Setas

Aún recuerdas aquel anuncio que venía en este periódico, si no todos los días, casi todos, animando a cultivar setas y a ganar mucho dinero con ese cultivo. Tú entonces no te fiabas más que de los gurumelos –níscalos– del pinar de la tribu y, si sabías qué mano los había cogido, de los faisanes –un riquísimo boletus– que conociste en Las Navas de la Concepción. Te costó entrar en los gallipiernos que servía, con el esmero que lo servía todo, el exquisito José Vicente, en Aracena. Algo más allá, en Almonaster la Real, fue cuando te ganaron dos setas sabrosísimas, cada una a su manera, dos amanitas, la cesárea –la llamada tana– y la ponderosa –el llamado gurumelo–, una... Ver Más

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