Cuando ganó a Hillary Clinton en el 2016 sonaron las alarmas. El nacionalpopulismo y la alergia a la globalización de Trump tenían poco que ver con republicanos como Nixon, Reagan o los dos Bush. Pero entonces Hillary ganó en votos, había mucha incertidumbre y Trump todavía no había incitado un golpe de Estado. El balance fue que Trump dividió más a América, agrietó la relación con Europa, una de las bases del orden mundial posterior a 1945, y provocó un retroceso en la lucha contra el cambio climático. Luego, la victoria de Biden permitió pensar que solo había sido un paréntesis.
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