Valencia y un área metropolitana que no funciona: recetas urbanas tras la catástrofe de la DANA
Aunque en un primer momento ha quedado fuera del primer plano de la discusión en torno a la catástrofe provocada por la DANA en Valencia, conforme pasan los días se agranda la evidencia de una ausencia de coordinación entre los distintos municipios que conforman el conjunto de territorio afectado. Por no hablar de su relación entre la capital respecto a l’Horta Sud.Es el enfrentamiento entre un territorio con un volumen y unas dinámicas que no encajan con una talla administrativa demasiado pequeña. El área metropolitana de Valencia necesita como pocas veces antes un traje a su medida, pero se encuentra con una realidad incómoda que, aunque era perceptible desde hace años, ahora representa un problema de primer grado: la ausencia metropolitana, la escasez de organismos para adaptar las soluciones administrativas a la realidad de la ciudadanía (cerca de cinco millones de desplazamientos diarios a lo largo de toda el área).Valencia se comporta como un territorio hecho de decenas de municipios a su alrededor (cerca del 30% afectados por la DANA), en cambio, la convergencia entre todos ellos es tan débil que, tras el desastre del último martes de octubre, las soluciones en asuntos como el transporte público o la coordinación de servicios se ha improvisado, con el caos y la ausencia de protocolos consecuentes. Horas de atascos, autobuses que no llegan, dependencia total del coche fuera de los límites de la ciudad principal…Lejos de ser un problema específico del entorno Valencia, es una constante en los sistemas urbanos de toda España (con la excepción ligera de Barcelona). Un handicap severo para las ciudades españolas que, sin embargo, en las peores horas es cuando contribuye a empeorar las cosas en lugar de facilitar las soluciones.No coordinarse mata: las lecciones de urbanismo que nos deja lo ocurrido en ValenciaFernando Caballero MendizabalLo sucedido a causa de la DANA pone en evidencia un grave problema en las áreas metropolitanas españolas: la falta de una planificación urbana coherente y coordinada“En l’Horta Sud, como en toda el área de Valencia, la coordinación metropolitana es puramente sectorial y parcial: servicios hidráulicos, tratamiento de residuos, una tímida política de transporte…”, resume Josep Vicent Boira, catedrático de Geografía Humana de la Universitat de València y Comisionado del Gobierno para el Corredor Mediterráneo, una de las voces que más insiste en los últimos años en la anomalía que supone una metropolización así de light.El propio Boira reflejaba estos días algunos datos que dan cuenta de cómo se ha transformado la Valencia real en las últimas décadas: la población de su área metropolitana creció un 20% de 1984 a 2006, pero lo hizo hasta en un 60% en viviendas, polígonos o infraestructuras. Entre 2000 y 2006, más de 75 millones de metros cuadrados de suelo cambiaron de uso, de los cuales más del 60% se transformaron, de suelo natural, a uso urbano, industrial o comercial. Cambios profundos que apenas se vieron guiados por instrucciones integrales, si no más bien por el método de juanpalomo. La DANA ha dejado inservibles unos 100.000 coches. (EFE/Biel Aliño) Boira cree que la falta de coordinación metropolitana ha tenido una incidencia directa en la prevención de los efectos de fenómenos como la DANA: “Posiblemente, se hubiera producido de la misma manera, pero sus efectos podrían haber sido menos dañinos, en vidas y en pérdidas materiales, con una ordenación del territorio correcta. Dejar descansar en los municipios toda la responsabilidad de buscar espacios de expansión residencial para sus vecinos dentro de su término ocasiona que se vayan invadiendo parcelas que posiblemente no deberían haberse urbanizado. Que todos y cada uno de los municipios deban contar con un polígono industrial (del que puede depender una parte de sus finanzas) lleva a la competición con el vecino y a la exposición a riesgos que no deberían asumirse… Se necesita una visión a escala metropolitana de la realidad económica, social, residencial y urbanística y, desgraciadamente, estamos muy lejos de ello”.Esa distorsión entre realidad social y realidad administrativa, con un coste elevado en pérdida de oportunidad, se