Una deuda pública de más de 34 billones le complica la agenda al nuevo presidente

Gane Kamala Harris o Donald Trump , y sin importar si el resultado se conoce tras un recuento que se ha estimado largo, el nuevo presidente se enfrenta a prioridades urgentes que no admiten demoras: lo prioritario para el votante, según los sondeos, es abordar la situación migratoria, con 10 millones de personas sin papeles pendientes de una política clara. A esto se suma el desafío de controlar una inflación que continúa elevada y sigue afectando los bolsillos de los ciudadanos. En el ámbito internacional, la prioridad para el Gobierno de EE.UU. sigue siendo la necesidad de contener las crecientes ansias expansionistas de China y de Rusia, además de lograr un alto el fuego en Gaza y rebajar las tensiones entre Israel e Irán. Esas prioridades, para ambos, son las mismas, el legado de la Administración del único mandato de Joe Biden , marcada por el caos migratorio y el encarecimiento de los alimentos, el transporte y la vivienda. El actual presidente, ya en fase de pato cojo, como se llama al tiempo de salida, atribuye la inflación, que llegó al 9% en junio de 2022 y ahora es del 2,4%, a los efectos de la pandemia y los recursos destinados a ayudar a Ucrania a defenderse de Rusia. Durante la Presidencia de Joe Biden, la deuda pública de EE.UU. ha experimentado un aumento significativo.En junio de 2023, el presidente firmó una ley que elevó el techo de la deuda nacional, permitiendo al gobierno federal evitar un impago sin precedentes.Para octubre de 2024, la deuda pública bruta se situó en el 121% del Producto Interno Bruto (PIB), reflejando un incremento considerable en comparación con años anteriores. El monto de deuda nacional es de 34 billones de dólares. En términos absolutos, por monto de dinero, EE.UU., es la nación con la mayor deuda pública del mundo. Este aumento se debe a diversos factores, incluyendo paquetes de estímulo económico, gastos relacionados con la pandemia y otras políticas fiscales durante su Administración. Ninguno de los dos candidatos ha hecho campaña con una propuesta racional y coherente para reducir la deuda pública. Ha habido algunos pronunciamientos generales de Trump, atacando a los demócratas, pero lo cierto es que ese endeudamiento también aumentó notablemente por él, sobre todo por las primeras ayudas por el Covid. Es llamativo, sin embargo, que Trump se haya alejado de la ortodoxia neoliberal de su partido, y haga campaña prometiendo aranceles y otras medidas altamente proteccionistas. Eso, según un análisis del Comité para un Presupuesto Responsable, una organización no partidista centrada en la política fiscal de EE.UU., implica que de los programas de los dos candidatos, el de Trump es el que más pesaría sobre el gasto federal y la deuda pública. En su estimación central, el plan de Trump añadiría 7,75 billones de dólares a la deuda, llevando el total a un 143% del PIB para 2035, en comparación con los 3,95 billones que sumaría el plan de Harris, elevando la deuda a un 134% del PIB. Esta diferencia se debe a que los mayores gastos de Trump se centran en recortes de impuestos y aumento del gasto militar, mientras que Harris prioriza la ampliación de programas sociales y de salud. Otro legado de la Administración Biden son los 10 millones de personas que han ingresado sin papeles en EE.UU. en los pasados tres años y medio, y cuyos casos quedan pendientes del trámite de asilo. Trump ha criticado que con esas entradas ha aumentado la criminalidad, sobre todo asociada a una banda venezolana, el Tren de Aragua. De los dos candidatos, sólo Trump ha propuesto deportaciones masivas y el cierre de la frontera. Para ello ya no propone construir más muro, sino forzar a México a patrullar su frontera bajo la amenaza de aranceles de hasta el 100%. De forma disuasoria, Trump también propone cárcel para los sin papeles que sean detenidos tras haber sido repatriados. Harris no ha querido entrar demasiado en el tema migratorio, porque al fin y al cabo ella ha sido parte de la Administración Biden y de hecho tenía en encargo, fracasado, de gestionar las causas de la migración masiva a EE.UU. desde Centroamérica. Curiosamente, Harris defiende aprobar una ley migratoria consensuada en el Senado y que es obra de legisladores republicanos. Se trata de una ley considerada bastante estricta que Trump hizo descarrilar para no brindarle a la Administración Biden un triunfo. Este proyecto incluía disposiciones como la contratación de más agentes de la Patrulla Fronteriza, la agilización del proceso de asilo y la ampliación de la capacidad de detención de sin papeles para deportarlos. Además, proponía la creación de miles de visados de trabajo para cónyuges de ciudadanos estadounidenses en espera de permisos oficiales y 250.000 nuevos visados en cinco años para personas que buscan trabajar en EE.UU. o reunirse con familiares. En política exterior, el futuro mismo de Ucrania depende de las elecciones. Aunque el presidente de ese país agredido por Rusia se ha reunido tanto con Harris como con Trump, no es un secreto que el último tiene unas relaciones óptimas con Vladímir Putin. En sus varias y a veces contradictorias propuestas sobre Ucrania, Trump ha dicho que no ve con malos ojos forzar a esta a ceder terreno con tal de negociar la paz. También ha llamado a Zelenski «vendemotos», y lo ha descrito como un provocador. Un punto delicado es el de la ayuda de EE.UU. a Ucrania. Es uno de los caballos de batalla del candidato a vicepresidente de Donald Trump, el senador J. D. Vance, quien defiende que esos fondos deberían darse para ayudar a las personas con menos recursos de las zonas más empobrecidas del Medio Oeste del país, de donde él viene. Vance suele airear los números para armarse de razones: desde el inicio de la invasión rusa en febrero de 2022, Washington ha proporcionado a Ucrania aproximadamente 113.000 millones de dólares en asistencia, que incluye ayuda militar, económica y humanitaria. En abril de este mismo año, la Cámara de Representantes aprobó un paquete adicional de 95.000 millones. Este paquete requiere la aprobación del Senado y la firma del presidente para su implementación. Harris ha prometido mantener esas ayudas hasta que Rusia se retire. No hay diferencia entre el apoyo brindado por Biden a Israel tras el ataque de Hamás y lo que Trump propone. Harris, por su parte, no se ha desmarcado de ninguno de ambos, aunque sí ha dicho que el número de muertos civiles, más de 40.000, es intolerable y ha pedido que los israelíes acepten cuanto antes un alto el fuego. Sus mítines han sido boicoteados de forma sistemática por grupos propalestinos.

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