De una pista de patinaje ecológica a un tobogán de seis carriles: todos los planes para hacer en Bilbao estas NavidadesLa mejor bodega del mundo está en Euskadi: hay otras cuatro españolas entre las 30 primeras
El Dazz Club, ubicado en la icónica calle Kutxi de Vitoria, se ha convertido en un punto de referencia para los amantes del jazz en el País Vasco. Este pequeño y acogedor local, con capacidad para 60 personas, ofrece una experiencia única que combina actuaciones en vivo de artistas de renombre con una cuidada selección de pintxos. Música en directo y gastronomía se unen en este espacio íntimo, ideal para quienes buscan disfrutar de la esencia del jazz a corta distancia.
El jazz, en sus orígenes, no solo era música, sino un refugio para los soñadores y melómanos que buscaban algo más que entretenimiento: una conexión auténtica con el alma de un género forjado en la precariedad. Las pequeñas salas de barrio, a menudo en sótanos apenas iluminados, albergaban conciertos donde los saxos hablaban de historias cargadas de pasión y lucha. El público, con unos pocos céntimos en el bolsillo y un amor incondicional por la música, encontraba allí su oasis.
Cómo un club valenciano para 80 espectadores se convirtió en templo mundial del jazzVíctor López Heras. ValenciaFundado en el barrio del Carmen, en 1991, Jimmy Glass es reconocido internacionalmente como una de las catedrales del jazz mundial. En la actualidad, es el único club de jazz con programación estable en Valencia
El encanto del jazz radicaba en su carácter popular y su espíritu libre, alejado de los lujos del Lincoln Center de Manhattan y más cercano a rincones icónicos como el Village Vanguard. Era un arte crudo, nacido del corazón y sin filtros, que, en sus inicios, estuvo marcado por la exclusión racial: predominaban las figuras negras en los escenarios, muchas veces enfrentándose a las mismas desigualdades que denunciaban sus canciones. Sin embargo, de esa adversidad emergió una fuerza cultural que sigue inspirando, recordándonos que el jazz es, por encima de todo, un relato vivo de resistencia y creatividad.
Noches de bohemia
El alma del Dazz Club es Beñat Lasagabaster, un apasionado promotor cultural que, además de regentar este local, organiza el Festival Dazz Jazz, que en su última edición atrajo a más de 4.000 asistentes en Vitoria. Las actuaciones en el club, con entradas que rondan los 12-15 euros, destacan por su cercanía y calidad: músicos como el galardonado Arturo O’Farrill o Leo Sidran han pasado por este escenario, demostrando que el jazz es mucho más que un género musical; es una experiencia que se vive.
El ambiente del Dazz combina elementos clásicos y modernos. Las paredes decoradas con fotografías de leyendas del jazz, los sillones de cuero y una iluminación tenue crean una atmósfera envolvente. Mientras, en la barra, la variada oferta de pintxos tradicionales y su apreciada bodega aportan el toque gastronómico que completa la experiencia. "El jazz es una música minoritaria. Hay que remar, pico y pala y, sobre todo, programar con calidad y ser constantes", apunta Lasagabaster en declaraciones a naiz.eus, quien también impulsa actividades para dinamizar la escena local.
A pesar del auge de festivales estivales como el Jazzaldia, en Donostia o el Festival de Jazz de Gasteiz, Lasagabaster destaca la importancia de mantener vivo el jazz durante todo el año. Según el promotor, los festivales son necesarios, pero urgen más espacios para disfrutar del jazz en su forma más pura: en directo, en locales pequeños y con un contacto cercano entre músicos y público. Su club, además, ofrece retransmisiones en streaming para llegar a aficionados de todo el mundo.
Ver esta publicación en InstagramLa escena musical del jazz en el País Vasco enfrenta un desafío evidente: el vacío entre los talentos emergentes y las figuras consolidadas. Este fenómeno ha llevado a la desaparición de lo que ella llama "la clase media musical", ese grupo de artistas que, sin ser grandes estrellas, podían vivir dignamente de su música. Durante las décadas de los 80 y 90, coexistían giras internacionales de músicos consagrados con jóvenes promesas que empezaban a destacar, pero también con intérpretes que desarrollaban sus carreras en un término medio, una categoría que hoy parece en extinción.
Dazz Club es una pieza clave en la revitalización del jazz en el País Vasco. Entre los pintxos que sorprenden, que maridan con el txakoli de Álava y los sonidos que emocionan, se presenta como un imprescindible para quienes buscan experiencias auténticas en Vitoria.
elconfidencial.com