Muchos de ustedes, en especial lo que residen en Las Palmas de Gran Canaria, ya habrán oído hablar del proyecto de Totisa Holdings que consiste en la construcción de una planta de almacenamiento de gas natural licuado (GNL), con capacidad de regasificación y producción de energía eléctrica de 70 megavatios (MW), en el puesto de Las Palmas
Cuando se presentó el proyecto, su objetivo era proporcionar suministro de GNL a buques, permitiendo que estos apaguen sus motores cuando están atracados y se conecten a la red eléctrica portuaria. Esto ayudaría a reducir tanto la contaminación atmosférica como el ruido generado por los motores de los barcos. A primera vista, se presentaba como una iniciativa cuya intención era reducir las emisiones contaminantes y contribuir a la descarbonización del puerto, pero cuando se analizan los detalles de la propuesta y las respuestas institucionales y sociales, parece más un engaño para introducir más energías fósiles en el sistema energético insular, en concreto 70MW. Una pretensión de plantear, por la puerta de atrás, una alternativa a la regasificadora que quisieron implantar en su día en Arinaga. O al gas ciudad que nos quisieron imponer hace apenas tres años.
Esta iniciativa se contrapone al contexto actual de búsqueda de sostenibilidad, regeneración urbana y renaturalización, evocando más ciertas imágenes distópicas inspiradas en películas como Blade Runner. Mientras ciudades como Nueva York, Vitoria, Seúl o Barcelona apuestan por espacios urbanos saludables, esta planta de generación nos proyectaría hacia un urbanismo industrializado que prioriza los combustibles fósiles sobre la armonía ecológica y la calidad ambiental.
Queda claro que este proyecto no solo es innecesario, sino también potencialmente perjudicial para la salud de las personas y contraproducente para la descarbonización del sistema energético insular, tal como demuestran informes técnicos emitidos por el Consejo Insular de la Energía de Gran Canaria (CIEGC).
Así lo entendemos, además, el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria y el Cabildo de Gran Canaria que el pasado lunes día 11 presentamos públicamente una moción-proposición de rechazo a esta iniciativa a aprobar en el pleno de las dos instituciones de este mes de noviembre.
Esta planta no le interesa a la isla ni a su capital. No satisface ninguna necesidad de las personas ni del puerto, que tiene otras alternativas, no contribuye a la descarbonización, aumenta el riesgo de enfermedades de la ciudadanía y frena las políticas públicas insulares y locales de generar espacios verdes y sostenibles.
En el primer informe del CIEGC, publicado en octubre de 2023, se subraya que la necesidad de una central eléctrica de estas características no está debidamente justificada. Aunque reconoce que es necesario dotar al puerto de infraestructuras para suministrar GNL como combustible marino, no encuentra motivos sólidos para la inclusión de una planta de 70 megavatios (MW). Más allá del suministro a los buques, el 94% de la energía generada por la central se destinaría a la venta en la red eléctrica, lo que sugiere que el objetivo real del proyecto no es la descarbonización, sino la generación y comercialización de energía fósil.
Uno de los puntos más críticos de la propuesta de Totisa es el impacto que la planta podría tener en la salud de los habitantes de Las Palmas de Gran Canaria. La central estaría ubicada a apenas 1.100 metros de zonas residenciales, incluyendo barrios vulnerables como La Isleta. La combustión de gas natural emite gases contaminantes como el metano, óxidos de nitrógeno y monóxido de carbono, todos ellos nocivos para la salud humana. Estos contaminantes pueden agravar afecciones respiratorias y cardiovasculares, como el asma y las enfermedades cardíacas, lo que representa un peligro significativo para la población.
El Servicio Canario de la Salud, a través de la Dirección General de Salud Pública, ha expresado su preocupación por la cercanía de la planta a zonas habitadas y por la falta de información detallada sobre las emisiones que producirá. Además, el promotor del proyecto no ha presentado un modelo adecuado de dispersión de contaminantes, lo que hace imposible evaluar con precisión el impacto sobre la salud pública. En una ciudad ya afectada por altos niveles de contaminación debido al tráfico y a otras actividades industriales, añadir una nueva fuente de emisiones constantes podría tener consecuencias devastadoras.
