Barroco, clasicismo y música del siglo XX. El segundo programa de la temporada de abono de la Real Orquesta Sinfónica de Sevilla (ROSS) ofrece un concierto íntimo en el que se abordarán tres obras que sirven de muestra para estos tres estilos, representados por tres compositores esenciales de la historia de la música. La concertino de la ROSS, Alexa Farré , se pone al frente de la orquesta en un concierto con aires camerísticos en el que se interpretará un programa compuesto por el 'Concierto de Brandenburgo número 3' de Johann Sebastian Bach , el 'Concierto para violín y orquesta nº 3' de Wolfgang Amadeus Mozart y la 'Sinfonía de Cámara' de Dmitri Shostakóvich . La ROSS vuelve a apostar por el talento femenino por tercera vez consecutiva en lo que va de temporada, tras los dos programa anteriores -el concierto de inauguración en el Alcázar y el Gran Sinfónico 1- dirigidos por mujeres con una excelente acogida de público y crítica. La propuesta del Gran Sinfónico 2 muestra una dimensión diferente de la Sinfónica, que prescinde en este caso de la gran orquesta para buscar un formato más pequeño, aunque sin llegar a las agrupaciones de cámara. La ROSS abrirá el programa con el 'Concierto de Brandenburgo número 3', quizá el más popular de toda la serie . Escrito para tres violines, tres violas y tres violonchelos (más el bajo continuo) la obra mantiene la influencia italiana del segundo concierto , aunque Bach prescinde en esta ocasión de los instrumentos de viento para dar todo el protagonismo a las cuerdas. El programa continuará con 'Concierto para violín y orquesta nº 3' de Mozart, conocido como Estrasburgo y uno de los más populares y queridos del repertorio para violín. Se trata de una obra de gran belleza melódica , que muestra a la perfección la habilidad del compositor para combinar emoción, la melodía y la técnica. Para finalizar, la ROSS abordará la 'Sinfonía de Cámara' de Dmitri Shostakóvich, una adaptación para orquesta de cuerdas por su amigo Rudolf Barshai del 'Cuarteto de cuerdas nº 8 en Do menor', uno de los trabajos más profundos y personales del compositor. Se trata de una obra oscura, cargada de tensiones políticas y personales que a menudo se ha interpretado como una expresión del sufrimiento de Shostakóvich bajo el régimen soviético. A nivel musical, es una de las obras más conmovedoras y emocionalmente intensas del repertorio para cuerdas.
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