Mater Dolorosa iuxta crucem lacrimosa dum pendebat filius», que significa «La Madre dolorosa estaba junto a la cruz, llorosa, mientras su hijo colgaba de ella» . Esta representación destacaba el dolor de la Virgen al pie de la cruz, como lo describe el himno medieval. La Virgen de las Aguas fue concebida originalmente para ir arrodillada a los pies del Cristo de la Expiración, con las manos entrelazadas en señal de recogimiento y dolor. Sin embargo, en 1829, su posición primitiva fue modificada, colocándola de manera erguida. En 1922, el escultor Infantes Reina talló las manos actuales de la imagen, coincidiendo con la decisión de que la dolorosa saliera en un paso de palio.

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