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  1. La Generalitat sanciona a Renfe con 900.000 euros por vulnerar los derechos de los consumidores durante una avería La Generalitat ha impuesto una sanción de 900.000 euros a Renfe por vulnerar los derechos de los consumidores durante la avería de la línea R2sud en Gavà (Barcelona) del mayo pasado. La decisión, que fue aprobada el martes en la reunión del consejo ejecutivo, aumenta en 200.000 euros el expediente que la Agència Catalana de Consum abrió en noviembre tras una serie de inspecciones. Según dicho expediente, Renfe llevó a cabo “prácticas comerciales desleales por acción u omisión” al informar mal a los consumidores a la hora de decidir si compraban billetes para esa linea. La Agència considera esta infracción como “muy grave”, teniendo en cuenta la “desconfianza” que genera sobre el servicio y el “predominio” de Renfe en el mercado. La Generalitat desplegó un equipo de inspectores el 8 de mayo de 2023 en las estaciones Barcelona-Sants, Passeig de Gràcia, Camp de Tarragona, Reus y l'Aldea-Amposta-Tortosa, para comprobar si la operadora cumplía con sus obligaciones hacia los consumidores y actuaba para reducir las incidencias en el servicio. Durante la inspección, se detectaron alteraciones de los horarios y de los transportes alternativos, puntos de atención a los clientes cerrados y trenes anunciados como directos que se pararon en todas las estaciones. Por ello, Consum considera demostrado que existían “deficiencias” en la información que ofrecía la compañía ferroviaria en relación al servicio del R2sud, que en aquellos momentos estaba afectada por la avería derivada del incendio en un cuadro de señales en Gavá. La avería se produjo el 1 de mayo y hubo polémica sobre su origen, atribuido inicialmente de forma errónea a un rayo. Posteriormente, se concluyó que había habido una rotura de un hilo de la catenaria que, por la vandalización del sistema de tierra que debía proteger las instalaciones, no pudo ser detectado automáticamente. A raíz de la avería, la circulación del R2sud quedó gravemente afectada, y durante unas tres semanas los trenes circularon con problemas. De forma progresiva, se fue retomando el servicio, con entre cuatro trenes por hora y sentido hasta que el 20 de mayo se normalizaron. Este jueves, Renfe aseguraba que todavía no se le había notificado la sanción. Cuando en noviembre pasado la Agència Catalana de Consum propuso castigar a la operadora con 700.000 euros, Renfe alegó que las modificaciones del servicio a raíz de la avería se consensuaron con la Generalitat, como titular del servicio. La operadora también explicó que hizo un esfuerzo por garantizar la movilidad y por mantener informados a los clientes a través de todos sus canales de comunicación y atención al cliente a pesar de la complejidad de la situación. Asimismo, Renfe destacó entonces que la incidencia se produjo de forma “totalmente sobrevenida”.
