El centro de emergencias sin cobertura
Mentir es como cruzar un paso de cebra con el semáforo en rojo: si ves a alguien haciéndolo tú vas más tranquilo detrás. Sientes que se consigue alguna especie de inmunidad grupal
De todas las mentiras de Carlos Mazón los últimos días ha habido una que roza el disparate y es esa de que vio el SMS que le envió la vicepresidenta tercera y ministra Teresa Ribera cuando ya se había trasladado al edificio del 112 en l'Eliana donde, dice, “no había cobertura”. Un centro de emergencias sin cobertura no te lo montan ni Mortadelo y Filemón en el mejor momento de Ibáñez. En las propias fotos de esa reunión se ve a varias personas usando sus teléfonos móviles, suponemos que buscando alguna rayita de 3G para poder hacer su trabajo.
Como seres humanos podemos perdonar muchas cosas, la incompetencia, las negligencias, los errores, pero la deshonestidad es la que termina haciendo que todo se desbarate. Estamos acostumbrados a que los políticos exageren, obstruyan, desvíen información o embellezcan las verdades, pero no estamos acostumbrados a mentiras tan incuestionables y chapuceras. Normalmente, son los medios de comunicación o la oposición los que desvelan esas mentiras, en el caso de Carlos Mazón él mismo ha terminado alcanzando a sus propias mentiras, como en una persecución en círculos con su propia sombra.
¿Qué hizo Mazón entre las 14.30 y las 19.30 de la tarde de la DANA? Primero dijo que estuvo ausente por una comida privada, luego que fue un encuentro de trabajo con el presidente de la patronal valenciana –que negó inmediatamente este punto-, y de nuevo una comida privada muy cerca de la Generalitat, tan cerca que podían haberle localizado con un par de gritos, para ofrecerle a una periodista un puesto de dirección de À Punt al que se accede por concurso público (esto ha pasado hasta desapercibido). Asegura Mazón que estuvo ilocalizable por falta de cobertura, pero unos días antes Alberto Núñez-Feijóo, el líder de su partido, había afirmado que Mazón le había trasladado información en tiempo real durante todo el martes de la DANA.
Mentir es como cruzar un paso de cebra con el semáforo en rojo: si ves a alguien haciéndolo, tú vas más tranquilo detrás. Sientes que se consigue alguna especie de inmunidad grupal. Así que en esas anda también Salomé Pradas, la consellera responsable de Emergencias, afirmando que el Gobierno no le ofreció en ningún momento la presencia de la UME. Unos días antes había sido grabada por un equipo de TVE diciendo que la UME se le había ofrecido la misma mañana de la riada.
Mazón y compañía mienten porque esperan encontrar alguna rentabilidad con sus mentiras, aunque solo sea desviando la pelota al campo contrario. De este modo, el otro ya no solo está ocupado destapando las mentiras ajenas, sino también desmintiendo las propias. En este momento de polarización política, mentir se ha vuelto bastante más lucrativo. Algunos medios de comunicación anteponen el equilibrio a la verdad y si un invitado dice que el mundo es redondo, seguramente habrá otro sentado a su lado diciendo que el mundo es plano para equilibrar al debate. Si un tertuliano dice que Mazón miente, al lado habrá otro tertuliano diciendo que Teresa Ribera (por ejemplo) también ha mentido. Y, de este modo, el debate se equilibra concluyendo de modo genérico que todos los políticos mienten. Chimpún. Las responsabilidades, y en esta crisis hay muchas, se diluyen.
Existe una diferencia entre mentir y ser un mentiroso: el que miente decide no contar una verdad puntualmente. Al mentiroso, que suele tener de apellido la soberbia, simplemente no le importa mentir.