extiende por toda España, cree el catedrático emérito de Geografía Humana de la Universitat de València, Joan Romero: “Con la excepción de la experiencia de Bilbao Ría 2000 y de la ley de creación del área metropolitana de Barcelona en julio de 2010, el remarcable fracaso para desarrollar mecanismos de gobierno del territorio adaptados a la evolución de la ciudad real en España. Constituye uno de los mejores ejemplos para constatar la distancia existente entre retórica territorial y políticas públicas reales. Las dificultades para impulsar proyectos conjuntos, los desencuentros institucionales y la fragmentación administrativa prevalecen sobre la todavía escasa relación de buenas prácticas”.Más allá de la tragedia humana: Valencia afronta la reconstrucción milmillonaria de infraestructurasVíctor Romero. ValenciaLa riada más devastadora del siglo deja un rastro de destrucción cuyo coste tendrá que asumir la Administración. La declaración de zona catastrófica debería agilizar las obrasComo si la administración se hubiera quedado congelada mientras el territorio y quienes lo ocupan hubieran seguido a lo suyo.“La cuestión metropolitana es una de nuestras grandes anomalías. Solamente revisando el momento en que se encuentran algunos de nuestros países vecinos (Grand Lyon, Métropole Européenne de Lille, Strasbourg Eurométropole, Città Metropolitana di Bologna, Verband Region Stuttgart, Region Hannover o Region FrankfurtRheinMain), podemos calibrar la distancia que nos separa y la necesidad de impulsar la cuestión”, sigue Romero.Reconstrucción física de l’Horta Sud… pero también política y legal“A la reconstrucción física de la comarca de l’Horta Sud le debe corresponder otra reconstrucción, esta vez política y legal, del gobierno de ese territorio”, cree Josep Vicent Boira, quien introduce algunas recomendaciones: “Una planificación a escala metropolitana de polígonos, accesos, viales, centros comerciales y de ocio, red de transportes y de infraestructuras, una correcta ordenación territorial de espacios residenciales y una política de movilidad sostenible que descanse sobre el transporte público metropolitano. Estas tres claves deberían ser exigencias añadidas a las tareas de reconstrucción física del territorio. En manos de la Generalitat valenciana está el culminar el itinerario legal del PATIVEL y del PMoMe de València. Con ello, dispondríamos de documentos normativos de coordinación urbanística y de coordinación de la movilidad. Y se debería avanzar en órganos de gestión y gobernanza a esa misma escala”.Las pérdidas por el cambio climático en la UE se disparan un 162% en una décadaAna SomavillaLas inundaciones son las catástrofes más frecuentes y los estados gastaron cerca de 44.000 millones el último añoCon el PATIVEL, Boira se refiere al Plan de Acción Territorial de València, iniciado en 2016 (aunque previsto ya por Ley de Ordenación del Territorio, Urbanisme i Paisatge, LOTUP, de 2014) y que no ha sido aprobado y sigue en tramitación. El PMoMe es el Plan de Mobilitat Metropolità de València (PMoMeValència), que desde 2018 tampoco ha sido aprobado a pesar de que la Ley de Movilidad de 2011 ya establecía su necesidad. En esa situación de limbo entre corsés administrativos y realidad social, “nada se sabe de un organismo de gobierno y coordinación de actuaciones como el Consell Metropolità de l’Horta, abolido en el año 2000”.Esa disolución, considera Joan Romero, fue “una decisión política que incluso significó un retroceso en la agenda. Supuso la abolición del Área Metropolitana de l’Horta. La disolución se produjo en un momento en que ya se había dado un importante proceso de dispersión urbana y cuando más necesaria era la agenda metropolitana”.Romero reclama afrontar la realidad desde mecanismos reales. “Los municipios son las unidades administrativas básicas que se delimitan en función de criterios históricos. El crecimiento de los espacios urbanos actuales, junto con el enorme desarrollo de la movilidad, las necesidades de los actores económicos y la existencia de procesos asociados a cambios ambientales y sociales, los convierten en una unidad obsoleta para gestionar los servicios de la ciudad (transición energética, transporte público, ordenación del uso del suelo, mercado laboral, vivienda, etc.)”, explica.
