Rafael Prieto, matemático: "El crimen y el miedo al crimen son dos asuntos distintos y que tienen una correlación muy baja"
"Gracias a las redes sociales, partidos políticos como Vox te hacen pensar que el mundo allá afuera es exageradamente violento y que ellos son la solución", explica el experto que consiguió con ecuaciones y datos trazar un plan de acción contra el narco en México
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“Están las personas que saben usar un martillo y van encontrando clavos por el mundo, y las personas que aprenden a usar un destornillador y van encontrando tornillos. A mí me enseñaron a resolver ecuaciones, y lo que sé hacer es poner una ecuación y resolverla”. Así se presenta el matemático mexicano Rafael Prieto Curiel, 38 años, miembro del Complexity Science Hub de Viena, al comienzo de su charla con elDiario.es en Berlín, en un descanso de la conferencia científica Falling Walls.
Falling Walls se celebra cada año en el aniversario de la caída del Muro y reúne personalidades de todo el mundo que hayan derrumbado muros del conocimiento. Prieto lo hizo con una investigación, publicada en la revista Science el año pasado, sobre los cárteles narco de México, tras cinco años como director de análisis estratégico en la policía del DF.
Su trabajo reveló que el narco es el quinto empleador de México –175.000 personas– y que la mejor manera de atajarlo no es aumentar la presión policial, como llevan haciendo las administraciones mexicanas, sino actuar sobre el reclutamiento, un elemento que, según sus modelos matemáticos, puede llegar a disminuir de manera significativa la tasa de homicidios, una de las más altas del mundo. De hecho, como ha explicado en la conferencia, América Latina constituye solo el 9% de la población mundial y contabiliza el 32% de los homicidios en el mundo.
En sus investigaciones aborda desde el crimen a la movilidad urbana, las cárceles de Bukele en El Salvador o la migración en Austria. ¿De qué manera se puede usar la matemática y las herramientas estadísticas para mejorar el mundo?
Es un proceso que puede tomar mucho tiempo, pero la parte más enriquecedora de las matemáticas es justamente tratar de trasladar algo de la realidad. ¿Cuántos miembros tiene el crimen organizado? ¿Por qué la gente usa coche y no se transporta en bicicleta o a pie? ¿Qué necesitamos hacer para que la ciudad sea más eficiente y más sustentable? Una vez que escribes esas ecuaciones, las resuelves. Pero resolver las ecuaciones ya lo hace una computadora, esa es la parte fácil. Ahora, regresa de esa solución que te encontraste a la realidad. ¿Qué nos está diciendo este x igual a siete? Y esa parte, ir de realidad a ecuación y de resultado a realidad, es la que a mí más me emociona, porque es modelar matemáticamente nuestra realidad.
Sin embargo, no empezó así. Trabajó como hacen muchos matemáticos en un ámbito económicamente más rentable: el mundo de las finanzas.
Tuve la grata experiencia de trabajar en finanzas seis meses. Y digo que fue grata porque descubrí que esa no puede ser mi vida. Porque tú estás dedicando tu trabajo, tu tiempo y tu esfuerzo para hacer al rico más rico. Y cuando yo me muera, no quiero esa sensación para mí. Y no me importa si mi colaboración con el mundo va a ser menor, si yo voy a tener que pasar hambre o trabajar muchas horas, pero no voy a ser yo la persona que haga al rico más rico.
Por un lado está el crimen y por el otro, el miedo al crimen y la percepción sobre ello. Son dos dimensiones totalmente distintas y tienen una correlación tan bajita que a veces tienes que lidiar con los dos problemas diferentes
Uno de los temas sobre el que ha trabajado es el de los bulos sobre la vacunación durante la Covid 19 en las redes sociales. Con un negacionista de las vacunas que pronto dirigirá el ministerio de salud de Estados Unidos, es un tema de actualidad.
