El verdadero cerebro de la masacre de Annual no fue el famoso Abd el-Krim: estudió en España
Se ha contado en muchas ocasiones. Durante las dos semanas que duró el desastre de Annual , en 1921, se calcula que murieron entre 10.000 y 13.000 soldados del Ejército español. Algún investigador británico, como Geoffrey Regan, elevó la cifra hasta los 20.000. En cualquier caso, fue una masacre sin precedentes de la que se han recuperado testimonios sorprendentes como los recogidos en el libro 'Morir en África: La epopeya de los soldados españoles en el desastre de Annual' (Crítica, 2014), de Luis Miguel Francisco. Un telegrama del Rif, recibido el 7 de junio de aquel año, comentaba: «El capital Huelva fue de los primeros en ser alcanzado por una bala rebelde. Sereno y animoso, a pesar de encontrarse herido, se mantuvo en el parapeto, del que solo se separó algunas veces para aprovisionar de municiones a sus hombres, hasta que le mató una nueva bala. Casi al mismo tiempo, cuatro proyectiles enemigos hacían blanco en el jefe de la posición, el capitán Salafranca, quien no cesaba de animar a sus fuerzas a pesar de su gravísimo estado». Muchos de los cadáveres de sus compañeros fueron descuartizados con saña por las hordas indígenas de Abd El-Krim y olvidados sobre el terreno para siempre. Tan crítica y desesperada fue la situación que se vivió después de que las tropas del general Silvestre fueran desarboladas, que algunos soldados españoles se mataron entre sí para hacerse con un transporte en el que huir. La mayoría cayó igualmente. De aquella tragedia hay mucha información. El escritor Ramón J. Sender que recordó posteriormente a las mujeres indígenas que seguían a la retaguardia mora torturando y rematando a los españoles heridos. A muchos les arrancaron las muelas mientras estaban vivos para hacerse con el oro de las fundas y los empastes. A otros, incluso, los abrieron en canal a golpe de gumía. La barbarie era su seña de identidad. Otro superviviente español consiguió escapar tras fingir su muerte, aunque después de que le cortaran un dedo. «Los moros degollaban sin piedad a nuestros soldados con salvaje ferocidad», comentaba sobre las tropas de un Abd el-Krim que no solo trataba de ganar la guerra, sino aplastar, humillar y aterrorizar a nuestro Ejército para dejar constancia del odio que sentía hacia España. Este líder de la resistencia contra las administraciones española y francesa durante la guerra del Rif ha pasado a la historia como el principal responsable de aquella matanza. Cada día, los periódicos de España publicaban sus pasos en aquellos años y, por supuesto, durante los días en los que se produjo la citada matanza entre el 21 de julio y 9 de agosto de 1921. Fue tal la publicidad que recibió, que es prácticamente imposible encontrar noticias en las que aparezca su hermano Mhamed Abd el-Krim, el considerado por muchos como el verdadero cerebro del desastre de Annual. Uno de los detalles más sorprendentes y, en cierta forma, contradictorios es que la planeó solo dos años después de regresar de España, donde se había pasado nueve años estudiando y perfectamente integrado en la sociedad. Este periplo comenzó cuando, el 28 de diciembre de 1910, le envió una carta al director de la Escuela de Magisterio de Málaga, «suplicándole» que fuera admitido tras el pertinente examen. Tenía solo 15 años, pero la plaza le fue concedida y se mudó, inmediatamente, a la ciudad andaluza para vivir una de las etapas más felices de su vida, según explicó él mismo. Tal es así que, cuando acabó sus estudios con excelentes notas, decidió cursar Ingeniería de Minas, esta vez en Madrid, hasta 1919, tan solo dos años antes de que decidiera masacrar a los que en ese momento eran sus vecinos, conciudadanos, compañeros y profesores. Fue entonces cuando se convirtió en un destacado militar de El Rif y organizó, junto a su hermano mayor, la resistencia contra las tropas coloniales españolas y francesas, a quienes les infligió importantes derrotas en el norte de Marruecos, en los primeros meses después