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  2. Sánchez irrumpe en la campaña catalana y pide votar a Illa para "ganar al fango" Pedro Sánchez ha pasado en una semana de preguntarse si merecía la pena seguir y confesar no tenerlo claro a proclamar que “merece la pena trabajar para que Illa abra una nueva etapa en Catalunya”. El presidente ha irrumpido este jueves en la campaña catalana en Sant Boi, en su primer acto público tras una semana de infarto en el Gobierno y en su partido. Pasado el momento de tribulación, Sánchez se ha declarado “dispuesto” para movilizar todo el voto posible en Catalunya. “El próximo 12 de mayo ganemos al fango votando a Salvador Illa”, ha reclamado el líder del PSOE, que ha pronunciado en Sant Boi un discurso centrado en los hitos de su presidencia y el debate nacional, sin apenas referencias a la situación interna en Catalunya. Tras recordar diferentes episodios relacionados con los ataques que le dirige la derecha, como la consigna “que te vote Txapote”, Sánchez ha pedido el voto de los catalanes para demostrar que “la democracia puede más que el fango y los bulos”. “Estos cinco días que nunca olvidaré he extraído muchas lecciones”, ha asegurado en un polideportivo abarrotado por unos 2.000 asistentes dentro y otro millar que seguía el acto a través de pantallas colocadas en el exterior. “Después de ver toda la corriente de solidaridad me he dado cuenta de que vivimos en un gran país, de que somos más los que queremos una política limpia frente a los bulos y la difamación. Estos cinco días me han demostrado que el camino de nuestras siglas no es el más sencillo pero es el mas justo”, ha asegurado.  Hay pocas cuestiones más prioritarias para el líder socialista en este arranque de legislatura que Catalunya. Al menos desde el punto de vista electoral. Que Illa acceda a la presidencia de la Generalitat tras el 12 de mayo supondría para el PSOE, por un lado, cerrar el procés y legitimar su estrategia, que ha sido blanco constante de críticas de la oposición. Por el otro, debilitar a los independentistas, que ejercen una presión a veces asfixiante en el Congreso. Con estos dos objetivos en el punto de mira, Sánchez tiene previsto volcarse en lo que resta de campaña catalana para ayudar a un Illa que se sabe en cabeza y ahora quiere maximizar sus apoyos. “El domingo 12 de mayo ganaremos las elecciones, gobernaremos Catalunya y abriremos una nueva etapa”, ha proclamado el candidato a la presidencia nada más subirse al escenario. “El próximo 12 de mayo no elegimos quien le va poner las cosas difíciles al Gobierno de España, sino para elegir a quien gobernará Catalunya”, ha recordado Illa, aterrizando el acto en la campaña catalana. El candidato del PSC ha apelado a la fuerza del Baix Llobregat, comarca en la que se sitúa Sant Boi y que históricamente ha sido un granero electoral para esta formación. “Con la fuerza de esta comarca abriremos una nueva etapa en Catalunya”, ha prometido Illa, que insiste en todas sus intervenciones en que quiere gobernar bajo la consigna de “unir y servir”. Con todo, la ocasión también invitaba a que el líder de los socialistas catalanes centrase buena parte del discurso en elogiar al presidente del Gobierno, a quien ha cedido gran parte del protagonismo. “Pedro, compañero, gracias sobre todo por tu coraje, tu valentía y tu trabajo para que Catalunya volviera a la normalidad”, ha espetado Illa, que ha acabado pidiendo el apoyo de los votantes para el propio Sánchez. “Sabemos todos que te la has jugado por Catalunya y Catalunya no va a olvidar esto”, ha subrayado. De la reflexión a la campaña Sánchez, incluso los días que estuvo en La Moncloa reflexionando, monopolizó esta campaña. El PSC aclamaban su imagen, proyectada en los mítines, mientras los independentistas le lanzaban dardos. Finalmente, el lunes se conoció que la decisión final del presidente era no dimitir y proclamar el inicio de una “regeneración política” sin aún revelar medidas concretas para ello. Para el miércoles, ya estaba convencido de que merecía la pena y se dio un primer baño de masas en la Feria de Abril de Barcelona, junto a sus compañeros del PSC. Entraba en campaña, físicamente, después de haberlo hecho en espíritu durante casi una semana. En las filas de los socialistas catalanes siempre se ha considerado que Sánchez era un talismán electoral, ya desde los tiempos de Miquel Iceta en los que el líder del PSOE estaba muy lejos de la Moncloa. En las primarias de 2017 que disputó contra Susana Díaz, la militancia del PSC se volcó con él, otorgándole el 82% de los apoyos. Una de sus grandes valedores entonces fue la alcaldesa de Sant Boi, Lluïsa Moret, hoy número dos de Salvador Illa en el partido y que ha participado en el mitin. “Mostrar las emociones no es un símbolo de debilidad ni de cobardía sino un símbolo de valor y coraje”, ha asegurado Moret en su intervención. Un apoyo sostenido durante más de siete años que Sánchez ha recordado cuando ha asegurado que siempre ha sentido el aliento de Catalunya. “Mi deuda con Catalunya y con el PSC es eterna”, ha dicho. Sánchez funciona en Catalunya hoy por las mismas razones que en 2017. Conecta con unas bases que normalmente se perciben más a la izquierda que la media del PSOE y, también, que son algo más sensibles a la cuestión nacional.  