El viaje del "nuevo" Caravaggio: de 1.500 euros en una subasta a mostrarse en el Prado
En marzo de 2021 hubo un terremoto en el mundo del arte. En la casa de subastas Ansorena de Madrid aparecía un Ecce Homo que, aunque había sido atribuido primero al círculo de José de Ribera e iba a salir con un precio de 1.500 euros el 8 de abril, se convirtió en todo un bombazo al considerarse un Caravaggio. Pieza única de las pocas del pintor italiano (60 en total). Un valor, por tanto, incalculable. E igual una obra maestra convertida en patrimonio español -por encontrarse en este territorio- y que no debería salir del país, según la Ley de Patrimonio Histórico Español. Y, efectivamente, todo cambió.
En pocas horas los propietarios -entonces se desconocía quiénes eran- empezaron a recibir ofertas millonarias. Ahí es cuando el Museo del Prado dio la voz de alarma y empezó a elaborar un informe para que el cuadro no pueda salir de España. Hizo su presencia en España la historiadora María Cristina Terzaghi, que está considerada la máxima autoridad en el pintor italiano, y aseguró sin dudas que se trata de una pieza del maestro italiano. El 7 de abril el Ministerio de Cultura convocaba una reunión urgente de la Junta de Calificación, Valoración y Exportación de bienes del Patrimonio Histórico Español y declararon el bien inexportable. Dos días después además la Comunidad de Madrid iniciaba los trámites para declararlo Bien de Interés Cultural a instancias de Cultura (sería declarado BIC en diciembre de aquel año). Se quedaba ya en España fuera lo que fuera.
El ojo experto no basta: cómo saber si un cuadro es de Caravaggio
Paula Corroto
Pocos días después se supo que los dueños del supuesto Caravaggio era la familia Pérez de Castro Méndez, descendientes de Evaristo Pérez de Castro, político liberal del siglo XIX, uno de los redactor de la Constitución de Cádiz en 1812, secretario de Estado, presidente del Consejo de Ministros durante la regencia de María Cristina de Borbón y académico de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando (RABASF). Según las informaciones publicadas, Pérez de Castro habría intercambiado esta obra de Caravaggio por otra de mayor interés para la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, según los archivos de esta institución (pese a las escasas obras de Caravaggio en el mundo).
Así, el cuadro se había convertido en una herencia familiar de los tres hijos de Mercedes Méndez Atard, artista e hija de Diego Méndez, quien había sido arquitecto del Valle de los Caídos. El cuadro había llegado a la familia a través de su marido, Antonio Pérez de Castro. Y hasta que surgió todo el seísmo artístico había estado completamente olvidado y criando polvo.
Comprador desconocido
Ante todo este vendaval, la familia contrató los servicios de Colnaghi, uno de los anticuarios más importantes del mundo. Un mes después, en mayo, una delegación compuesta por expertos del Museo del Prado, la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y de la Dirección General de Patrimonio de la Consejería de Cultura de la Comunidad de Madrid comenzaban a inspeccionaR por primera vez la supuesta obra de Caravaggio. De resultas salió un informe de los técnicos del Museo del Prado, que señalaba que el cuadro se había oscurecido con el paso del tiempo por la oxidación de los barnices y que la pintura se ha craquelado y desprendido en algunas zonas. Pero seguía siendo un Caravaggio. Y empezaba su restauración.
El Museo Nacional del Prado y Colnaghi anuncian el préstamo temporal de la obra maestra de Caravaggio, "Ecce Homo": https://t.co/AGKaMjEd8M pic.twitter.com/RhF8OF1JT7
— Museo del Prado (@museodelprado) May 6, 2024
La obra fue finalmente vendida por la familia a un comprador particular -su nombre y el precio se desconocen- y aunque el Ministerio de Cultura y la Comunidad de Madrid tenían derecho a tanteo, no lo ejercieron. Y hoy llega su fin del viaje: el nuevo dueño quería que este Ecce Homo pintado hacia 1605-1609 fuera colgado en las paredes de la pinacoteca. Este acuerdo no ha tenido ningún tipo de contraprestación económica, pero es obvio que para este nuevo comprador ya tiene un marchamo absoluto de autenticidad. Estará colgado durante nueve meses -y luego a ver qué pasa- y las paredes del Prado no son cualquier cosa.