Quizá no sea tan famoso en el mundo mundial como lo es en España, pero es una verdad verdadera que Manolito Gafotas mola un pegote y forma parte del imaginario colectivo de todos los niños de los 90, como la Celia de Elena Fortún formó parte de las infancias de antes de la guerra (y también de después) o el Pijoaparte de Marsé representaba un arquetipo clásico de nuestro país. En el caso de Manolito, aunque se le iría la olla a Camboya si lo descubriese, no solo es un chaval de barrio (concretamente del madrileño barrio de Carabanchel Alto), sino que también es un millennial de pura cepa, aunque los personajes de los libros no tienen edad ni generación, pues pertenecen un poco a todo el mundo. Pero, si nos ceñimos a los hechos, Manolito Gafotas ha cumplido oficialmente 30 años. Ligará con alguna aplicación al estilo Tinder y también tendrá que compartir piso con alguien para poder pagar el alquiler, en caso de que todavía viva en España y no sea uno más de la clásica fuga de cerebros.
En realidad, Manolito nació en la década de los 80, pero solo en la radio (Elvira Lindo trabajaba entonces en Radio Cadena Española y creó un personaje al que ella misma ponía la voz). El personaje, pensado para rellenar un sinfín de horas con poco presupuesto, cosechó tanto éxito que pronto saltó a los libros. Parece difícil que cualquier niño criado en los 90 no haya leído las aventuras de Manolito o por lo menos haya visto alguna de sus películas: en 1994, Alfaguara publicó el libro que inauguraba la serie —Manolito Gafotas—, al que seguirían Pobre Manolito (1995), ¡Cómo molo! (1996), Los trapos sucios (1997), Manolito on the road (1998), que sería el libro en el que se basarían para la película del 99, de Miguel Albaladejo, Yo y el imbécil (1999), Manolito tiene un secreto (2002) y, tras un parón de diez años que coincidió con el momento en que Elvira Lindo y Antonio Muñoz Molina estuvieron viviendo en Nueva York, finalmente en 2012 llegó el último libro de la saga (por ahora): Mejor Manolo (2012)
Ahora que Manolito cumple 30, han aprovechado para hacerle un homenaje con un estuche que reúne todos los libros. Es uno de esos misterios que suceden de vez en cuando, cuando se alinean los astros, ese de que toda España pudiera sentirse identificada con alguno de esos personajes creados por Elvira Lindo. Todo niño español ha tenido que sufrir algún compañero de clase similar a Yihad, a todos nos viene a la mente una vecina sorprendentemente parecida a la Luisa (cuya actividad favorita era, recordemos, limpiar la mirilla continuamente) o una profesora del instituto como la sita Asunción (que solía llamar a sus alumnos por el cariñoso mote de "delincuentes"). Todos los hermanos pequeños de España son un poco El Imbécil (también conocido como El Nene, también conocido simplemente como Nicolás) y todos los abuelos de España son como el de Manolito, con visitas al bar El tropezón incluidas. Ahí reside la magia de la gran obra que concibió Elvira Lindo.
"He recibido tantos mensajes, durante tanto tiempo, de un sitio u otro que me abrumaban" cuenta Elvira Lindo a este periódico. "Estaba dedicada a otras cosas y pensaba que el personaje seguía caminando por su cuenta. Pero es verdad que al verlo ahora todo junto y observar la incontable correspondencia que tenía de tantos países, los mensajes tan cariñosos, me he dado cuenta de que hemos tenido vidas paralelas. Es bonito reunirlo todo, ha sido cosa de mi editora, porque llegó un momento en que yo no quería ser ya portavoz de Manolito y al final los personajes han tenido vida propia y no me responsabilizo de ellos".
Porque Manolito Gafotas no es solamente una serie de libros que pueden encontrarse en cualquier biblioteca recóndita de este país, que consiguió que una generación de niños abrazara con gusto la lectura, sino que es un retrato de un país y una época muy concretos. "El hecho de ubicar estas historias en un barrio humilde del extrarradio de Madrid permite a la autora trazar un formidable retrato de la vida en los años de la gran crisis económica de los 90 en una familia de clase media-baja que pasa problemas para llegar a fin de mes", cuenta Eva Cosculluela en Manolito cumple 30 (Seix Barral), señalando que el personaje juega en la misma liga que otros inolvidables como Huckleberry Finn, el pequeño Nicolás (el de Goscinny, no el español) o los personajes de Roald Dahl, pero viviendo una vida que nos es más familiar: come bollicaos, escucha Campanera de Joselito y ve ¿Quién sabe dónde?
