"Reino Unido suelta a pedófilos de la cárcel":¿Es correcto dejar a Musk fuera de la cumbre tecnológica?

Los servicios de inteligencia de Occidente tienen pocas dudas sobre el papel que jugó Mohamed bin Salmán en el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. Durante media década, el príncipe heredero de Arabia Saudí fue ninguneado por los mandatarios "del mundo libre". Pero ahora está siendo rehabilitado en el escenario geopolítico. Joe Biden le saludó con efusividad en 2022, a pesar de una campaña electoral que prometía convertirlo en un paria. Y el entonces 'premier' Rishi Sunak fue a Riad el año pasado posando ante las cámaras con una amplia sonrisa con el mayor comprador de armas de Reino Unido. En definitiva, Salman es simplemente demasiado poderoso y económicamente importante como para seguir condenandole al ostracismo, por lo que Londres y Washington prefieren mirar hacia otro lado para impedir que los abusos de los derechos humanos se interpongan en el camino de una alianza estrecha y lucrativa.

El doble rasero con el que Occidente trata a mandatarios con bolsillos llenos de petrodólares siempre ha sido uno de los grandes debates políticos. Pero el mundo cambia a velocidad vertiginosa y ahora son los multimillonarios dueños de redes sociales los que controlan la narrativa. Los sujetos cambian, pero la influencia y el poder del dinero que manejan es la misma. Y ahí la pregunta: Un gobierno que es acusado falsamente de "soltar a pedófilos de las cárceles" y fomentar una "guerra civil", ¿debería tener relación con el autor de estos temerarios comentarios? ¿Y si el autor de estos comentarios incendiarios es un empresario con un patrimonio estimado de 270.000 millones de dólares con intereses comerciales en el país?

Esta es la controversia que se ha generado en Reino Unido con el enfrentamiento público entre el 'premier' laborista Keir Starmer y Elon Musk, propietario de X (antes Twitter).

Al controvertido magnate, que no oculta su simpatía por Donald Trump, no le ha sentado nada bien que el Gobierno laborista le haya negado una invitación a una cumbre tecnológica que tendrá lugar el próximo 14 de octubre y ha expresado su enfado X asegurando que "nadie debe ir a Reino Unido cuando están liberando a pedófilos convictos para encarcelar a personas por publicaciones en las redes sociales". El empresario hace referencia al plan de liberación anticipada de reclusos con penas menores llevado a cabo por el Ejecutivo británico para aliviar la presión sobre un sistema penitenciario que, según afirma, está "al borde del colapso" debido a la falta de capacidad.

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El enfrentamiento con Reino Unido no es un caso excepcional. Musk ya ha tenido disputas con altos funcionarios de Australia, Brasil y la Unión Europea sobre el equilibrio entre la libertad de expresión y la difusión de información "errónea y perjudicial". También ha acusado al partido de extrema izquierda de su Sudáfrica natal —"Los Luchadores por la Libertad Económica"— de "promocionar abiertamente el genocidio de los blancos".

En definitiva, ha enmarcado las amenazas a la libertad de expresión como una crisis existencial que se cierne sobre el mundo y su misión es hacer todo lo posible por salvarla. De ahí que haya vuelto a permitir el regreso a X a figuras como Donald Trump, cuya cuenta se suspendió en 2021 de manera permanente por el riesgo de "incitación a la violencia".

Cuando el magnate compró Twitter en 2022 por 44.000 millones de dólares, todo cambió. El efecto fue instantáneo. Un análisis de tuits reveló un "aumento de casi el 500%" en el uso de la palabra "Negro" en el lapso de 12 horas inmediatamente posterior al cambio de propietarios. El mismo estudio también reveló que las publicaciones que incluían "la palabra 'judío' se habían quintuplicado".

En este sentido, ¿cuál debería ser ahora la posición del Ejecutivo laborista? ¿Debería dejar enemistades personales aparte para centrarse en la inversión? ¿Invitar a Musk es dar carta blanca a que se sigan publicando comentarios "perjudiciales" en redes sociales? Pero esto abre otro gran debate, ¿qué y sobre todo quién debe decidir lo que se considera "erróneo"? ¿Atenta eso a la libertad de expresión?

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Downing Street espera que la cumbre tecnológica del próximo mes proporcione un impulso a la inversión en Reino Unido dos semanas antes de que se presente el presupuesto de otoño, donde se prevén grandes recortes para hacer frente un agujero de 26.000 millones de euros que los laboristas dicen haber heredado de los tories. El evento está siendo organizado por la ministra del Tesoro, Rachel Reeves, y el secretario de Estado de Negocios, Jonathan Reynolds, con el objetivo declarado de demostrar que el Reino Unido está "abierto a los negocios".

Por lo tanto, el hecho de haber dejado fuera a Musk — que había señalado previamente su interés por construir una planta de coches eléctricos en Reino Unido — ha generado críticas, sobre todo por parte de la prensa conservadora, quien le presenta como cofundador de numerosas empresas, entre ellas el fabricante de coches eléctricos Tesla y el productor de cohetes SpaceX. Este último ahora vale casi 180.000 millones de dólares y ha quintuplicado su valor en solo cuatro años. Musk también tiene ambiciones en el lucrativo y rápidamente creciente sector de la inteligencia artificial, que se considera transformará la economía global en los próximos años.

