Una joven recupera su piso okupado en pésimas condiciones: «Es Villa Cucaracha y hay goteras de orina de perro»

«Convirtiendo Villa Cucaracha en un hogar» . Con este positivismo enfrenta cada mañana Claudia Marco, una joven valenciana, la reforma -o mejor dicho, reconstrucción- de su piso después de conseguir que sus 'inquiokupas' se marcharan tras doce años de alquiler y 21 meses de impagos. Pero no es tanto por el dinero, sino por el deplorable estado en el que han dejado la vivienda, repleta de plagas y con montones de basura en cada habitación. La joven cuenta en sus redes sociales a través de varios vídeos, que se han vuelto virales en TikTok , cómo fue el proceso judicial para conseguir que abandonaran el piso, ubicado en el barrio del Cabanyal, y sobre todo cómo se lo han encontrado tras meses de litigio. «Lo hemos conseguido gracias a la hija de los inquilinos, que los convenció de salir de allí antes del lanzamiento», confiesa ante la cámara. Antes, desglosa el contexto de la situación y ofrece una cronología detallada. En primer lugar, señala que la vivienda es propiedad de su padre, que la heredó y ante la pronta edad de la joven, decidió alquilarla a un matrimonio. Ahora, doce años después, pretendía que su hija entrara a vivir allí, por lo que avisó a los inquilinos de que tenían dos meses para dejar la casa, como marca la normativa legal, al ser destinada para un familiar de primer grado. «Cuando les avisamos s e lo tomaron sorprendentemente bien y nos dijeron que sabían que esto iba a ocurrir en algún momento y que no había ningún problema», explica. Así, tras dos meses después del aviso, en marzo de 2023 no abandonan la casa y encima no pagan esas mensualidades de alquiler porque se encontraban buscando una alternativa habitacional. «Les dimos un margen de un mes más, les ayudamos a buscar vivienda, les ofrecimos ayuda con la mudanza incluso a pagarles el alquiler de la furgoneta y perdonarles los meses anteriores siempre y cuando se marcharan», confiesa Claudia. No obstante, no lo hicieron y encima dejaron de contestar a los whatsapps y a las llamadas. Ante esta situación, contrataron a una abogada que les ayudó a demandar a los 'inquiokupas' por incumplimiento de contrato, que no por impago, momento en el que comienza la «desesperación» ante un proceso judicial lento que alcanza febrero de 2024, cuando consiguen la sentencia favorable que les condena a abandonar el inmueble, así como a pagar los meses de alquiler adeudados. «Todo se retrasa más por el tiempo que pasa hasta que consiguen notificarles la sentencia porque no abrían. Les llega en julio y como agosto es inhábil pasamos a septiembre para el lanzamiento», narra la joven valenciana. Durante todo este proceso, no dejaron de recibir llamadas de vecinos avisando de « olores nauseabundos » que emanaban de la galería, por lo que decidieron dar parte a Sanidad, quienes les dieron diez días para limpiar la casa, algo que «sorprendentemente hicieron para pasar el corte». No obstante, los episodios de suciedad en la comunidad no dejaron de sucederse, pues tenían tres perros que no bajaban a la calle y que hacían sus necesidades dentro del piso. «Sanidad les quitó dos de los tres canes», añade. Finalmente, este mes de septiembre otro vecino les avisa de que tiene goteras en su casa, donde cae «un líquido que huele a pis y casa », pues limpiaban con cubos de agua dentro de la vivienda. «El seguro nos preguntó que qué clase de personas estaban viviendo ahí dentro», matiza Claudia. Con todo ello y con el fin de evitar el desahucio con la Policía Nacional, la joven decidió ponerse en contacto con la hija de los inquilinos , ya mayor edad y que no vive con ellos, para que «hiciera algo». Al día siguiente, «cogió a sus padres y al perro y se marcharon de casa tras darnos las llaves», confiesa alegremente. A partir de ese momento, arrancó la operación «Villa Cucaracha» que está narrando a través de las redes sociales. Por el momento, ya ha conseguido vaciar el piso gracias a una empresa especializada y ya cuenta por dos las fumigaciones de plagas, pues las cucarachas se escondían por detrás de molduras y azulejos que ha tenido que quitar a la fuerza. «Es surrealista, no sé cómo podían vivir ahí si no era por una enfermedad mental», cuenta en el vídeo, que termina con un «estoy deseando que esto acabe e irme a vivir allí».

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