Hace un año y dos semanas que Luis Rubiales dimitió de la presidencia de la Federación Española de Fútbol, pero no puede decirse (por desgracia) que los buenos deseos de sus nuevos dirigentes tengan continuidad en materia de buena gobernanza. El ambiente en la Ciudad del Fútbol de Las Rozas es incomparablemente mejor que antes, por supuesto, y las gorgonas más visibles del rubialismo han sido expulsadas de sus despachos. El proceso electoral de la RFEF, sin embargo, sigue constituyendo un esperpento; hasta el punto de que algunos (jamás en público) empiezan a añorar la figura de su otrora bestia negra, Tomás González-Cueto, protector áulico del poder federativo. El hastío procesal de la Federación impregna incluso a los jefes de... Ver Más
abc.es