Valentín García: «Aseguran que no todos tendremos una computadora cuántica, pero dijeron lo mismo con los primeros ordenadores»

De pequeño soñaba con ser misionero, si bien sus aspiraciones quedaron de lado pronto, cuando siendo un adolescente tuvo que ponerse a trabajar. Aún así, a Valentín García Souto nunca le abandonó su curiosidad por entender, aprender y servir. Su vocación le llevó a desempeñarse en el sector de las Tecnologías de la Información, pasando al poco tiempo al servicio público en Lantik , la Sociedad de Tecnología e Innovación de la Diputación Foral de Bizkaia y la primera oficina tecnológica fundada en España, de la que ahora es su director de Innovación. Simultaneó su carrera profesional con la universitaria: informática, inteligencia artificial, Big Data, transformación digital, computación cuántica... Ahora estudia la relación entre la filosofía y la ciencia, porque dice que es la 'pata' que le falta para entender el cambio que van a suponer las nuevas tecnologías en los próximos años. Está convencido de que el sector público será clave para evitar «las injusticias» que se pueden crear con la irrupción de las nuevas tecnologías y que se pueden empezar muchas revoluciones desde la propia tierra siempre y cuando se cuenten con los medios y el empuje. Lo ha visto otras veces: ha participado en proyectos tan innovadores como la primera aplicación online para liquidar un impuesto por parte de una agencia tributaria. O la primera digitalización científica de un bien arqueológico, la cueva Ekain , cuyo arte rupestre ahora está al alcance (y en alta resolución) de todos sin tener que viajar hasta allí. Ahora encabeza la iniciativa Biqain, el ecosistema cuántico 'made in Vizcaya' que propone aunar el sector científico y el empresarial para estar preparados ante una tecnología disruptiva que, según García, cambiará no solo el País Vasco, España o Europa, sino el mundo tal y como lo conocemos. - En el ecosistema Biqain ya hay inmersas diferentes empresas, desde grandes compañías como IBM o Telefónica, a startups relacionadas con tecnología. Pero, ¿qué rédito puede sacar el 'Bar Manolo' o la 'Panadería Dulce' de todo esto? - No queremos engañar a nadie y, hoy por hoy, esta tecnología no va dirigida a ese tipo de negocios. Está pensada para pymes que quieran desplazar a grandes organizaciones de su posición en el mercado en base a poder ofrecer, gracias a su flexibilidad, a su agilidad y a su velocidad, soluciones en forma de innovación antes que las grandes. Recordemos el caso de Kodak [la multinacional quebró por no saber adaptarse al mercado de la fotografía digital] o Ericsson [está en graves problemas y fuera del mercado de la telefonía móvil, donde en los 2000 era una de las principales marcas]. Hace 20 años las empresas más capitalizadas en bolsa eran enormes y las de hoy, hace años eran muy pequeñitas. -Las que nacieron en garajes de Silicon Valley. - Exacto. Volvemos a lo de siempre: las tecnologías cuánticas van a ser un tema de clase también para las empresas. Llegarán primero las que puedan invertir en ellas. Pero también las que tengan visión. Y es, como todo, una apuesta. Como administración pública, una de nuestras misiones fundamentales es intentar mantener la equidad y la justicia. Aunque no podemos engañarnos y como sociedad también debemos hacer un esfuerzo, formarnos para que esto no se quede en manos de unos pocos. - ¿El hecho de que las grandes empresas que antes mencionaba sean las que lideran esta revolución debería preocuparnos? - Comprendo que esto sea un negocio. Y también el riesgo de que se puedan conducir las cosas de una manera no adecuada, injusta. Pero para eso están los poderes públicos, que nos representan y a los que les podemos exigir que actúen. Yo no puedo pedirle a una gran empresa que sea responsable, pero sí se lo puedo reclamar a mi gobierno. Porque debe cuidarme a mí; y también a las grandes compañías, pero para que su beneficio acabe redundando en la gente. Si una empresa gana mucho dinero, perfecto. Pero que pague sus tributos, aquí, donde ese beneficio se destine a pagar políticas sociales. - Como país, China también está apostando muy fuerte por los ordenadores cuánticos. Que un régimen como el gigante asiático, mucho más opaco que otros, esté a la vanguardia de estas tecnologías que serán tan disruptivas, ¿también podría suponer una amenaza? - Mi opinión aquí es que es más fácil correr cuando la gente participa con libertad que cuando la creatividad está más limitada. Me explico: si alguien viene aquí ahora y nos exige 'Poneos a correr porque yo os mando que corráis', seguramente corramos, pero probablemente no