Uno de los pilares de la estrategia energética de Gran Canaria es la descarbonización del sistema energético insular, en línea con los objetivos de sostenibilidad globales y la Agenda de Transición Energética de Gran Canaria. Sin embargo, la instalación de una central eléctrica alimentada por gas natural en el puerto iría en contra de este objetivo.
El segundo informe del CIEGC, emitido en febrero de 2024, es claro al afirmar que la planta de Totisa aumentaría significativamente las emisiones de gases de efecto invernadero en la isla. Se estima que las emisiones de CO2 se multiplicarían por 12, pasando de las 25.884 toneladas actuales a más de 304.780 toneladas anuales. Además, se advierte que las fugas de metano, un gas con un efecto invernadero mucho mayor que el CO2, podrían anular cualquier posible beneficio ambiental que la planta pudiera aportar.
Es importante resaltar que el gas natural, aunque menos contaminante que otros combustibles fósiles a la hora de producir energía, sigue siendo una fuente de energía que emite carbono. Y no solo eso, desde su extracción libera metano, uno de los mayores inductores del calentamiento global. Además, devolver la mirada al gas a través de una regasificadora insular en las entrañas de una ciudad de casi cuatrocientos mil habitantes pone en riesgo la seguridad del puerto y La Isleta y nos hace depender de lugares inseguros.
Gran Canaria ha hecho importantes avances en la integración de energías renovables, como la solar y la eólica, en su mix energético. Lidera la penetración de las energías limpias en las islas, encabeza las cifras de autoconsumo, la eólica marina está a punto de hacerse realidad y seremos los primeros en implantarla, disponemos de Salto de Chira para el almacenamiento imprescindible y estamos tocando con la punta de los dedos la geotermia. Introducir una nueva planta de combustión fósil no solo retrasaría la transición hacia un sistema energético más limpio, sino que podría desplazar tecnologías más limpias que ya están contribuyendo a la reducción de las emisiones.
Una de las principales críticas al proyecto de Totisa es que no se han explorado suficientemente alternativas más limpias y menos perjudiciales para el medio ambiente. El CIEGC ha propuesto mejorar la red de distribución eléctrica existente para abastecer a los buques que atraquen en el puerto, lo que permitiría reducir las emisiones sin necesidad de construir una nueva central.
Además, en Gran Canaria y el conjunto de Canarias debemos enfocar nuestros esfuerzos en la adopción de energías renovables y en la electrificación del puerto con fuentes limpias, en lugar de depender del gas natural. La Agenda de Transición Energética de Gran Canaria ya contempla la implementación de tecnologías como el hidrógeno verde, el amoníaco y el metanol para el transporte marítimo, y se están promoviendo iniciativas globales de descarbonización del transporte, como los corredores verdes marítimos. Estas alternativas no solo son más sostenibles, sino que también están alineadas con los objetivos de reducción de emisiones de la Unión Europea.
En resumen, proyecto de Totisa Holdings en el Puerto de Las Palmas no solo es innecesario, sino también contraproducente. Su instalación aumentaría las emisiones contaminantes, pondría en riesgo la salud de los habitantes de Las Palmas de Gran Canaria y no contribuiría a la descarbonización del sistema energético insular. En lugar de invertir en una nueva central de gas, Gran Canaria debe apostar por mejorar la red eléctrica existente y acelerar la transición hacia energías renovables, que son el futuro de un sistema energético verdaderamente sostenible.
Nuestro proyecto de ecoísla opta por un modelo que promueve las energías renovables, la infraestructura verde y la calidad ambiental. Existen puertos en Europa que han conseguido este equilibrio, apostando por proyectos verdes sin dejar de lado las necesidades de los residentes y el medio ambiente. El futuro desarrollo del puerto debería responder no solo a metas económicas, sino a objetivos sostenibles y sociales de largo plazo, evitando crear una realidad en la que el desarrollo desmedido termine sacrificando la calidad de vida de sus habitantes.
Tal y como estamos demostrando desde el Cabildo de Gran Canaria, este es el camino que debe seguirse para asegurar una Gran Canaria más limpia, saludable y comprometida con los desafíos climáticos globales.
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