Hace cuatro años el mundo atravesaba una pandemia. Eran unos días tan oscuros y grises que cuando empezó a sonar que iba a haber una vacuna, yo pensé: ojalá se desarrolle y ojalá sea lo suficientemente rápido. Pero qué miedo: ¿Cómo reaccionará la sociedad ante esa vacuna? ¿Qué pasará con el rechazo? Esto me recordaba mi trabajo en la policía: por un lado está el crimen, es decir, cuántos delitos hay, cuántos homicidios, cuántas personas ayer perdieron su cartera. Y por el otro, el miedo al crimen y la percepción sobre ello. Son dos dimensiones totalmente distintas y las dos tienen una correlación tan bajita que a veces tienes que lidiar con los dos problemas diferentes.
Yo dediqué mi tesis doctoral a modelar el miedo al crimen. Es como una idea que le pasas a otras personas. En general son pocas las personas que sufren un crimen, pero son muchas las personas que tienen miedo al crimen por una victimización secundaria. Las pocas víctimas transfieren a los demás el proceso de su delito a través del miedo. Este proceso lo utilizamos para modelar la percepción de inseguridad de una ciudad.
¿Y esto pasa también con el miedo a las vacunas?
Sí. Si una persona decide aplicarse la vacuna, lo más seguro es que esté rodeado de personas que también quieran aplicarse la vacuna. Y en cambio, cuando una persona piensa: yo no me quiero aplicar la vacuna por X razón, resulta que casi siempre sus círculos sociales –amigos, parientes, vecinos– tampoco quieren.
La inmigración no es el proceso de conquista y reconquista que te están haciendo creer las redes sociales. Al contrario, es una población muy pequeña que ha hecho que los países que la reciben sean los que hoy tienen mayor propensión a la riqueza, mayor desarrollo, y diversidad cultural
Y entonces se da un fenómeno matemático más complicado. No solo hay personas que no quieren vacunarse sino que, como están juntas, si el virus ataca tienes a un grupo muy grande de personas sin inmunizar. Cuando diseñas una vacuna piensas que vas a llegar al 100% de la población. Si hay un 30% que la rechaza situado aleatoriamente, no pasa nada. Pero cuando tienes ciudades completas o estados en EEUU con una tasa de vacunación mucho más baja que las demás se genera un problema de salud. ¿Cómo llegas con evidencia científica a una población que tal vez ya no está dispuesta a escucharlas?
¿Cómo?
Creo que de los retos más difíciles a los que se va a enfrentar la humanidad en los siguientes años. Del siglo XXI nos quedaron algunos como la falta de sustentabilidad, la obesidad, el envejecimiento de la población y las fake news. Hoy en día tienes a personas que piensan que la tierra es plana. Si piensas eso, cuando te hable de la vacuna ya estás muchos niveles más allá de poderte convencer. Creo que una parte muy importante es equipar a las personas que hablan de ciencia de la información correcta y adecuada de datos, de evidencias duras y de argumentos que sean sólidos y verdaderos. Me pasa algo parecido con el tema de la migración, otro tema que estudio.
Las fake news sobre ese tema abundan.
No solo eso. Cuando yo hablo de migración, escucho mucha gente que habla a favor del proceso migratorio por razones que son falsas. Ay, es que mira pobrecito: si hay que ayudarlos. No estoy de acuerdo. Tú no tienes responsabilidad de nada, pero tu país tiene una dependencia de la migración, demográfica y económica. Esto no es benevolencia: necesitamos equipar a las personas que hablan de inmigración de mejores argumentos. Hoy Austria, así como Hungría, República Checa, España o Italia dependen del flujo migratorio. Y ese proceso de equiparnos de los argumentos correctos es el que yo considero que nos hace falta en la ciencia. Lo demás ya lo hace la inteligencia artificial.
Uno de los aspectos que habéis estudiado es el impacto de los migrantes en la salud. ¿Qué herramientas les podéis dar a los decisores políticos gracias a las matemáticas?