"Se mire como se mire, cerrarle la puerta a uno de los empresarios más ricos y destacados del mundo es sin duda una forma extraña de mostrar apertura a la inversión", matizaba The Spectator, biblia para los tories. La revista preguntó recientemente a Kemi Badenoch, favorita en las primarias del Partido Conservador, si pensaba que Musk había sido bueno para la libertad de expresión. Esta respondió que había sido "fantástico" y que se declaraba "gran fan".

La enemistad entre Musk y Starmer comenzó en verano cuando se analizó el papel desempeñado por las plataformas de redes sociales en los violentos disturbios que estallaron en todo el Reino Unido después de que tres menores fueran asesinados en un ataque con cuchillo en Southport a manos de un joven hijo de inmigrantes. El premier lanzó una advertencia a las compañías de Internet asegurando que "las manifestaciones violentas fueron claramente fomentadas on line". "Eso también es un delito. Está sucediendo en sus instalaciones y la ley debe cumplirse en todas partes", matizó el que fuera fiscal general del Estado.

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Pero Musk no tardó en ofrecer su propia explicación, culpando al multiculturalismo británico: "Si se juntan culturas incompatibles sin asimilación, el conflicto es inevitable", escribió en su cuenta de X, añadiendo que el Starmer estaba utilizando un "doble rasero", ya que, a su parecer, la policía británica trataba con menos dureza la violencia perpetrada por delincuentes no blancos. También comparó al Reino Unido con la Unión Soviética y compartió (y luego borró) una teoría conspirativa sobre la construcción por parte del Reino Unido de "campos de detención" en las Islas Malvinas para mandar a los manifestantes, asegurando que una "guerra civil es inevitable". Downing Street condenó los comentarios como "totalmente injustificables" y "bastante deplorables". Y, desde entonces, la tensión no ha parado de crecer.

Musk no asistió a una cumbre de inversión similar organizada por el gobierno conservador el año pasado, pero fue invitado, según la BBC. Sin embargo, estuvo muy involucrado en una Cumbre de Seguridad de Inteligencia Artificial organizada por los 'tories' en noviembre, incluida una charla informal con el entonces primer ministro Rishi Sunak.

Como propietario de X y el usuario más seguido, Musk ha utilizado cada vez más la plataforma como un megáfono para amplificar sus opiniones políticas y, últimamente, las de las figuras de derecha con las que se alinea.

Cuando intentaba comprar Twitter, ya advirtió que no lo hacía por dinero. "La libertad de expresión es la base de una democracia funcional, y Twitter es la plaza digital donde se debaten asuntos vitales para el futuro de la humanidad", recalcó en abril de 2022, agregando emojis de corazones, estrellas y cohetes para resaltar la declaración.

Dos años después, la plataforma, ahora llamada X, se ha convertido en un refugio para el tipo de libertad de expresión que Musk ha llegado a defender. En Estados Unidos, ha difundido memes (y, en ocasiones, desinformación) sobre inmigración ilegal, presunto fraude electoral y políticas transgénero, y respaldado formalmente la candidatura presidencial de Trump.

"Musk entiende el poder de las redes sociales para dar forma a una narrativa política”

"Elon Musk es un maestro de los medios y controla uno de los micrófonos más grandes del mundo. Entiende el poder de las redes sociales para dar forma a una narrativa política", asegura Jasmine Enberg, analista de Emarketer Jasmine Enberg. "La preocupación es que, a medida que impulse su propia agenda política, X podría suprimir puntos de vista que se opongan a los de Musk, ya sea intencionalmente o por la naturaleza de la plataforma, volviéndose más partidista. Eso podría alejar a los usuarios que se sienten marginados en la plataforma y desilusionar a algunos que pueden haber aceptado anteriormente su mantra de la libertad de expresión", matiza.

El cambio de Musk que se está produciendo en X coincide en un momento en que otras plataformas de redes sociales, en particular Facebook e Instagram de Meta, se están alejando de la política. El director ejecutivo de Meta, Mark Zuckerberg, nunca ha respaldado a un candidato presidencial.

Algunas de las batallas actuales de Musk sobre la libertad de expresión son similares a las que la administración anterior de Twitter estaba librando en regímenes represivos que, en ocasiones, han restringido o bloqueado el acceso a la plataforma para reprimir la disidencia. En Venezuela, por ejemplo, el presidente Nicolás Maduro ordenó un bloqueo de 10 días al acceso a X en el país, el último de una serie de esfuerzos de su gobierno para tratar de suprimir el intercambio de información entre personas que expresan dudas sobre su afirmación de victoria en las elecciones presidenciales del 28 de julio. Maduro acusó a X de ser utilizado por sus oponentes para crear malestar político y le dio a la empresa 10 días para "presentar sus documentos", pero no dio más detalles.

La cuestión es que, pese a las críticas, los mandatarios occidentales siguen usando su plataforma, como es el caso del propio primer ministro británico, Keir Starmer. ¿Doble rasero? ¿Cómo deben actuar los políticos con Musk… y sus millonarias inversiones? ¿Cómo debe gestionarse la libertad de expresión? El debate continúa, en las redes sociales.

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