de regresar a casa. El hecho de que el nombre de ambos hermanos fuese muy parecido –Mhamed y Muhammad– provocó una profunda confusión sobre su identidad durante años. En muchas ocasiones se llegó a creer, incluso, que eran la misma persona, pero no era así. El primero fue el gran estratega militar de las fuerzas rifeñas, mientras que el segundo pasó a la historia como el líder absoluto del movimiento emancipador. Los dos, eso sí, hablaban bien el español, pues su padre se había esforzado mucho en que recibieran la mejor educación. Cuando llegó la definitiva ruptura de los Abd el Krim con España y el ataque sobre las posiciones de Abarrán, Igueriben y Annual, Mhamed conocía ya a la perfección el sistema defensivo español y todas sus debilidades. Fue a partir de ese momento cuando aparece citado en diferentes artículos de ABC como «el hermano de...» y, por lo general, en pequeñas notas. En 1921, dos fotógrafos de este diario consiguieron publicar un retrato suyo tomado en Axdir , junto al del coronel Silverio Araujo, que en ese momento era su prisionero. «Hermano del presidente de la República del Rif, ministro de la Guerra y jefe de las fuerzas que luchan por la independencia», puede leerse en el pie de foto. Ese mismo año, este diario cuenta que Mhamed se encuentra «prisionero de los cabileños de Gomara , a quienes se sigue suponiendo inclinados a entregarlo a las autoridades españolas». En 1923, sin embargo, se le sitúa en Francia . En 1925, al frente del Ejército rifeño en diferentes puntos de Marruecos. Sin embargo, no fue derrotado definitivamente hasta mayo de 1926, cuando él y toda su familia se rindieron a los franceses y vivieron en la isla de Reunión durante dos décadas. De ahí se trasladaron a Port Said y, después, a El Cairo, acogidos por el Gobierno egipcio. El Abd el-Krim famoso falleció en 1963. Mhamed, por su parte, regresó un año después a Rabat, en el Marruecos independiente. Allí le sobrevino la muerte de un ataque al corazón, justo cuando planificaba volver al Rif.
abc.es
El verdadero cerebro de la masacre de Annual no fue el famoso Abd el-Krim: estudió en España
Se ha contado en muchas ocasiones. Durante las dos semanas que duró el desastre de Annual , en 1921, se calcula que murieron entre 10.000 y 13.000 soldados del Ejército español. Algún investigador británico, como Geoffrey Regan, elevó la cifra hasta los 20.000. En cualquier caso, fue una masacre sin precedentes de la que se han recuperado testimonios sorprendentes como los recogidos en el libro 'Morir en África: La epopeya de los soldados españoles en el desastre de Annual' (Crítica, 2014), de Luis Miguel Francisco. Un telegrama del Rif, recibido el 7 de junio de aquel año, comentaba: «El capital Huelva fue de los primeros en ser alcanzado por una bala rebelde. Sereno y animoso, a pesar de encontrarse herido, se mantuvo en el parapeto, del que solo se separó algunas veces para aprovisionar de municiones a sus hombres, hasta que le mató una nueva bala. Casi al mismo tiempo, cuatro proyectiles enemigos hacían blanco en el jefe de la posición, el capitán Salafranca, quien no cesaba de animar a sus fuerzas a pesar de su gravísimo estado». Muchos de los cadáveres de sus compañeros fueron descuartizados con saña por las hordas indígenas de Abd El-Krim y olvidados sobre el terreno para siempre. Tan crítica y desesperada fue la situación que se vivió después de que las tropas del general Silvestre fueran desarboladas, que algunos soldados españoles se mataron entre sí para hacerse con un transporte en el que huir. La mayoría cayó igualmente. De aquella tragedia hay mucha información. El escritor Ramón J. Sender que recordó posteriormente a las mujeres indígenas que seguían a la retaguardia mora torturando y rematando a los españoles heridos. A muchos les arrancaron las muelas mientras estaban vivos para hacerse con el oro de las fundas y los empastes. A otros, incluso, los abrieron en canal a golpe de gumía. La barbarie era su seña de identidad. Otro superviviente español consiguió escapar tras fingir