Creo que hay un universo muy interesante que se abrió con datos y con modelos. El dato de migración que nosotros trabajamos es el flujo diario de todas las personas que se registran en un país. Esa tabla me dice cuántas personas llegaron ayer de tal o cual país, y podemos ver algo que se llama el flujo migratorio. No cuántos migrantes hay hoy, sino cuántos llegaron y cuántos se fueron. Si observas, por ejemplo, cuántas personas de México hay en EEUU, el número es más o menos de 10 millones. Si lo observas en un año van a ser también 10 millones. Uno pensaría que nadie que se está moviendo, pero hay un flujo intensísimo entre los dos países: más o menos un millón de personas que van a EEUU y un millón que regresan cada año.
Muchas de las personas que estudian migración son conscientes que el futuro es pelearnos por los migrantes, no para detenerlos sino para atraerlos, porque ellos van a seguir manteniendo tu país de pie
Con estos datos podemos hacer mejores modelos matemáticos para entender el efecto que tiene en la sociedad esta cantidad de personas que vienen y van. Uno muy evidente es el demográfico: los migrantes casi siempre son jóvenes, menores de 40, y suelen ser hombres si son de países del Este o de África. Podemos ver, por ejemplo, cómo afecta eso al sistema de salud. Una medida súper sencilla para comparar es el número de noches de hospital. Es solo un indicador, no necesariamente preciso. Pero nos sirve para comparar. En Austria, donde hicimos el estudio, están muy subrepresentados: son solo el 9% de las noches en el hospital, pero suponen el 20% de la población.
Es decir, cuestan menos a nuestro sistema de salud. Justo el mensaje contrario al de los partidos de derechas.
Por todos lados te hacen pensar que el sistema de salud se está saturando porque los migrantes lo están sobreutilizando y el resultado es el contrario. Lo usan muy poquito por dos razones importantes. Una es que son mucho más jóvenes, comparados con la población de Austria, que suelen ser adultos un poco mayores que requieren más frecuentemente una noche de hospital. Y dos, porque el proceso de migración requiere que la persona sea muy saludable casi siempre. La que tiene ciertos padecimientos de salud se queda en su país de origen.
Hay políticos como Donald Trump que sobre este flujo migratorio ha construido una campaña electoral.
Es una cuestión de prospectiva. EEUU es un país de 330 millones de personas y por supuesto tiene un problema con el flujo migratorio. Yo creo que hay que regularlo: hay que entender mejor cómo es ese flujo, darle acceso a las personas que llegan a un sistema de salud, a que puedan trabajar y a que se puedan educar, porque ese es el futuro de tu país.
Las redes sociales cambiaron el paradigma de la comunicación pero no para bien, porque no están reflejando una realidad, ni nos dieron democracia en la comunicación, ni nos permitieron tener un mensaje más real. De hecho, en la comparación que hicimos, las redes sociales están más sesgadas que los medios de comunicación originales
Imagínate que todo El Salvador, que es un país que ha generado un flujo migratorio considerable, se muda a EEUU. Son seis millones de personas, representaría menos del 2% de la población de EEUU. No me digas que el país más poderoso y más rico del mundo no puede con un 2% de personas que además son exageradamente jóvenes, que ya están educadas, porque muchos llegan con educación secundaria o postsecundaria. Entonces no eres la potencia que yo me imaginaba que eres.
Esto no es el proceso de conquista y reconquista que te están haciendo creer las redes sociales. Al contrario, es una población en realidad muy pequeña que ha hecho que los países que reciben migración sean los países que hoy tienen mayor propensión a la riqueza, mayor desarrollo, y diversidad cultural: Inglaterra, Francia o EEUU. Países como Alemania en realidad quieren recibir migrantes. De hecho, muchas de las personas que estudian migración son conscientes que el futuro es pelearnos por los migrantes, no para detenerlos sino para atraerlos, porque ellos van a seguir manteniendo tu país de pie.
¿Qué se puede hacer para limitar la desinformación en las redes?
