'Wolfs': Pitt y Clooney, dos viejos lobos con balas de fogueo

No hay nada más divertido que ver a dos señores mayores y gruñones discutiendo, peleando por tener la razón y tomándose a pecho -con marcapasos- las desavenencias más triviales, en un arrebato de competitividad masculina mal entendida. En Wolfs, película que pasó por el último Festival de Venecia y que ahora estrena Apple TV, tenemos a dos sesentones -aunque gracias a la aguja parezcan escasamente cuarentones- rabiando por demostrar quién es el mejor "solucionador" profesional; es decir, como el Señor Wolf de Pulp Fiction -supongo que de ahí el título-, la pareja protagonista se encarga de limpiar los desaguisados de sus clientes. Desaguisados del tipo de deshacerse de un cadáver, limpiar los sesos de una alfombra o similares.

Reviviendo la esencia de los grandes filmes de estudio de los años sesenta que mezclaban enredo y hampa, Jon Watts (responsable de la trilogía animada iniciada por Spiderman: Homecoming) dirige y escribe esta comedia negra con balas de fogueo, protagonizada por unos carismáticos Brad Pitt y George Clooney, y en la que tanto el director como los actores trabajan en piloto automático. Tampoco debe de ser fácil contrariar a tus jefes: porque ambos actores también figuran como productores, es decir, como los superiores directos de Watts.

Sí, Wolfs es entretenida, pero responde a un guión predecible, con mucho punto de giro pero poca sorpresa, construido a base de retazos ya vistos y que despilfarra el potencial cómico de un duelo de galanes achacosos (tan sólo hace mofa de su veteranía en una única secuencia del film). Quizás un actor debe debe conocer las horas bajas y los estrenos directos a vídeo para permitirse una autoparodia como la de Los mercenarios; Pitt y Clooney todavía están obligados a mantener inmaculada su vis seductora para seguir vendiendo cápsulas de Nespresso, Delonghi o lo que sea. Wolfs pide colocarlos en situaciones en que se despeinen, verlos arrastrándose por el fango, peleándose por llevar el volante o boicoteándose infantiles. Como mucho hay alguna pulla de fogueo y mucha sonrisa irónica, pero no las suficientes como para invocar una réplica en el público.

Tráiler de 'Wolfs'

Frank Sinatra y Dean Martin hicieron muchas -muchísimas- películas juntos. Tres sargentos (1962), Cuatro tíos de Texas (1963), Cuatro gángsters de Chicago (1964)... y así número tras número. Entre ellas, la más famosa hoy, La cuadrilla de los once (1960), la versión primigenia del Ocean's Eleven (2001) que cuatro décadas más tarde juntó a Pitt y Clooney y les convirtió en la pareja de atracadores de bancos más carismática.

Los sesenta fueron una época más libertina y divertida y Sinatra y Martin fueron el núcleo duro del Rat Pack, el grupo de bon vivants que removían las noches de Las Vegas. Mujeres, música y mafia, siempre rodeados del escándalo, pocas veces salpicados por él. Ahora no sabe uno si las fiestas son más duras o más blandas -habría que preguntarle a P. Diddy-, pero lo que está claro es que Hollywood controla mucho más férrea la imagen que proyectan los actores de clase A. Menos rollo canallita, más rollo familiar. Tanto dentro como fuera de la pantalla.

Recuperando el espíritu del dúo cómico-testosterónico Sinatra-Martin, Wolfs vuelve a reunir en pantalla a Pitt y Clooney tres lustros después de Quemar después de leer (2008), de los hermanos Coen. Los dos siguen llenando la pantalla con su atractivo y complicidad, pero no es suficiente en una película crepuscular que parece cansarse de sí misma. Faltan réplicas agudas e ingeniosas, faltan las bromas ácidas y esa socarronería de quien ya está de vuelta de todo. Falta un poco de movimiento en una road movie urbana, un poco de imaginación en el retrato de una ciudad en la que el peligro acecha y el crimen se multiplica, más allá de un par de setpieces que pasan de un hotel a un bar a una discoteca.

Clooney y Pitt a punto de apalear a Austin Abrams. (Apple TV)

Los personajes protagonistas de Wolfs no tienen nombre. Tan sólo sabemos que a uno lo ha contratado una tal Pam, así que lo llamarán el hombre de Pam (Brad Pitt). Al otro lo ha contratado Margaret (Amy Ryan), así que lo conoceremos como el hombre de Margaret (George Clooney). Margaret es la fiscal del distrito, reputada y normalmente familiar, que acaba de llamar al solucionador porque la única noche loca que se toma para desfogarse ha acabado con el cadáver de un veinteañero (Austin Abrams) salpicado de sangre en medio de una suite en un hotel de lujo. El hombre de Margaret procede a deshacerse del cuerpo cuando un desconocido entra en la habitación: al parecer, el hotel ha contratado a un solucionador para vigilar al otro solucionador y cerciorarse de que ningún escándalo pueda ensuciar el nombre de la cadena.

Y aquí comienza una buddie movie de dos solucionadores que no quieren trabajar juntos: acostumbrados a ser lobos solitarios, son incapaces de colaborar. Se desprecian, pero no se dan cuenta de que son exactamente iguales: visten de la misma manera, sufren los mismos achaques en las articulaciones, hablan muy parecido y, en fin, han dedicado sus vidas a pasar desapercibidos. Pero Watts no explota esta mímesis de ambos personajes, incapaces de ver los fallos del otro en sí mismos, como dos hermanos que se odian pero que, en el fondo, se reconocen como iguales.

Otro momento de 'Wolfs', de Jon Watts. (AppleTV)

En esta comedia negra de enredos los planes de los solucionadores acabarán yéndose al traste por imprevistos que ni siquiera ellos pueden controlar. Lo que iba a ser un trabajo rápido de "limpieza" acabará siendo una noche larga sobreviviendo a los bajos fondos en un viaje que les llevará a descubrir que tienen más en común de lo que pensaban. Sin embargo, a pesar de los puntos de giro que se suceden continuamente, la película se arrastra por numerosos valles, como falta de energía y de ritmo. Wolfs abraza la energía vesperal y nostálgica de sus protagonistas, en vez de rebelarse contra ella.

Falta nervio en un film en el que la cámara se mueve elegante por los encuadres nocturnos, donde las luces, la decoración, todo es correcto... pero sin vida. "Juntos los dos, podemos conseguirlo si lo intentamos", canta Grover Washington Jr en su tema Just the Two of Us, que suena al final de la película. Y casi dan ganas de que el director se hubiese ahorrado la hora y tres cuartos de metraje anterior y hubiese optado por contar lo que ocurre después de aparecer los títulos de crédito, que parece más interesante.

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