Yolanda Díaz pasa de solución a problema

Sumar acumula seis meses de caídas en las encuestas y aún puede retroceder más mientras Podemos suma tres meses consecutivos al alza. El problema de Sánchez no es tanto Feijóo como la atomización de la izquierda. Y eso no se reconstruye ni en un año ni en dos si no se ponen ya a ello

El PP mantiene los tres puntos de ventaja sobre el PSOE y Sumar encadena seis meses en caída

Su aspecto es variado y las hay de varios colores. Unas brillan mucho y otras menos. Unas dejan estela y otras no. Todas son estrellas fugaces. Llegan a gran velocidad, producen luz y, luego, desaparecen sin apenas dejar rastro. Pasa en el espacio y pasa en la política. La historia reciente y remota ha dado también en la esfera pública multitud de meteoros. En la derecha, en la izquierda, en el centro y en los extremos del tablero.

El caso de Sumar es particularmente sonoro. Por cómo surgió, por quién lo lidera, por cómo se desintegra, por las consecuencias de su descalabro y porque en su endogámico y reducido universo orgánico nadie se atreve a decir lo que realmente pasa ni lo que piensa.

Pasa que en su particular forma de conjugar el verbo dimitir, Yolanda Díaz renunció el pasado junio al liderazgo del movimiento Sumar pero no a la dirección de la coalición Sumar en el Congreso de los Diputados. Raro, raro, raro… 

Pasa también que la renuncia de Yolanda Díaz a la dirección del partido -en una intervención sin preguntas ni medios tras obtener tan sólo tres escaños en las elecciones europeas- obligaba a replantear el futuro de un proyecto construido en torno a su figura que quedó descabezado.

Pasa que se nombró a una dirección interina compuesta por Lara Hernández, Elizabeth Duval, Txema Guijarro y Rosa Martínez para sustituir a Díaz como coordinadora general del partido y que todos eran del círculo de confianza de la vicepresidenta del Gobierno y de su Ejecutiva.

Pasa además que el cuarteto en cuestión, se supone que de acuerdo al criterio de Díaz, anunció que funcionaría de forma  transitoria hasta otoño, que se celebraría una asamblea general. Y que, ya entrados en la estación de las hojas caídas, nadie sabe nada de la cita en cuestión, salvo aquellos que apuestan a que no habrá cónclave para elegir nuevo coordinador, sino una convención política para que la dirección interina pase a ser permanente. 

Pasa que la figura de Díaz se diluye y que Sumar no deja de perder apoyos en las encuestas. ¿Ha perdido brillo su figura?, le preguntaba la periodista Pepa Bueno hace una semana en las páginas de El País a la vicepresidenta. La respuesta es para no perdérsela: “No hay que confundir dos cosas: ser la líder de un espacio político con ocuparse de los problemas de la ciudadanía. Yo me he ocupado, desde que me designaron ministra de Trabajo, de lo que me gusta, que es la vida de la gente. Después, he sido en un corto espacio de tiempo, la dirigente de un espacio político y ahora vuelvo a ser la que se ocupa de la vida de la gente”. 

Pasa que el relato de Díaz viene a decir que si uno es líder de un partido y no gobierna, se dedica a cualquier cosa menos a la vida de la gente. Toda una declaración de principios que apunta contra todo aquel que está en política y no tiene cartera, además de una enorme contradicción con el hecho de que en Sumar no haya ya otro líder después de su dimisión a medias y que siga siendo ella quien mueve los hilos de esa organización... Quizá es que no hay sucesión en Sumar porque no hay nada que suceder. 

Pasa que Díaz sigue actuando en la sombra como líder política de un espacio que solo mantiene al 58,2% de los apoyos de quienes le votaron en 2023 y que pierde votos en favor de PSOE y Podemos sin percatarse de que su movimiento hace aguas y de que sólo existe por su representación en el gobierno de coalición. 

Pasa que la impulsora de Sumar seguramente aspira a volver a ser candidata cuando se convoquen elecciones generales, pero también que las encuestas son elocuentes. En la de Simple Lógica que este lunes publicaba elDiario.es, la marca no consigue frenar la sangría de votos y sólo obtendría el 7,4% de los votos, tres décimas menos que hace un mes y cinco puntos por debajo del 12,3 que obtuvo en 2023. Ya acumula seis meses de caídas y lo peor es que aún puede retroceder más. Esto mientras Podemos sube cinco décimas, del 2,9% al 3,4% siendo el de septiembre su tercer mes consecutivo al alza. 

Pasa, en conclusión, que todo son señales  inequívocas de que Yolanda Díaz fue una estrella fugaz que deslumbró sin demasiada luz a una parte de la izquierda. Y pasa también que la salida de las de Ione Belarra del gobierno de coalición no supuso, como algunos pronosticaron, su final.  

Pasa, por tanto, que con Díaz o sin ella o la izquierda es capaz de trabajar en serio por la unidad o el gobierno progresista puede despedirse de repetir mandato. El problema de Sánchez no es tanto el PP de Feijóo como la atomización de la izquierda alternativa. Y eso no se reconstruye ni en un año ni en dos si no se ponen ya a ello. Hace tiempo que la vicepresidenta pasó de ser la solución para la continuidad de Sánchez en La Moncloa a convertirse en un serio problema. 

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