Las redes sociales son relativamente nuevas. En estos 15 años nos ofrecieron un nuevo paradigma de comunicación, donde si tú abres tu cuenta, puedes llegar a ser tan importante y tu voz puede ser escuchada por los demás. Pero eso es lo que decíamos hace 15 años. Hoy nos damos cuenta que la realidad de las redes sociales es muy distinta. En primer lugar, prácticamente toda persona que es famosa en el mundo real es famosa en redes sociales. Es decir, no es cierto que te puedas hacer famoso. Los que llegaron a ser famosos ya lo son. Y entonces tú ves el Instagram de Katy Perry o de Jennifer López y tienen millones de seguidores. Y yo no tengo millones de seguidores porque no soy tan famoso como Justin Bieber o Barack Obama.
Pero sí hay personas, influencers, que nacen en redes y se hacen famosas…
Claro, pero estas personas son un poco outliers, casos atípicos. Elementos raros, porque hay millones de personas que a diario intentan hacerse famosas y no lo consiguen. Son tan poquitos que no cambia el paradigma social. Junto con unos colegas, bajamos 40 millones de tuits de 17 países de América latina para ver cuánto se menciona crimen en estos millones de tuits. Y después lo comparamos con la realidad, mirando los delitos cometidos, las víctimas. Resulta que los delitos que encontramos en redes son exageradamente sesgados a componentes sexuales y de violencia, y hay muy poquita presencia de delitos sufridos en la realidad.
Asómate a la calle y dime si el mundo en el que estás viviendo se asemeja a lo que ves en redes. Genera esa conciencia. Ese mundo de redes sociales ya no es más que ciencia ficción
Gracias a las redes sociales hoy existen partidos políticos, Vox es un muy buen ejemplo, que te hacen pensar que el mundo allá afuera es exageradamente violento, porque tú no vas a salir a la calle a comprobarlo. Además, cuando yo te doy ese mensaje como partido político, te digo: la solución soy yo. Es decir, te vendo un problema y la solución al mismo tiempo.
Lo negativo vende, lo negativo genera retweets, esa sensación de acción. Eso es lo peligroso de las redes sociales. Cambiaron el paradigma de la comunicación pero no para bien, porque no están reflejando una realidad, ni nos dieron democracia en la comunicación, ni nos permitieron tener un mensaje más real. De hecho, en la comparación que hicimos, las redes sociales están más sesgadas que los medios de comunicación originales. Los medios de comunicación están muy sesgados hacia violencia y hacia componentes sexuales, sí, pero las redes sociales lo están mucho más.
¿Qué se puede hacer?
¿Apagar tu Twitter? Yo creo que, cuando tú decides abrir una red social, hay que ser consciente de que la información que te están poniendo ahí no es un reflejo de la realidad. Que el producto eres tú. Que lo que tú vas a consumir te va a hacer sentir miedo a algo, y te va a hacer generar acción y actividad: ‘comparte, y si no compartes eres un mal ciudadano’. Pero no, asómate a la calle, abre tu ventana y dime si el mundo en el que estás viviendo se asemeja a lo que ves en redes. Genera esa conciencia. Nosotros como científicos es lo que tenemos que hacer. Ese mundo de redes sociales ya no es más que ciencia ficción.
Otro tema que ha estudiado es el de la movilidad, en más de 700 ciudades del mundo. Observasteis que más de la mitad de las personas se mueven en coche, y otras cosas preocupantes.
¡Qué tragedia lo de la movilidad urbana! Cuando alguien te vende un problema y la solución al mismo tiempo, te tiene que hacer dudar. Fíjate con el coche eléctrico lo que pasó. Una compañía te dice: yo sé que los coches contaminan, pero no te preocupes que te hago otro, que yo tengo la solución. Entonces aquí está el mismo coche, pero ya le llamo verde, o sostenible. Es el mismo producto, pero ahora ya le quité el problema. Si esa fuera la realidad, pues qué maravilla.
¿Qué coche eléctrico quita los neumáticos o el asfalto? Ninguno. Y está el tema del uso del espacio. Más de la mitad del espacio de una ciudad es para los coches. Pero, ¡yo quería vivir en una ciudad, no en un estacionamiento!