En este sentido, el tándem entre Sánchez e Illa no podría funcionar mejor. El primero tiene la autenticidad y el pedigrí socialista para reconectar con aquella militancia catalana que le aupó contra Susana Díaz, mientras que Illa es un candidato eficaz para llevar hasta la orilla socialista un voto que no vibra apelando a la identidad socialista sino que se sitúa tradicionalmente más a la derecha, sea por la parte de Convergència o de Ciudadanos. Hay otro dato que en la sala de máquinas del PSC tienen muy en cuenta. En las elecciones de julio pasado 1.200.000 catalanes votaron a Sánchez, lo que en porcentaje supone 10 puntos más que el voto a Illa en las catalanas de 2021. La razón es el histórico voto dual, que se suma a la abstención diferencial. Es decir, electores que votan al PSC en generales mientras, en las catalanas, votan otro partido o se quedan en casa.  Ante esa realidad, todo lo que suponga que el voto al PSC se conecte con un voto a Sánchez estrecha ese voto dual y puede catapultar a Illa. Vestir las catalanas de elecciones generales tiene premio para el PSC.
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  3. Puigdemont rechaza pactar con Illa y sitúa a ERC en un Govern "de izquierdas catalanas y españolas" El expresident y candidato de Junts a la presidencia de la Generalitat, Carles Puigdemont, ha rechazado cualquier tipo de acuerdo con el PSC y ha dado por hecho que ERC y los comuns apoyarán un Govern “de izquierdas catalanas y españolas” presidido por Salvador Illa. Así se ha expresado Puigdemont en la primera rueda de prensa que concede el líder de Junts desde el pasado mes de julio y que se ha celebrado en Argelers (Francia) en el marco de las ruedas de prensa que acoge la Agència Catalana de Notícies (ACN) con todos los candidatos al 12M. Hace tiempo que el independentismo rompió el tabú de pactar con los socialistas. Junts y ERC lo hicieron en varios ayuntamientos y diputaciones tanto después de las municipales de 2019 como de 2023, y también después de las generales de julio para investir a Pedro Sánchez. Pero cualquier tipo de acuerdo para la Generalitat con el PSC sigue despertando recelos en neoconvergentes y republicanos. Puigdemont ha dado un portazo a la predisposición de Illa a negociar con Junts y el resto de formaciones para lograr un ejecutivo “fuerte y estable” en la nueva legislatura, según ha dicho el candidato socialista en la cadena SER. “La credibilidad que merece el señor Illa es cero”, ha replicado Puigdemont, que se ha mostrado convencido de que el candidato socialista “tiene cerrado un acuerdo” con ERC y los comuns para formar “un Govern de izquierdas catalanas y españolas”. Un extremo por el que ni PSC ni ERC han apostado durante la campaña y que solo los comuns defienden sin ambages. Los republicanos han sido el blanco de los ataques de Puigdemont, pese a que el president ha insistido en reclamar unidad a los independentistas y que su prioridad es pactar con ERC para formar Govern. “¿Los votos de ERC servirán para hacer president al delegado del PSOE en Catalunya? Los nuestros no”, ha enfatizado. Preguntado por cómo llevará a cabo su promesa de culminar la independencia, Puigdemont no ha esbozado ningún plan concreto y se ha limitado a decir que después del 12M pretende reunir en una misma mesa “a todos los actores que hicieron posible la victoria del 1 de octubre”. Más que en la independencia, la rueda de prensa de Puigdemont ha estado centrada en los pactos postelectorales necesarios ante un escenario fragmentado del Parlament como el que dibujan todas las encuestas, que incluso pronostican una eventual pérdida de la mayoría independentista que ha existido en la última década. El expresident ha advertido contra una posible repetición electoral, que ha considerado “una mala noticia”. La estrategia esbozada por Puigdemont pasa por ser president mediante una mayoría absoluta independentista en primera votación. En caso de no lograr la suma independentista la cifra mágica de 68 escaños, Puigdemont ha insistido en que puede igualmente volver a la Generalitat gracias a una mayoría simple independentista. Para este escenario, sin embargo, sería necesario que algún partido de la oposición se abstuviera. Sin pedir activamente la abstención de los socialistas, Puigdemont sí ha empezado a intentar trasladar la presión a los de Illa. “¿Qué hará el PSC? Le pueden preguntar al jefe, al señor Sánchez, porque así nos ahorraremos tiempo?”, ha ahondado Puigdemont, para a renglón seguido insistir en que si Illa logra ser investido gracias a los votos del PP, Junts dará por finiquitado su apoyo a Sánchez y cortocircuitará la legislatura en Madrid.