todo lo que podamos. Pero si alguien dice 'tratad de llegar lo más rápido que podáis' y hablamos entre todos sobre la estrategia, y estamos todos de acuerdo, correremos desde el minuto cero y nos dejaremos la piel, aunque tardemos más en llegar. La esperanza que yo tengo es que eso sea suficiente para recuperar y ganar la carrera. - ¿A Europa podría lastrarle el hecho de conformar un conglomerado de tantos países que se tienen que poner de acuerdo? - Yo prefiero ver la diversidad y la pluralidad como fuente de competitividad. Con esto enseñamos el camino de la colaboración, y mostrar que un modelo diferente es posible. Hay que actuar con humildad, pero sin miedo. Lo que estamos haciendo es poner un ejemplo para que todos los grupos de interés vean que se puede hacer, que hay otra manera de hacer las cosas y que puede dar más valor a todas las partes. - En el Foro ABC el pasado año usted habló de que uno de los retos era transformar todo el conocimiento en tecnologías cuánticas en retorno empresarial, en recaudación y creación de riqueza y patentes. ¿Cómo ve este futuro a medio y largo plazo? - No va a haber un incremento increíble de la recaudación gracias a las tecnologías cuánticas en tres años. Pero si todo va bien, nuestras empresas serán más robustas y las nóminas que se paguen aquí serán más altas y no se nos irán a Alemania. La misma gente con la formación que hemos pagado aquí entre todos. Eso ya es un retorno increíble. En tres años no se puede hacer mucho más, pero se pueden empezar a hacer cosas. - ¿Piensa que la sociedad está informada de lo que le viene encima? - Necesitamos explicarlo con mayor facilidad. No hablar de la tecnología en sí, sino de que esta tecnología supone nuestro futuro y el de nuestros hijos. Tenemos que decirle a la gente que el mundo está cambiando y que ya estamos delante de un un gran riesgo de quedarnos fuera de juego, pero también delante de una tremenda oportunidad. Y aquí estamos todos involucrados: medios de comunicación, administraciones públicas, políticos. Tenemos que dar lo mejor de todos porque, si no, no vamos a aprovechar la oportunidad. Y no solo eso, sino que vamos a enfrentarnos a graves problemas, porque el cambio que se avecina es muy importante. La gente tiene que ser consciente de que todo está cambiando radicalmente y que su vida dentro de 15 o 20 años va a ser completamente diferente a lo que es ahora. - Como cualquier tecnología, la cuántica puede ser utilizada para el bien, pero también para fines menos loables. ¿Le da miedo la parte negativa? - Me da mucho respeto. Sobre todo porque creo que la sociedad no comprende cuál es su rol en todo esto. Estamos dejando las cosas en manos de los demás. Pensamos que alguien está pensando en ello, que lo va a hacer y que será bueno. Pero, ¿quién es ese alguien, los extraterrestres? Creo que nos estamos equivocando con eso, que no hay que conjugar las frases en tercera persona del plural, sino en primera persona del plural. Nosotros somos quienes tenemos que pensar en ello y evitar los riesgos. Identificar cómo hay que hacerlo para que el resultado sea el beneficio común. - ¿Está hablando de regulación? - Probablemente las normas sean necesarias, pero desde luego no son suficientes. No hay manera de regular esto al detalle. Puedes legislar en torno a la inteligencia artificial. Pero, cuando la inteligencia artificial se impulse con la cuántica, estas tecnologías serán capaces de autogenerarse y no atenderán a ningún tipo de ley. No podemos asegurarnos de que solo con regulación estas tecnologías serán para bien. Hay que meter en todo esto a personas que se sienten, que nos enseñen. Filósofos, sociólogos, psicólogos, más allá de los economistas, que ya estaban. Gente que analice el probable impacto de las tecnologías cuánticas y que vaya más allá de las máquinas. - Todos los expertos dicen que no tendremos un ordenador cuántico en nuestra casa, que no será necesario. - Con los primeros ordenadores clásicos decían lo mismo y ahora tú tienes uno entre tus manos de tamaño muy reducido que tiene más potencia de lo que tenía aquel ordenador que necesitaba de una habitación entera. Y no lo hemos vivido solo con eso: también cuando comenzó internet, con las redes sociales, con las herramientas de productividad… No sabemos cuál va a ser exactamente el camino, pero sabemos que hay que recorrerlo. Y, además, lo hemos hecho ya varias veces, y con cierto éxito. Que ahora digan que, probablemente, no todos tengamos una computadora cuántica me da tranquilidad. Eso indica que dentro de unos años, probablemente, tú tengas uno en tu bolsillo.

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