Un bar en la Arganzuela , ese barrio de las primera andanzas de mi padre adoptivo, Carlos Aganzo , tiene, a la hora del desayuno, una alegre algarabía de churros y cafés que vuelan frente al duelo que abate a todo el país. Hay un jolgorio de pena (sic) mirando al televisor , y todos entienden la rabia sorda o no de los valencianos. Un chino juega a la tragaperras haciendo como que no se entera de nada, pero se sabe que no es así cuando gira el cuello y otea el panorama. Aparece Trump en el televisor y se escucha «el loco ese» que, rápidamente, es contestado por un «el otro (Biden) saludaba fantasmas». Seguro que en Ohio esa... Ver Más
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