Un día entre bambalinas con los Brooklyn Nets: por qué la NBA es una máquina de facturar

¿Qué pasaría si se llevaran a los Isotopos de Springfield? En los New Jersey Nets hicieron la prueba a pequeña escala en 2012. La franquicia de Nueva York, situada actualmente al otro lado del río Hudson tras hacer las maletas y ser rebautizada como los Brooklyn Nets, es la octava empresa más valiosa de toda la NBA, rozando los 5.000 millones de euros, según la revista Forbes.

A pesar de tener a un gigante como los New York Knicks a tiro de piedra y no ser un candidato al anillo esta temporada, el equipo de Jordi Fernández llenó el Barclays Center hasta la bandera y congregó a 17.926 espectadores en su estreno con victoria ante los Bucks. "Brooklyn es nuestro primer mercado con un 35% de los aficionados, pero New Jersey sigue siendo muy importante con un 20% de los fans en el Barclays Center. Las visitas internacionales ocupan un nivel similar", explican los responsables de la franquicia al Confidencial en Nueva York.

Para ganarse el favor de los habitantes de Brooklyn, los Nets se promocionaron como un equipo de expansión, lo que enajenó a la base de aficionados existente, según Rick Laughland, autor de A History of the Nets: From Teaneck to Brooklyn. Sin embargo, el mercado potencial que existe en Brooklyn se eleva hasta los 2,7 millones de personas y la distancia hacia el pabellón solo aumentó unos 30 minutos.

Clowney penetra a canasta ante los Bucks. (EFE/Angel Colmenares)

Una experiencia (casi) religiosa

El traslado generó que las gradas se llenasen más gracias a tener una mejor posición en el parque temático que es Nueva York. La NBA es una máquina de facturar, especialmente gracias al nuevo contrato por los derechos televisivos, y los Brooklyn Nets forman parte de un planeta donde la batería de estímulos que se ofrece al aficionado es ilimitada.

Las camisetas oficiales de los jugadores se disparan hasta los 150 dólares en la tienda de los Brooklyn Nets, las zonas VIP son interminables (se puede ver salir a los jugadores al parquet desde una de ellas), con múltiples opciones gastronómicas -no recomiendo probar la paella- y constan de diversos escalafones. Incluso hay camisetas, sudaderas, chaquetas y polos premium diseñados con la ayuda de algunos jugadores como Nic Claxton.

Cam Thomas saluda a los aficionados antes del encuentro. (EFE/Ángel Colmenares)

Por ese motivo, el público local acude antes al pabellón para comer y beber, estimulando así la circulación del dinero. Además, los aficionados pueden consumir cerveza en las gradas, algo prohibido en España (no así en las zonas VIP, donde el trajín de bebidas alcohólicas es habitual). Los estadios españoles persiguen desde hace años lo que las franquicias de la NBA consiguieron hace décadas: la explotación del estadio más allá del día del encuentro.

A veces el deporte es lo menos importante

Aunque la construcción del Barclays Center se llevó a cabo para acoger partidos de baloncesto, su uso es muy variopinto, albergando incluso partidos de hockey. De ahí que algunos artistas y grupos como Elton John, Iron Maiden o KISS hayan actuado en el Barclays Center en los últimos tiempos. El pabellón neoyorquino no solo ha acogido conciertos del más alto nivel, sino también eventos deportivos como WrestleMania o el combate de boxeo entre García y Porter.

Iker Casillas acudió al encuentro y charló con Jordi Fernández. (EFE/Ángel Colmenares)

La activación e identificación del aficionado empieza desde que acceden al pabellón. No es casualidad que el entrenador Jordi Fernández hable de llevar a cabo el Brooklyn grit, algo así como tratar de instalar el espíritu competitivo y característico del lugar en su equipo. Además, la música de Jay-Z, uno de los raperos norteamericanos más afamados del mundo y nacido en Brooklyn, inunda las gradas. Y en los restaurantes y bares se puede beber una cerveza personalizada por los Brooklyn Nets.

La franquicia regala una camiseta conmemorativa del debut a todos los que decidieron acudir al estadio, quienes bailan cuando la cámara les enfoca. Otros pasan del partido y lo siguen por la televisión mientras se van de compras o adquieren alimentos y bebidas. Las actuaciones musicales y artísticas son continuas desde el himno inicial hasta el final, pasando por el descanso y los tiempos muertos. El ruido, ensordecedor. Parece imposible aburrirse durante un partido de la NBA por la cantidad de estímulos que lanzan al aficionado. El show no está solo en el parquet y por eso la NBA es otro mundo.

elconfidencial.com

Leer artículo completo sobre: elconfidencial.com

Noticias no leídas