"Eran unos libros muy sociales y los problemas sociales no han parado de crecer, por lo que siguen siendo muy actuales"
"Fíjate que cuando tú entras en un mundo, o en un personaje, si te atrae, asumes todo su vocabulario. En el caso de Manolito no ha hecho falta actualizarlo para que, por ejemplo, tuviera la misma equipación tecnológica que nosotros", explica Lindo. "Te acostumbras a su mundo, de hecho creo que los padres hasta el último libro no tenían móvil. Sé que no es equiparable a Tintín porque es un cómic, pero tú te lo lees creyendo que está en el Tíbet y no tiene que tener un móvil para comunicarse. Creo que, por un lado, la maravilla de Manolito residió en que lo leyeron a la vez niños y adultos, a veces juntos —el empujón increíble se lo dieron los profesores—, lo que hacía que el libro llegara a tantos lectores era el humor, y gente como tú de los 90, que de pequeños lo leyeron, ahora lo vuelven a leer. Para mí es muy bonito que gente de tu edad me explique por qué le gustaban tanto, me da una información que yo no tenía. Por otro lado, creo que otro de sus éxitos se debió a que era un personaje muy social en un momento en que lo social había desaparecido —tenemos literatura como Oliver Twist, claro, pero llevábamos mucho tiempo sin leer ese tipo de libros—, por eso resultó tan atractivo. Los problemas sociales no han parado de crecer, por lo que los libros no han perdido algo, sino que se han actualizado".
'Todo Manolito' (Six Barral).Y, aunque lo hayamos olvidado, muchas de las frases que decimos vienen de la cabeza de Elvira Lindo. Desde el mítico mundo mundial al rollo repollo, pasando por ser el último mono (título al que queda relegado Manolito con el nacimiento de El Imbécil), sin olvidarse de los niños de la infancia o los momentos de alta tensión ambiental, el lenguaje lleno de hipérboles que usa Manolito se ha quedado en el acervo cultural español y algunas de ellas han conseguido formar parte del registro de expresiones populares de nuestro país.
Tampoco somos muy conscientes de la verdadera magnitud de Manolito, que ha llegado a 24 países y tiene miles de nombres diferentes en función del lugar del mundo en el que ha aparecido: Manolito Four-Eyes en inglés, Manolito Quattrocchi en italiano, un sugerente Manelinho Caixadóculos en portugués, Mateuszek en polaco, Villirilli Manolito en finés e incluso Manolito Mắt Kính en vietnamita, por muy loco que parezca. En Japón se utilizaron los libros en un programa de la radio pública como manual de aprendizaje e incluso ha tenido que vivir la censura para evitar demasiados choques culturales: en Estados Unidos tiene diez años en lugar de ocho, porque les parecía que era demasiado avispado para ser tan pequeño, en Francia el abuelo y él no duermen juntos porque les pareció chocante, en Taiwán, el Orejones no va a la psicóloga porque eso implica una enfermedad muy grave, y en China, Susana Bragas Sucias no responde a ese mote porque les parecía demasiado.
'Manolito Gafotas' se ha publicado en 24 idiomas. En Japón lo utilizaban en una radio pública como manual de aprendizaje de español
"Hay ciertos malentendidos en España", explica la autora. "Pensamos que lo que es local no interesa fuera cuando nosotros estamos todo el rato consumiendo productos americanos. Lo que pasa es que, como los hemos consumido desde pequeños, lo tenemos normalizado. Manolito en su día fue tachado de costumbrismo local, quizá de ahí la sorpresa de que un lector o lectora de otro sitio del mundo se identifique porque su familia o su barrio se parecen. Me he dado cuenta de que no sienten ninguna extrañeza, solo curiosidad por ese barrio mítico que es Carabanchel, que se piensan que es un sitio fabuloso para vivir, como si fuera un pequeño mundo. Eso es lo que le gusta a los niños, lo sienten como algo completamente suyo".
Hace 12 años, Manolito parecía desprenderse de su ternura e inocencia infantil diciendo que mejor Manolo y desde entonces solo podemos suponer que quizá fue a la Universidad o que vivió la pandemia de mejor o peor manera, encerrado en su casa de Carabanchel (Alto), como uno más. ¿Volverá algún día para seguir narrando una España distinta a la de los 90 aunque, en esencia, igual de Berlanguiana? "No lo sé", apunta Lindo. "Yo me he vuelto más perezosa, pero no te imaginas la de peticiones que tengo para ir a colegios e institutos. Tengo otros proyectos, pero acabamos de grabar El cuento de Navidad de la SER y este año lo hemos hecho con Manolito, por lo que tendrá una aparición radiofónica, lo cual es bonito porque ahí nació". Habrá que esperar al 25 de diciembre para reencontrarse, de nuevo, con él. Aunque, por suerte, siempre nos quedarán los libros.
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