elconfidencial.com
Valencia y un área metropolitana que no funciona: recetas urbanas tras la catástrofe de la DANA
Aunque en un primer momento ha quedado fuera del primer plano de la discusión en torno a la catástrofe provocada por la DANA en Valencia, conforme pasan los días se agranda la evidencia de una ausencia de coordinación entre los distintos municipios que conforman el conjunto de territorio afectado. Por no hablar de su relación entre la capital respecto a l’Horta Sud.Es el enfrentamiento entre un territorio con un volumen y unas dinámicas que no encajan con una talla administrativa demasiado pequeña. El área metropolitana de Valencia necesita como pocas veces antes un traje a su medida, pero se encuentra con una realidad incómoda que, aunque era perceptible desde hace años, ahora representa un problema de primer grado: la ausencia metropolitana, la escasez de organismos para adaptar las soluciones administrativas a la realidad de la ciudadanía (cerca de cinco millones de desplazamientos diarios a lo largo de toda el área).Valencia se comporta como un territorio hecho de decenas de municipios a su alrededor (cerca del 30% afectados por la DANA), en cambio, la convergencia entre todos ellos es tan débil que, tras el desastre del último martes de octubre, las soluciones en asuntos como el transporte público o la coordinación de servicios se ha improvisado, con el caos y la ausencia de protocolos consecuentes. Horas de atascos, autobuses que no llegan, dependencia total del coche fuera de los límites de la ciudad principal…Lejos de ser un problema específico del entorno Valencia, es una constante en los sistemas urbanos de toda España (con la excepción ligera de Barcelona). Un handicap severo para las ciudades españolas que, sin embargo, en las peores horas es cuando contribuye a empeorar las cosas en lugar de facilitar las soluciones.No coordinarse mata: las lecciones de urbanismo que nos deja lo ocurrido en ValenciaFernando Caballero MendizabalLo sucedido a causa de la DANA pone en evidencia un grave problema en las áreas metropolitanas españolas: la falta de una planificación urbana coherente y coordinada“En l’Horta Sud, como en toda el área de Valencia, la coordinación metropolitana es puramente sectorial y parcial: servicios hidráulicos, tratamiento de residuos, una tímida política de transporte…”, resume Josep Vicent Boira, catedrático de Geografía Humana de la Universitat de València y Comisionado del Gobierno para el Corredor Mediterráneo, una de las voces que más insiste en los últimos años en la anomalía que supone una metropolización así de light.El propio Boira reflejaba estos días algunos datos que dan cuenta de cómo se ha transformado la Valencia real en las últimas décadas: la población de su área metropolitana creció un 20% de 1984 a 2006, pero lo hizo hasta en un 60% en viviendas, polígonos o infraestructuras. Entre 2000 y 2006, más de 75 millones de metros cuadrados de suelo cambiaron de uso, de los cuales más del 60% se transformaron, de suelo natural, a uso urbano, industrial o comercial. Cambios profundos que apenas se vieron guiados por instrucciones integrales, si no más bien por el método de juanpalomo. La DANA ha dejado inservibles unos 100.000 coches. (EFE/Biel Aliño) Boira cree que la falta de coordinación metropolitana ha tenido una incidencia directa en la prevención de los efectos de fenómenos como la DANA: “Posiblemente, se hubiera producido de la misma manera, pero sus efectos podrían haber sido menos dañinos, en vidas y en pérdidas materiales, con una ordenación del territorio correcta. Dejar descansar en los municipios toda la responsabilidad de buscar espacios de expansión residencial para sus vecinos dentro de su término ocasiona que se vayan invadiendo parcelas que posiblemente no deberían haberse urbanizado. Que todos y cada uno de los municipios deban contar con un polígono industrial (del que puede depender una parte de sus finanzas) lleva a la competición con el vecino y a la exposición a riesgos que no deberían asumirse… Se necesita una visión a escala metropolitana de la realidad económica, social, residencial y urbanística y, desgraciadamente, estamos muy lejos de ello”.Esa distorsión entre realidad social y realidad administrativa, con un coste elevado en pérdida de