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  4. Collboni aprueba los presupuestos de Barcelona en minoría a la espera de zanjar un pacto con ERC tras las elecciones El alcalde Jaume Collboni ha conseguido aprobar sus primeros presupuestos al frente del Ayuntamiento de Barcelona. Pero lo ha hecho apurando hasta la última de las cartas que tenía en su mano. Su gobierno en minoría no fue capaz de alcanzar los votos necesarios para sacar adelante las cuentas y el socialista se vio obligado a echar mano de la moción de confianza. Esta herramienta, contemplada en la LOREG, proporciona a los ayuntamientos una vía para desencallar decisiones importantes como los presupuestos, vinculándolas a la continuidad del mandato del alcalde o alcaldesa de turno. Los grupos de la oposición han contado con un mes para proponer un candidato alternativo y, como no se ha presentado ninguno, el gobierno ha quedado reafirmado y las cuentas automáticamente aprobadas. “Sin que haya sido presentado ningún candidato alternativo a alcalde o alcaldesa [...] hay que entender otorgada la confianza y aprobados los presupuestos”. Así ha quedado escrito en el BOPB (Boletín Oficial de la Provincia de Barcelona), cuya publicación pone punto y final, de manera discreta, a la moción de confianza. Con todo el foco mediático puesto en las elecciones catalanas y en las consecuencias que ha tenido la denuncia contra la mujer de Pedro Sánchez, Collboni ha conseguido salvar sus primeras cuentas sin llamar demasiado la atención. Pero el alcalde todavía tiene trabajo por hacer. A día de hoy sólo ha cumplido una de las dos promesas que le hizo a la ciudadanía poco después de aceptar el cargo. Aseguró a los barceloneses que en primavera la ciudad tendría presupuestos y un gobierno estable. Sí hay cuentas, que suman 3.735 millones de euros, un 3,9% más alto que el del año anterior. Es la cifra la más alta que ha tenido el consistorio de la capital catalana hasta la fecha, 140 millones por encima del último presupuesto de Ada Colau. Pero lo del gobierno estable todavía está en el horno ya que, con 10 concejales de 41, al socialista le faltan votos para poder seguir adelante con la legislatura. Todo apunta a que la elegida será ERC, tal como han dejado entrever en diversas ocasiones los líderes de ambas formaciones, cuyas relaciones cada vez se hacen más estrechas. Ahora bien, el acuerdo no se formalizará hasta pasados los comicios del 12M, tal como anunció Collboni el mismo día que inició la moción de confianza. Y es que del recuento de las urnas pueden nacer diversos escenarios. A lado y lado de plaça Sant Jaume Aunque la moción de confianza haya sacado las castañas del fuego a Collboni esta vez, es una carta que no puede jugar siempre que quiera. De hecho, sólo se puede usar dos veces por mandato y nunca dos años seguidos. Es algo de lo que han echado mano muchos alcaldes, pero Collboni es el primero que lo hace durante su primera legislatura. Y todavía le quedan otros tres presupuestos por delante. Collboni sabía que iba a necesitar un socio desde el momento en que tomó la vara de mando y también lo sabían los grupos de la oposición que, desde el día uno, han estado pugnando por entrar en el gobierno. Durante meses, Collboni ha coqueteado con Junts, los comuns y ERC. Pero las relaciones