Donald Trump está de vuelta. El presidente electo ha regresado a Washington, cuatro años después de su partida. El poder político le ha puesto la alfombra roja, en previsión del control total de los republicanos tanto de la Casa Blanca como del Capitolio. Este miércoles 13 de noviembre marca una de las remontadas más notables en la historia política de Estados Unidos. Joe Biden ha recibido a su predecesor y sucesor en una imagen inédita, ya que, hace cuatro años, las falsas denuncias de fraude de Trump, rechazadas por los tribunales, impidieron un encuentro similar. El objetivo declarado del presidente saliente es restaurar la normalidad y la institucionalidad tras las turbulencias del final de la primera era Trump, incluyendo las denuncias de fraude y el intento de insurrección en 2021. Trump ha ganado con claridad, tanto en el voto popular como en el colegio electoral, y Biden lo recibe sin cuestionar su legitimidad. El hombre que el 20 de enero de 2021 abandonó Washington sin admitir su derrota, con dos juicios políticos ('impeachments') en su contra y tras el asalto al Capitolio, regresa ahora reivindicado. Antes que político, Trump fue una estrella televisiva, y su habilidad para la puesta en escena quedó patente en este regreso a la capital. Su avión, bautizado por él como Trump Force One, aterrizó en la base de Andrews, el mismo lugar desde donde partió hace cuatro años al ritmo de su canción favorita, «YMCA» de Village People. Descendió las escaleras del avión como si nunca se hubiera ido, abordó su limusina y comenzó a recibir a sus invitados. En el vuelo lo acompañó Elon Musk, quien lo asesoró en la campaña y a quien le ha encomendado la tarea de racionalizar el gasto y reducir la burocracia gubernamental. El presidente electo se dirigió primero al hotel Hyatt, en el centro de la capital, donde se reunían los republicanos de la Cámara de Representantes para planear su agenda tras obtener una mayoría de cinco diputados, menor que en la legislatura anterior. Allí, Trump se reunió con Elise Stefanik , a quien ha nombrado embajadora ante la ONU, y con el presidente de la Cámara de Representantes y segundo en la línea de sucesión, el congresista de Luisiana Mike Johnson. «¡Qué victoria, qué gran resultado!», se congratuló Trump, atribuyéndose el mérito a él y a su partido. «Mis números son los mejores en 129 años; esta ha sido la elección más importante en 129 años, ha sido algo muy, muy bueno», declaró. [Cabe recordar que Richard Nixon en 1972 y Ronald Reagan en 1980 y 1984 ganaron con mayor contundencia en el colegio electoral]. Trumo bromeó —o pareció que bromeó— al decir que ya no se volverá a presentar, porque la Constitución se lo impide. «Bueno, a menos que la Cámara haga algo», dijo. Para presentarse una tercera vez necesitaría una reforma de la ley fundamental que requiere de dos tercios de los legisladores en ambas cámaras del Capitolio. En el equipo de Trump se respira un aire de reivindicación. En su primer mandato, los demócratas cuestionaron su legitimidad debido a las revelaciones de interferencia rusa y a la pérdida del voto popular, aunque ganó el colegio electoral. Ahora no tienen otra opción que abrirle las puertas y facilitar su entrada a la Casa Blanca, recibiendo a un hombre que el presidente Biden ha descrito como una amenaza a la democracia.
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