Sergio Dalma regresó anoche a la capital hispalense con su nueva gira 'Sonríe porque estás en la foto'. Fue una noche llena de música, aclamaciones y mucha emoción. Entre los asistentes -en su mayoría, adultos-, destacaban algunos jóvenes y niños. Es evidente que el legado de Dalma no entiende de generaciones . Ya sea por su característica voz, el talento o la cercanía que transmite, el catalán conquistó el corazón de todos los presentes en el Cartuja Center CITE. A cinco minutos del concierto, miles de personas ocupaban las butacas de la sala. El fundido de las luces marcó el punto de inflexión en los rostros de los sevillanos, que pasaron de la emoción a la excitación en cuestión de segundos. La agitación aumentó en el momento en que la banda desfiló sobre la tarima y cada integrante se colocó en su respectiva posición. El destello de los focos azules marcaron el inicio del espectáculo, al que se unieron los primeros acordes de 'Sonríe porque estás en la foto' , el tema que da nombre al último álbum y a esta nueva gira. Siguiendo el ritmo, los asistentes tocaron las palmas hasta que, por fin, salió Sergio Dalma. A la primera canción le siguieron 'Los de septiembre' y 'Ven'. Acto seguido, saludó al público viajando en el tiempo: «Si la memoria no me falla, creo que hace dos años estuve en este recinto. Sevilla es una ciudad que arropa muchísimo, pero este escenario impone demasiado «. El tiempo ha pasado, pero las ganas del público por ver a Sergio Dalma se mantienen igual que el primer día, prueba de ello es la etiqueta de 'sold out' en el cartel del show. La música es una vía de escape. En momentos de estrés, tristeza o incluso alegría, una canción puede transportar a otro lugar, reconfortar, ofrecer consuelo o simplemente un respiro. «Estas dos últimas semanas han sido para España terribles», explicaba, haciendo referencia a la reciente Dana. En una situación tan extrema, cada uno intenta aportar su granito de arena. Por eso, optó por dedicar la noche a quienes han sufrido los efectos del fenómeno meteorológico, añadiendo que « ojalá que la música sirva de terapia y como una vía para poder salir adelante«. La primera parte de la velada estuvo dedicada al nuevo disco. Además de las mencionadas anteriormente, incluyó otras como 'He cerrado los ojos', 'Madrid-Buenos Aires', 'Luciérnagas', 'Los de septiembre', 'Mi mejor momento' y 'Ven'. El ambiente y las sensaciones que transmitían los allí presentes se podría describir haciendo referencia a sus letras: «Eres real, pero si fueras un sueño, que nadie me despierte »... «Hasta aquí es lo que queríamos mostraros en vivo de este último trabajo», anunciaba. «Lo que viene a continuación no me gustaría que se convirtiera en un caos. ¿Cómo resumir 35 años? Yo sé que habrá momentos en los que la gente sentirá cierta nostalgia, lo importante es que estamos aquí, que lo vivimos. ¿Os apetece recordar, o no? «. Como era de esperar, no hubo contestación que afirmara lo contrario. 'La aceleración', 'Solo para ti', 'Gigantes', 'Suerte', 'No despertaré', 'Donna', 'La noche de San Juan' y 'El diablo dentro' fueron las encargadas de abrir el baúl de los recuerdos. El ruido de los saltos de las gradas, cientos de palmas y gritos fueron la banda sonora, y es que los conciertos de Sergio Dalma son así, y si no se va a cantar, bailar y vivirlo al 100%, es mejor quedarse en casa. Allí todos lo sabían, incluso los que venían de «Cataluña, de Huelva, de Cádiz... ¡Incluso de Argentina!». Rubén, el niño que conocía «¡muuuuuuuchas!» canciones del repertorio -gracias a su madre-, también era consciente de ello. Durante la velada, no solo se viajó en el tiempo, también en el espacio. Así fue como el escenario de un auditorio sevillano, de repente, se convirtió en la «bella Italia» , presentó Dalma con acento italiano. Es aquí donde comienza el recorrido por uno de los países más románticos del mundo, de la mano de 'Bella sin alma', 'El italiano', 'Será porque te amo' y 'Mamma ma'. El momento cumbre del show fue cuando llegó el turno de 'Yo no te pido la luna' . Los pocos que aún quedaban sentados, se pusieron en pie, y miles de voces entonaron juntas el tema, de principio a fin. Sin duda, es uno de los grandes himnos del artista. El listón ya estaba alto, así que la siguiente tenía que ser una canción que no defraudara. ¿Qué mejor que empezar con 'Tú' y terminar con el mítico 'Gloria'? Por un momento, pareció que la velada había terminado de verdad, además de Sergio, los músicos también desaparecieron del escenario. Después de que el público rogara otra canción, todos reaparecieron, y Sevilla tuvo la buena suerte de disfrutar de cuatro temas más : 'Una estrella en mi jardín', 'Bailar pegados', 'La vida empieza hoy' y la joya de la corona, 'Galilea', que puso el broche de oro a una noche inolvidable. Ahora sí, el concierto había acabado. Siguiendo el 'protocolo', una vez terminado el espectáculo, es momento de que los artistas se despidan con una reverencia, en señal de agradecimiento a los asistentes. Eso mismo hicieron Sergio Dalma y su equipo, pero, a diferencia de muchos otros artistas -casi todos-, el catalán invitó a los técnicos a saludar sobre la tarima . Un detalle que llamó la atención, porque, por lo general, aunque los artistas agradecen públicamente la labor de los técnicos, normalmente su presencia suele mantenerse en el backstage. Esta no fue la única evidencia de la cercanía del artista: a lo largo de su interpretación se encargó de dar -literalmente- la mano al público, principalmente a quienes estaban situados en las primeras filas, aunque hubo un momento en el que bajó la escalera y avanzó un par de butacas más. Han pasado 35 años y aún no se sabe con exactitud cuál es la clave del éxito de Sergio Dalma. ¿Serán los mensajes tan profundos de sus letras? ¿O quizá esa voz tan peculiar? ¿Tal vez su carisma y su cercanía? Sea cual sea, anoche solo quedó una cosa clara: la admiración fue mutua ; del público a Sergio, y viceversa. Pasan los años, pero la intensidad y la ilusión se viven de la misma manera. Después de tanto tiempo, es difícil que cambie. Anoche, durante dos horas, los adultos del público se convirtieron en adolescentes que vivían la experiencia al máximo, algunos, por primera vez. Con un solo deseo en mente: ser testigo de otros 35 años más.
abc.es