con estos pretendientes han ido tomando caminos muy distintos. Trias y Colau parecían los más cercanos a rubricar un acuerdo, a pesar de que no han cejado nunca en los embistes al socialista de cara a la prensa mientras, de puertas a dentro, se desarrollaban unas conversaciones que cada día se enfriaban más. Por su parte, el camino de ERC ha ido a la inversa. Collboni y Ernest Maragall no se reunieron para discutir un pacto ya que el republicano había pactado con Trias, quien resultó ganador de las elecciones y estaba destinado a ser alcalde si no hubiera sido por un pacto 'in extremis' entre el PSC, el PP y los comuns. Era la segunda vez que Maragall se quedaba a las puertas del gobierno de la ciudad, después de que en 2019 fuera él el vencedor de los comicios y Colau le arrebatara el mando a través de un pacto con el PSC. Pero cuando Ernest Maragall abandonó la dirección del partido en Barcelona, se llevó con él la negativa a negociar. En su lugar, Elisenda Alamany, su sucesora, empezó el deshielo y convirtió a los republicanos en los favoritos del alcalde. De hecho, mientras Junts y los comuns aseguraron que sólo votarían 'sí' a los presupuestos si Collboni les ofrecía entrar al gobierno, los republicanos ofrecieron su apoyo sin que -al menos oficialmente- supusiera su entrada en el Ejecutivo. Ese gesto fue la constatación de que Collboni ya había elegido, al menos, a uno de sus futuros socios de gobierno. Pero el alcalde dejó muy claro que no oficializaría a su pareja de baile hasta después de la aprobación de sus presupuestos. Esto le daba tiempo a acompasar las negociaciones para las cuentas de Barcelona con las de la Generalitat, que se estaban llevando a cabo al otro lado de plaça Sant Jaume, también con ERC, el PSC y los comuns como protagonistas. Pero el 'no' de los comuns a los presupuestos catalanes, que derivó en un avance electoral, dinamitó los tempos de Collboni. Porque, aunque la buena sintonía entre el PSC y ERC se hacía cada día más evidente, no era una opción zanjar un pacto con su rival político directo a las puertas de las elecciones. Collboni no se esconde y ha dejado entrever en diversos momentos -el último en una entrevista en El Periódico este lunes- que el pacto con ERC está hecho. Pero no se oficializará hasta que las urnas catalanas hablen el 12M. A no ser que haya un gran cambio de guion, los de Alamany estarán en el gobierno municipal, pero este acuerdo sumará 15 concejales, lejos todavía de los 21 en los que se sitúa la mayoría. Para esa suma necesitarían a los nueve de Ada Colau, quien todavía no ha querido dar por perdida la batalla por volver al gobierno a pesar de que sus relaciones con su exsocio son cada día más tensas, tal como han demostrado en diversas ocasiones. Y no hay que perder de vista que el hecho que los de Colau insistan en su voluntad para llegar a acuerdos en el PSC también tiene algo que ver con las futuras negociaciones que se darán pasadas las elecciones, en las que los comuns pugnan por ser necesarios para la formación del Govern. Y es que a pesar de que Collboni ha afirmado en todo momento que él no mezclaba carpetas, sí reconoció que “el contexto a veces ayuda a los acuerdos y a veces los dificulta”. Y, en este caso, el contexto dependerá del nombre del próximo president de la Generalitat. 