su muerte, aunque después de que le cortaran un dedo. «Los moros degollaban sin piedad a nuestros soldados con salvaje ferocidad», comentaba sobre las tropas de un Abd el-Krim que no solo trataba de ganar la guerra, sino aplastar, humillar y aterrorizar a nuestro Ejército para dejar constancia del odio que sentía hacia España. Este líder de la resistencia contra las administraciones española y francesa durante la guerra del Rif ha pasado a la historia como el principal responsable de aquella matanza. Cada día, los periódicos de España publicaban sus pasos en aquellos años y, por supuesto, durante los días en los que se produjo la citada matanza entre el 21 de julio y 9 de agosto de 1921. Fue tal la publicidad que recibió, que es prácticamente imposible encontrar noticias en las que aparezca su hermano Mhamed Abd el-Krim, el considerado por muchos como el verdadero cerebro del desastre de Annual. Uno de los detalles más sorprendentes y, en cierta forma, contradictorios es que la planeó solo dos años después de regresar de España, donde se había pasado nueve años estudiando y perfectamente integrado en la sociedad. Este periplo comenzó cuando, el 28 de diciembre de 1910, le envió una carta al director de la Escuela de Magisterio de Málaga, «suplicándole» que fuera admitido tras el pertinente examen. Tenía solo 15 años, pero la plaza le fue concedida y se mudó, inmediatamente, a la ciudad andaluza para vivir una de las etapas más felices de su vida, según explicó él mismo. Tal es así que, cuando acabó sus estudios con excelentes notas, decidió cursar Ingeniería de Minas, esta vez en Madrid, hasta 1919, tan solo dos años antes de que decidiera masacrar a los que en ese momento eran sus vecinos, conciudadanos, compañeros y profesores. Fue entonces cuando se convirtió en un destacado militar de El Rif y organizó, junto a su hermano mayor, la resistencia contra las tropas coloniales españolas y francesas, a quienes les infligió importantes derrotas en el norte de Marruecos, en los primeros meses después de regresar a casa. El hecho de que el nombre de ambos hermanos fuese muy parecido –Mhamed y Muhammad– provocó una profunda confusión sobre su identidad durante años. En muchas ocasiones se llegó a creer, incluso, que eran la misma persona, pero no era así. El primero fue el gran estratega militar de las fuerzas rifeñas, mientras que el segundo pasó a la historia como el líder absoluto del movimiento emancipador. Los dos, eso sí, hablaban bien el español, pues su padre se había esforzado mucho en que recibieran la mejor educación. Cuando llegó la definitiva ruptura de los Abd el Krim con España y el ataque sobre las posiciones de Abarrán, Igueriben y Annual, Mhamed conocía ya a la perfección el sistema defensivo español y todas sus debilidades. Fue a partir de ese momento cuando aparece citado en diferentes artículos de ABC como «el hermano de...» y, por lo general, en pequeñas notas. En 1921, dos fotógrafos de este diario consiguieron publicar un retrato suyo tomado en Axdir , junto al del coronel Silverio Araujo, que en ese momento era su prisionero. «Hermano del presidente de la República del Rif, ministro de la Guerra y jefe de las fuerzas que luchan por la independencia», puede leerse en el pie de foto. Ese mismo año, este diario cuenta que Mhamed se encuentra «prisionero de los cabileños de Gomara , a quienes se sigue suponiendo inclinados a entregarlo a las autoridades españolas». En 1923, sin embargo, se le sitúa en Francia . En 1925, al frente del Ejército rifeño en diferentes puntos de Marruecos. Sin embargo, no fue derrotado definitivamente hasta mayo de 1926, cuando él y toda su familia se rindieron a los franceses y vivieron en la isla de Reunión durante dos décadas. De ahí se trasladaron a Port Said y, después, a El Cairo, acogidos por el Gobierno egipcio. El Abd el-Krim famoso falleció en 1963. Mhamed, por su parte, regresó un año después a Rabat, en el Marruecos independiente. Allí le sobrevino la muerte de un ataque al corazón, justo cuando planificaba volver al Rif.