En algún momento de tu vida, seguramente, has evitado que tus hijos o cualquier niño se alimenten de golosinas por miedo a que estos produzcan efectos nocivos en los niños. Es cierto que este tipo de dulces contiene una gran cantidad de azúcar sin nutrientes esenciales está compuesto con azúcares simples como glucosa, fructuosa y sacarosa acompañado de aditivos y colorantes. Esto conlleva a que este tipo de productos nos aporten calorías vacías y no nos aporte prácticamente nada. Una golosina contiene poca proteína de escasa calidad, muy pocos minerales y ausencia de vitamina. Según un estudio realizado por la Sociedad Andaluza de Pediatría, uno de cada tres niños consume a diario golosinas y casi la mitad de los niños españoles las toma al menos una vez por semana. El neuropsicólogo, Álvaro Bilbao , destacaba en sus redes sociales que muchos padres prohíben comer golosinas a sus hijos y esto puede acarrear problemas en un futuro. Bilbao afirmaba que «cuando demonizamos algunos alimentos» o ejercemos una restricción, algunos niños tienden a evitarlo y otros a obsersionarse . Algunos nutricionistas afirman que ese grado de restricción en la infancia, puede ocasionar un consumo mayor en la adolescencia, incluso en la vida adulta. Para el neuropsicólgo, la solución no esta en prohibir, sino en educación alimentaria . Es clave comprender que estos tipos de alimentos no deben pertenecer a nuestra dieta habitual sino, ser una consumición ocasional que se aleje de la cotidianidad. Para ello, el experto hacía referencia a una frase pronunciada por el psicólogo, Gustav Jung: «El que resiste, persiste». Es un factor clave que dentro de la educación alimentaria los niños comprendan cuales son los alimentos que nos aportan componentes nutricionales beneficiosos para su desarrollo y cuales no. Los alimentos saludables lo podemos encontrar en las frutas frescas, verduras crujientes, frutos secos sin azúcar agregada y alimentos ricos en proteínas.
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