oportunidad, se extiende por toda España, cree el catedrático emérito de Geografía Humana de la Universitat de València, Joan Romero: “Con la excepción de la experiencia de Bilbao Ría 2000 y de la ley de creación del área metropolitana de Barcelona en julio de 2010, el remarcable fracaso para desarrollar mecanismos de gobierno del territorio adaptados a la evolución de la ciudad real en España. Constituye uno de los mejores ejemplos para constatar la distancia existente entre retórica territorial y políticas públicas reales. Las dificultades para impulsar proyectos conjuntos, los desencuentros institucionales y la fragmentación administrativa prevalecen sobre la todavía escasa relación de buenas prácticas”.Más allá de la tragedia humana: Valencia afronta la reconstrucción milmillonaria de infraestructurasVíctor Romero. ValenciaLa riada más devastadora del siglo deja un rastro de destrucción cuyo coste tendrá que asumir la Administración. La declaración de zona catastrófica debería agilizar las obrasComo si la administración se hubiera quedado congelada mientras el territorio y quienes lo ocupan hubieran seguido a lo suyo.“La cuestión metropolitana es una de nuestras grandes anomalías. Solamente revisando el momento en que se encuentran algunos de nuestros países vecinos (Grand Lyon, Métropole Européenne de Lille, Strasbourg Eurométropole, Città Metropolitana di Bologna, Verband Region Stuttgart, Region Hannover o Region FrankfurtRheinMain), podemos calibrar la distancia que nos separa y la necesidad de impulsar la cuestión”, sigue Romero.Reconstrucción física de l’Horta Sud… pero también política y legal“A la reconstrucción física de la comarca de l’Horta Sud le debe corresponder otra reconstrucción, esta vez política y legal, del gobierno de ese territorio”, cree Josep Vicent Boira, quien introduce algunas recomendaciones: “Una planificación a escala metropolitana de polígonos, accesos, viales, centros comerciales y de ocio, red de transportes y de infraestructuras, una correcta ordenación territorial de espacios residenciales y una política de movilidad sostenible que descanse sobre el transporte público metropolitano. Estas tres claves deberían ser exigencias añadidas a las tareas de reconstrucción física del territorio. En manos de la Generalitat valenciana está el culminar el itinerario legal del PATIVEL y del PMoMe de València. Con ello, dispondríamos de documentos normativos de coordinación urbanística y de coordinación de la movilidad. Y se debería avanzar en órganos de gestión y gobernanza a esa misma escala”.Las pérdidas por el cambio climático en la UE se disparan un 162% en una décadaAna SomavillaLas inundaciones son las catástrofes más frecuentes y los estados gastaron cerca de 44.000 millones el último añoCon el PATIVEL, Boira se refiere al Plan de Acción Territorial de València, iniciado en 2016 (aunque previsto ya por Ley de Ordenación del Territorio, Urbanisme i Paisatge, LOTUP, de 2014) y que no ha sido aprobado y sigue en tramitación. El PMoMe es el Plan de Mobilitat Metropolità de València (PMoMeValència), que desde 2018 tampoco ha sido aprobado a pesar de que la Ley de Movilidad de 2011 ya establecía su necesidad. En esa situación de limbo entre corsés administrativos y realidad social, “nada se sabe de un organismo de gobierno y coordinación de actuaciones como el Consell Metropolità de l’Horta, abolido en el año 2000”.Esa disolución, considera Joan Romero, fue “una decisión política que incluso significó un retroceso en la agenda. Supuso la abolición del Área Metropolitana de l’Horta. La disolución se produjo en un momento en que ya se había dado un importante proceso de dispersión urbana y cuando más necesaria era la agenda metropolitana”.Romero reclama afrontar la realidad desde mecanismos reales. “Los municipios son las unidades administrativas básicas que se delimitan en función de criterios históricos. El crecimiento de los espacios urbanos actuales, junto con el enorme desarrollo de la movilidad, las necesidades de los actores económicos y la existencia de procesos asociados a cambios ambientales y sociales, los convierten en una unidad obsoleta para gestionar los servicios de la ciudad (transición energética, transporte público, ordenación del uso del suelo, mercado laboral, vivienda, etc.)”, explica.