Universo Desokupa: la empresa ultra que quiere enseñar a España a defenderse de lo que sea

La firma de Daniel Esteve suscribe acuerdos para instruir a policías y militares mientras su 'Club' enseña a adultos y menores de edad a defenderse de ataques con armas blancas, peligro que según Desokupa acecha a todos los españoles en las calles

Defensa exige la anulación del acuerdo entre Desokupa y una asociación de militares

La ocupación ilegal de inmuebles se ha convertido en uno de los protagonistas de la vida pública española. Un fenómeno criminal cuya presencia constante en los medios de comunicación y en el discurso de los políticos no se corresponde con los datos reales de los tribunales españoles, pero que la derecha y la extrema derecha utilizan para alimentar un discurso concreto: el de la inseguridad y la inoperancia del Estado. Desokupa, la empresa de Daniel Esteve, surfea la cresta de todas esas olas con un nuevo modelo de negocio, su 'Club Desokupa', con el que convencen a la población de que necesitan saber defenderse de ataques con cuchillo y que han extendido, a través de convenios, a los cuerpos de seguridad: la Policía Nacional y las Fuerzas Armadas.

El último ejemplo es el acuerdo firmado con la Asociación de Tropa y Marinería Española (ATME) que el Ministerio de Defensa ya ha exigido anular. Los cursos, que según Esteve arrancarán en Madrid el próximo mes de enero, tendrán un objetivo: formar a los soldados que vayan a reinsertarse en la sociedad civil para que puedan trabajar en el sector de la seguridad privada. El sector del que proceden una parte relevante de los trabajadores de este tipo de empresas de la desocupación de inmuebles.

Tanto la empresa de Esteve como todas las que han surgido a lo largo del último lustro buscando su porción del pastel de la 'okupación' han buscado siempre ubicarse del lado de las fuerzas de seguridad del Estado. Haciendo equilibrios sobre la fina línea que separa sus representaciones pseudopoliciales de las actuaciones que, en el caso de empresas como Bastión Desokupación, los jueces han considerado incluso delictivas. Y su nueva línea de negocio es ofrecer formación, directamente, a miles de policías nacionales y militares.

El acuerdo con ATME llega cuatro meses después de que Desokupa firmase otro convenio con el Sindicato Unificado de Policía (SUP). Formación sindical histórica de la Policía Nacional, una de las que más afiliados tiene en este sector de las fuerzas de seguridad en España, y que desde el pasado verano ofrece a sus decenas de miles de afiliados formarse con Desokupa en materia de “defensa personal”. Los receptores de esos cursos son los mismos agentes que, en un momento dado, podrían tener que intervenir en algún desalojo relacionado con la empresa.

El desembarco de Desokupa en el entrenamiento extraoficial de policías y militares deriva de la puesta en marcha de un 'Club Desokupa' con el que la empresa de Esteve traslada un mensaje claro: “Proporcionar a las personas las habilidades necesarias para defenderse en situaciones peligrosas en las calles”. Sin diferenciar entre hombres, mujeres o niños. Porque en sus mensajes en la red social X, el líder de la empresa afirma que ofrecen su entrenamiento a jóvenes de 14 y 15 años.

La amalgama de mensajes promocionales, como “los niños no se tocan” o “los militares no se tocan” conducen a un único marco promovido por esta y otras empresas similares para buscar un hueco en el debate público español: el Estado actual es un Estado fallido, no hay seguridad en las calles y la Justicia no es capaz de recuperar una casa ocupada ilegalmente. Ni Interior ni Defensa forman a policías y militares para que puedan defenderse de los peligros reales que acechan en las calles. Todo en aleación constante y diaria con las consignas políticas de Desokupa, que ha llegado a colgar una lona gigante pidiendo la expulsión de Pedro Sánchez de la Moncloa, ha pedido el voto para Vox o se ha aliado públicamente con Luis 'Alvise' Pérez.

Los convenios que ha firmado la empresa con sindicatos y agrupaciones profesionales de policías y militares, algunas sumidas en duras peleas por su representatividad en sus respectivos cuerpos ante sindicatos de corte radical, suponen llevar el discurso de Desokupa hasta comisarías y cuarteles. Lugares donde la forma de actuar de este tipo de empresas no siempre es bien recibida. Un ejemplo de ello es cuando Esteve lideró la procesión de miles de personas desde la calle Ferraz hasta las inmediaciones del Congreso de los Diputados durante las protestas de noviembre de 2023. Una concentración que él mismo desconvocó cuando los mandos de los antidisturbios, poniendo distancia con ese supuesto mimetismo policial que fomenta Desokupa, les advirtieron del peligro que tenía la algarada que impulsaba junto con Alvise.

Las consignas de la extrema derecha

La estrategia comercial de Desokupa está clara. Difundir que las calles de España no son seguras y vender unos cursos de defensa personal para protegerse a uno mismo y a los suyos. Una de las múltiples consignas de la extrema derecha española y europea que la empresa de Esteve ha difundido en el último lustro y usado a su favor. Desde el racismo contra los migrantes hasta el machismo y con objetivos políticos concretos. Liderando, por ejemplo, manifestaciones en Barcelona contra Ada Colau o en Madrid contra el Gobierno central.

La supuesta incapacidad del Estado para proteger a su población es un punto recurrente en el argumentario de la extrema derecha que Desokupa ha conseguido monetizar, como sucedió anteriormente con las ocupaciones ilegales. Allí donde los datos judiciales no respaldan la existencia de un fenómeno criminal desatado, la alianza entre estas empresas, los medios de comunicación y la derecha política española ha conseguido convertir este asunto en una de las armas más potentes del debate público español. Confundiendo de forma deliberada la realidad del fenómeno, ocultando la actuación judicial y, sobre todo, sin explicar quienes son sus clientes más allá de los casos que exhiben en televisión. Los que nadie es capaz de discutir.

Las consecuencias que esta incursión en la Policía y el Ejército pueda tener para Desokupa y sus nuevos aliados no están claras. Desde el Ministerio del Interior, su titular Fernando Grande-Marlaska ha calificado de “macarras y chulos de poca monta” a este tipo de empresas, aunque su departamento ha cerrado sin sanción el expediente que abrió al SUP por aliarse con Daniel Esteve. Defensa ha ido más allá y ha esgrimido un informe jurídico interno para exigir la anulación de ese acuerdo.

La alianza entre asociaciones profesionales de las fuerzas de seguridad y esta empresa, cuyo modelo de negocio y base ideológica se basa en sustituir a dichas fuerzas de seguridad sobre el terreno, lleva un paso más allá la capacidad de expansión de Desokupa, hasta ahora aupado por sus propios canales de comunicación y medios que han optado por difundir su versión de los desalojos sin comprobar lo que hay detrás.

Ahora la maquinaria se vuelve a activar con un relato similar: los ciudadanos deben formarse para protegerse porque la Policía no es capaz de hacerlo. Y uno de los sindicatos más importantes de la historia de la Policía Nacional, efectivamente, ha firmado un convenio con la misma empresa para que 30.000 agentes puedan recibir esa misma formación. El mensaje, una vez más, directo desde Desokupa hasta el cliente sin que nadie lo cuestione.

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