Un remedio milagroso.
Pero resulta que en realidad el problema de los coches ya ni siquiera es solo la gasolina. Los neumáticos y el asfalto son las sustancias más tóxicas que produce la humanidad hoy. Cuando tú compras un coche nuevo y tiene neumáticos nuevos, son gordotes. Cuando lo vas usando, se hacen delgaditos. ¿Por qué? Porque te lo estás respirando o lo estás comiendo, o termina en el agua y te lo bebes. Entonces todo ese neumático lo estás tú consumiendo en el final del producto. Y si no, tú, tus hijos o las personas que viven cerca del río.
El asfalto es peor, porque hay que reencarpetar las ciudades más o menos cada 15 años y es tan tóxico que la persona que lo pone tiene que usar mascarilla. Bueno, el asfalto una vez que se levanta te lo terminas por comer también. ¿Qué coche eléctrico quita los neumáticos o el asfalto? Ninguno. Y está el tema del uso del espacio. Un coche hay que estacionarlo en algún lugar y producir una avenida para que se mueva. Resulta que más o menos el 25% de la superficie de una ciudad se dedica a vías de circulación y el 30% a estacionamiento. Más de la mitad del espacio de una ciudad es para los coches. Pero, ¡yo quería vivir en una ciudad, no en un estacionamiento!
En EEUU calculamos que hay 8 millones de coches que se dejaron de usar porque ya no son sustentables circulando en México, donde en el año 2000 en había 10 millones de coches. En 2022 eran 35 millones. Esa es la tragedia que tenemos que parar como humanidad
Tercer punto: la manufactura. Producir un coche genera más o menos 18 toneladas de CO2. Lo quieres reemplazar cada cuatro o cinco años, lo que quiere decir que por año estás produciendo más o menos tres toneladas. ¡Pues eso ya está por encima de tu presupuesto de emisiones! Ya no puedes respirar o comer o beber agua porque te acabaste tus tres toneladas. O sea, esto no puede ser la solución a la movilidad, porque el automóvil ya te pone por arriba de la línea que podemos cruzar. Necesitamos pensar en algo distinto.
De acuerdo. ¿Y qué necesitamos hacer?
Ahí es cuando los datos de movilidad vienen al juego. Vemos cómo nos movemos en distintas ciudades y resulta que en ciudades como Barcelona están empujando los coches, hacen supermanzanas, hacen calles peatonales, invierten en un transporte público más seguro, invierten en calles que son más bonitas para caminar. Y a la gente le encanta. Hay fricciones, al principio entiendo que no es automático, que no todos van a estar convencidos, pero eventualmente el número de personas que usan coche se reduce. Que es el objetivo, porque lo más pernicioso que tiene una ciudad hoy en día son los coches que hay adentro.
¿Y cómo nos vamos a deshacer de esos coches? Trabajando en dos medidas. La propiedad del coche. ¿Cuántos coches efectivamente hay? Y otra medida es el uso. Desafortunadamente, Barcelona o París están reduciendo el uso del coche pero no están reduciendo tan rápido la propiedad. Y la propiedad es tan importante como el uso, porque significa manufactura, producción y reemplazo. Y fíjate la tragedia. Cuando tú en España compras un coche y vendes el viejo piensas que estás haciendo algo por el planeta, en especial si el coche es eléctrico. Pero el coche viejo casi siempre se vende en un mercado más barato, por lo general en África. Eso quiere decir que tu coche sigue contaminando, solo en otro lugar. Contamina lo mismo o peor, porque usan gasolina de menor calidad.
En EEUU calculamos que hay 8 millones de coches que se dejaron de usar porque ya no son sustentables y no cumplen la norma, que hoy circulan en México. La contaminación es global. En el año 2000 en México había 10 millones de coches circulando. En 2022 eran 35 millones. Esa es la tragedia que tenemos que parar como humanidad.