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  5. ERC y Junts rompen el tabú de la financiación autonómica y pugnan por liderarla frente a Illa “No nos engañemos: no es viable una reforma del sistema de financiación autonómica del Estado español”. Con esta contundencia se expresaba Pere Aragonès en la entrevista con elDiario.es de la campaña de 2021. Y abundaba: “Si tengo que elegir prefiero dedicar las energías al referéndum que a la reforma de la financiación”. Era la última formulación de uno de los más rocosos tabúes del procés, aquel que veía mal que los independentistas hablasen de “cuestiones autonomistas”, es decir, de la gestión de asuntos secundarios ante un horizonte de secesión inminente. En Junts no han sido menos ortodoxos. “Catalunya necesita la independencia, esta es la mejor financiación”, ha afirmado Carles Puigdemont estos días. Más allá de declaraciones maximalistas, tanto ERC como Junts han ido dejando atrás el tabú de la financiación y han metido en campaña sus respectivos modelos ante un Salvador Illa que también ha prometido empujar esa reforma. La cuestión del reparto de recursos entre comunidades, caducado en 2014 y que había salido del debate público catalán desde hace casi los mismos años, ha vuelto a situarse en el centro de la discusión, a la vez que los tres principales partidos buscan el voto moderado que piensa más en la cartera que en la bandera. El primer documento en el que tanto ERC como Junts exhibieron su interés por la financiación fue el acuerdo alcanzado para la investidura de Pedro Sánchez, en septiembre pasado. El documento suscrito con los republicanos era más concreto y hablaba de la creación de una comisión bilateral para abordar tanto la financiación (recursos que se traspasan a la Generalitat) como las inversiones directas que el Estado efectúa en Catalunya. Incorporaba además este pacto una condonación del 20% de la deuda del FLA, correspondiente a una quita de unos 15.000 millones de euros. El acuerdo con Junts era más escueto y fijaba “un diálogo singular sobre el impacto del actual modelo de financiación sobre Catalunya”. Además, indicaba la necesidad de una reforma de la Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas (LOFCA), en la que Junts proponía (sin que el PSOE la aceptara) una fórmula similar al cupo vasco y navarro. La mejor financiación puede ser la independencia, según sostiene Puigdemont, pero su partido está dispuesto a jugar el partido dentro de la cancha de la autonomía. Tres modelos en liza Avanzando por este camino, Aragonès presentó semanas antes de la campaña toda una propuesta articulada sobre una nueva financiación, a la que llaman “singular”, que no deja de ser un modelo muy similar al que tienen las diputaciones vascas y Navarra: recaudar todos los impuestos en origen (en este caso desde la Generalitat) y traspasar después al resto de instituciones según el cálculo de los servicios que éstas presten en Catalunya. Este sistema sería, en resumen, el inverso al actual, donde el Estado se hace con la mayor parte de los recursos y después los reparte en función de una estimación de necesidades de cada nivel administrativo. Junts ha preferido poner el acento en otra cuestión: la inversión estatal territorializada. Este cálculo mide año tras año cuánto de lo presupuestado ha sido efectivamente ejecutado en cada comunidad autónoma y el resultado suele ser, por sistema, muy favorecedor para algunos territorios y muy perjudicial para otros. Por ejemplo, en el año 2021, en la Comunidad de Madrid recibió el 184% de lo presupuestado mientras Catalunya se quedaba en el 35,8%. Las comunidades de régimen común que recibían menos inversión por habitante eran Comunitat Valenciana, 93 euros por persona, y Catalunya, con 96, mientras Murcia con 383 euros se situaba en cabeza seguida de Aragón (333 euros). Sin embargo, Junts ha jugado al equívoco con las cifras de inversión para asegurar que 2017 fue un año récord en ejecución y atribuirle este éxito a Carles Puigdemont. Una afirmación que, sin embargo, es un espejismo contable, ya que 2017 fue también un año con una inversión presupuestada mucho más baja que en los siguientes ejercicios. La realidad es que 2020 