Raquel, la embarazada de siete meses rescatada de la riada por sus vecinos en Catarroja: «No podían conmigo con la cuerda»
Le viene el llanto varias veces mientras relata cómo le salvaron la vida sus vecinos cuando tenía el agua al cuello, casi literalmente, en la riadas por la DANA en Catarroja (Valencia). «Fue una locura, me quedé cogida en la reja de una ventana, me rescataron y tengo traumatismos en la cabeza, porque estoy de siete meses y peso 80 kilos, no podían conmigo y se me desenrollaba la cuerda y me golpeé contra la pared», recuerda Raquel, una embarazada a salvo en la catástrofe. El nivel de la tromba subía, «ya me venía el agua por arriba de la cadera casi hasta el pecho, aunque había árboles y farolas, con la corriente por el medio de la calle me subí a la fachada del ambulatorio y ahí estuve enganchada hasta que me pudieron sacar, gracias a que había azotea y gente allí», detalla. Aquellos minutos nunca los olvidará, con la máxima tensión y miedo por su supervivencia: «Fueron unos momentos de mucho pánico , de rezar y de decir a ver cómo, de qué manera me va a llegar la muerte, me veía arrollada por coches o atravesada por una señal». Y, por encima de todo, el instinto maternal, más fuerte que el de salvarse ella. «Embarazada, piensas 'que me peguen a mí los trastos, pero que no me den en la barriga, por no perder a la criatura…' una odisea, fue terrible », narra esta joven, con la imagen de todos los enseres y objetos arrastrados por la avalancha junto a ella. Pasado el susto, con esos golpes y algunos moratones en los brazos, por los esfuerzos cuando la izaban con dificultad porque se le desenrollaba la cuerda y no podía hacer fuerza para facilitar la subida por la fachada, le han realizado un chequeo médico en el hospital y han descartado daños para el bebé que espera. No han podido hacerle radiografías para no repercutir en su gestación. A Raquel le cogió la inundación en el supermercado y después del rescate se ha puesto como una más a remangarse y ponerse con la limpieza en su pueblo, sin arredrarse por el embarazo. «No quieren que les ayude, pero yo no me podía estar quieta, hay mucho que hacer, mis vecinos de abajo se han quedado sin casa , por lo menos están vivos, lo mínimo es ayudar a sacar enseres», cuenta entre sollozos y lágrimas, al ver el drama a su alrededor, aunque ella viva en una primera planta y no le haya causado daños materiales directamente. «Ha venido muchísima gente para ayudar, yo no puedo con enseres grandes y pesados, pero con el cepillo voy limpiando, para que puedan acceder los bomberos», describe. «Es devastador , hay que sacar sus cosas por la puerta y por las ventanas, quitar barro de los patios, de los garajes, tremendo, algo para que no se repita en la vida, pero, bueno, estamos vivos», apostilla.
abc.es
Raquel, la embarazada de siete meses rescatada de la riada por sus vecinos en Catarroja: «No podían conmigo con la cuerda»
Le viene el llanto varias veces mientras relata cómo le salvaron la vida sus vecinos cuando tenía el agua al cuello, casi literalmente, en la riadas por la DANA en Catarroja (Valencia). «Fue una locura, me quedé cogida en la reja de una ventana, me rescataron y tengo traumatismos en la cabeza, porque estoy de siete meses y peso 80 kilos, no podían conmigo y se me desenrollaba la cuerda y me golpeé contra la pared», recuerda Raquel, una embarazada a salvo en la catástrofe. El nivel de la tromba subía, «ya me venía el agua por arriba de la cadera casi hasta el pecho, aunque había árboles y farolas, con la corriente por el medio de la calle me subí a la fachada del ambulatorio y ahí estuve enganchada hasta que me pudieron sacar, gracias a que había azotea y gente allí», detalla. Aquellos minutos nunca los olvidará, con la máxima tensión y miedo por su supervivencia: «Fueron unos momentos de mucho pánico , de rezar y de decir a ver cómo, de qué manera me va a llegar la muerte, me veía arrollada por coches o atravesada por una señal». Y, por encima de todo, el instinto maternal, más fuerte que el de salvarse ella. «Embarazada, piensas 'que me peguen a mí los trastos, pero que no me den en la barriga, por no perder a la criatura…' una odisea, fue terrible », narra esta joven, con la imagen de todos los enseres y objetos arrastrados por la avalancha junto a ella. Pasado el susto, con esos golpes y algunos moratones en los brazos, por los esfuerzos cuando la izaban con dificultad porque se le desenrollaba la cuerda y no podía hacer fuerza para facilitar la subida por la fachada, le han realizado un chequeo médico en el hospital y han descartado daños para el bebé que espera. No han podido hacerle radiografías para no repercutir en su gestación. A Raquel le cogió la inundación en el supermercado y después del rescate se ha puesto como una más a remangarse y ponerse con la limpieza en su pueblo, sin arredrarse por el embarazo. «No quieren que les ayude, pero yo no me podía estar quieta, hay mucho que hacer, mis vecinos de abajo se han quedado sin casa , por lo menos están vivos, lo mínimo es ayudar a sacar enseres», cuenta entre sollozos y lágrimas, al ver el drama a su alrededor, aunque ella viva en una primera planta y no le haya causado daños materiales directamente. «Ha venido muchísima gente para ayudar, yo no puedo con enseres grandes y pesados, pero con el cepillo voy limpiando, para que puedan acceder los bomberos», describe. «Es devastador , hay que sacar sus cosas por la puerta y por las ventanas, quitar barro de los patios, de los garajes, tremendo, algo para que no se repita en la vida, pero, bueno, estamos vivos», apostilla.