fue el año que más inversión ejecutó el Estado en Catalunya, con 957,2 millones de euros en total, seguido del año 2022, cuando se inyectaron 947,9 millones. Cifras superiores a los 901,8 millones de euros obtenidos en 2017. El modelo de Illa, por su parte, responde al nuevo enfoque que el socialista ha introducido en esta campaña, en la que afirma que Catalunya puede hacer grandes avances sin necesidad de grandes reformas y sin necesidad de aumentar el tope competencial. En materia fiscal, el PSC propone avanzar en el consorcio fiscal entre la Generalitat y el Estado que está previsto en el Estatut y que supondría que una nueva entidad, participada por las instituciones catalanas y centrales a la vez, recaudasen primero los tributos autonómicos en Catalunya y, si se desarrollase más, el conjunto de todos los impuestos que pagan los catalanes. Con todo, esto no significaría que la Generalitat pudiera disponer de ese dinero, que seguiría siendo administrado por Hacienda y repartido entre las autonomías en base al sistema de financiación que rigiera en cada momento. Por esta razón, Illa ha prometido que si es president empujará para la reforma del actual reparto, poniendo en todo caso el límite en el consenso entre las autonomías y dejando fuera una posible bilateralidad entre Barcelona y Madrid como sí disfrutan vascos y navarros. Un tabú tan viejo como el procés La razón por la que la financiación se convirtió en un anatema la explicaba Andreu Mas-Colell en este diario cuando decía que, cuando él ostentó la cartera económica del Govern con Artur Mas, se pensaba que si se hablaba de financiación se estaría enviando el mensaje a Madrid de que el conflicto entre Catalunya y el Estado podía arreglarse con dinero. Una idea de la que el independentismo siempre ha huido. El advenimiento del procés supuso que el Govern catalán dejase de poner el acento en la financiación, al igual que tendiese a dejar vacía la silla del consejo de Política Fiscal y Financiera, que comparten todas las comunidades con el Ministerio de Hacienda, bajo la idea de que eran cuestiones inútiles. Sin embargo, durante estos últimos 10 años sí ha habido intentos, más o menos serios, de agilizar la cuestión de la financiación. En el año 2016 la entonces presidenta Balear, Francina Armengol, y Carles Puigdemont desde el Govern catalán acordaron un frente común en el debate sobre un posible nuevo reparto de los recursos, que acabó entonces en nada. Posteriormente, en el año 2020, Sánchez presentó al entonces president Quim Torra su “agenda para el reencuentro”, en la que se incluían cambios tanto en la financiación como en las inversiones del Estado en Catalunya, con una promesa de movilizar hasta 1.600 millones de euros. Torra optó por dejar aquel documento en un segundo lugar, para privilegiar sus demandas de amnistía y referéndum, ante lo cual desde la Moncloa contestaron que no iban a renunciar a la reforma de la financiación aunque no convenciese a la Generalitat.
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  6. Pedro Sánchez reaparece por sorpresa en la Feria de Abril de Barcelona El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, ha reaparecido en público tras una semana en la que ha reflexionado sobre una posible dimisión para acabar decidiendo seguir en el cargo. Este miércoles 1 de mayo, festividad por el día del trabajador, Sánchez ha acudido a la Feria de Abril de Barcelona, donde el PSC tiene una caseta, para entrar en la campaña catalana en la que este jueves protagonizará un acto en la localidad de Sant Boi. Según las imágenes colgadas en la red social X por el ministro de Transportes, Óscar Puente, el jefe del Gobierno ha acudido a la caseta del PSC rodeado de simpatizantes del partido y junto a Salvador Illa, candidato de la formación el próximo 12 de mayo. Según han informado fuentes del PSC, Sánchez ha visitado únicamente la caseta de su formación en la feria, situada en el Parc del Fòrum, en Sant Adrià del Besòs, cerca de la capital catalana. Se trata del primer acto público en el que participa Sánchez después de que las bases socialistas hayan estado en vilo por su posible renuncia.
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