El desarrollo que puede acabar con la única compañía rusa no sancionada por occidente
La mayor mina de uranio de Canadá está situada en la cuenca de Athabasca, al norte del país. Esta reserva de uranio de alta calidad, y la capacidad canadiense de enriquecerlo, podría convertir al país norteamericano en el proveedor fundamental de combustible nuclear mundial durante las próximas décadas, ayudándonos a evitar nuestra actual dependencia de Rusia.
A pesar de que la energía nuclear está teniendo un renacimiento en los últimos años debido a la urgencia por encontrar nuevas formas de energía que no emitan gases de efecto invernadero, el mundo está dividido en dos en cuanto a su uso. Países como España o Alemania han decidido cerrar todas las centrales nucleares en los próximos años de manera paulatina y apostar por energías renovables más seguras como la eólica o la solar. Mientras que otros países, como China, EEUU o Francia, están apostando por la fisión nuclear y han empezado a construir plantas nucleares de nueva generación.
China planea construir 150 nuevos reactores en los próximos 15 años, mientras que EEUU quiere tener 300 nuevos reactores operativos y conectados a la red en 2050. Estos serán pequeños reactores modulares que, teóricamente, son menos potentes que los grandes, pero también más seguros, Sin embargo, los países occidentales tienen una desventaja clara: la mayor parte de la producción de uranio enriquecido viene de Rusia. En concreto, está en manos de la empresa estatal Rosatom, que controla la producción de casi la mitad de todo el uranio enriquecido mundial.
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Jacco van Loon
La dependencia del uranio enriquecido ruso es tal que, en estos momentos, no hay ninguna sanción contra Rosatom a pesar de la invasión ilegal de Ucrania. Europa y Estados Unidos han impuesto sanciones a petroleras y gasísticas, pero han dejado libre al uranio ruso porque el mundo depende casi por completo de ese país. Además, China está acelerando para convertirse pronto en la primera potencia mundial de producción de uranio.
Canadá, la próxima superpotencia nuclear
Canadá es el segundo productor mundial de uranio. Según datos de 2022, el país norteamericano logró una producción de 7.400 toneladas de uranio de sus minas. Una cifra que es aproximadamente un tercio de lo que produjo Kazajstán, la principal fuente de uranio rusa, ese mismo año.
Sin embargo, esta ventaja puede desaparecer pronto. Poco después de que la Unión Europea declarara la energía nuclear como una fuente de energía verde, la industria del uranio canadiense vivió un punto de inflexión, explica Leigh Curyer en declaraciones para la BBC. Curyer es el director general de NexGen, la empresa que está detrás de la mina de uranio de la cuenca de Athabasca.
Las minas de esta región canadiense son reservas de uranio de alta calidad y la extracción en la zona ha aumentado con la apertura de nuevas minas, según informa el medio público británico.
Una vez que estas minas estén operativas, la contribución de Canadá al suministro mundial podría aumentar del 13% al 25%, lo que le convertiría en el proveedor preferido de EEUU y la Unión Europea. Además, una vez extraído, el uranio podrá enriquecerse en el propio país o en instalaciones en el extranjero para crear combustible para reactores nucleares.
El ciclo infinito del uranio
Otra de las posibilidades para conseguir este material es el reciclaje del uranio. Un trabajo de investigación publicado recientemente asegura que hay suficiente energía en los residuos nucleares estadounidenses como para producir la electricidad de todo el país durante los próximos 100 años. Según Jess C. Gehin —director asociado del Laboratorio Nacional de Idaho— "en los reactores de agua ligera, utilizamos un 50 por ciento de la energía del uranio que extraemos del suelo. Se puede usar una gran parte de esa energía si se recicla el combustible mediante reactores rápidos".
TerraPower —la compañía de Bill Gates dedicada al desarrollo energético para cortar la producción de CO₂ y reducir su impacto en el cambio climático— apunta a otra posibilidad a corto plazo: “explorar seriamente la dilución de uranio altamente enriquecido (HEU) como una forma plausible de obtener el combustible necesario para los núcleos iniciales de los reactores que se desplegarán en esta década".
China — aparte de haber encontrado recientemente el mayor depósito de uranio conocido— ya están trabajando en el reciclaje del combustible para evitar el problema de los residuos y conseguir una economía nuclear 100% circular. Según explican los analistas Thomas Corvette y Peter Singer en la publicación Defense One, la nueva tecnología china “es una revolución de la energía nuclear [...] producto de la enorme inversión de China en sistemas avanzados de energía nuclear, el avance podría llevar al país hacia la independencia energética y consolidar aún más su liderazgo mundial en tecnología respetuosa con el clima”.
China a la cabeza de la energía atómica
En un estudio publicado por el Instituto de Física Moderna —dependiente de la Academia China de las Ciencias, una de las más respetadas y principales organizaciones de investigación científica del planeta— los responsables del proyecto afirman que la tecnología lleva en desarrollo una década. El sistema consiste en un acelerador lineal de partículas de gran potencia, un cañón que dispara un haz de protones de onda continua de 10 mAh. Los científicos chinos aseguran que es la primera vez en la historia que se ha conseguido algo así, incrementando “la intensidad de la corriente de haz continuo en casi cinco veces en comparación con los mejores del mundo”. El prototipo, dicen, ha funcionado de forma constante con una potencia estable de 100 kilovatios y picos de 205 kilovatios durante 100 horas.
Aparte de este esfuerzo para conseguir un ciclo infinito del uranio, los chinos van muy por delante de EEUU (y obviamente Europa, que se ha descolgado casi totalmente de esta ola) en la construcción de nuevos reactores. Pekín está decidida a cortar radicalmente sus emisiones de CO2 y conseguir la independencia energética total, uno de los principales objetivos económicos del país asiático.
Mientras esperamos a este futuro — y la posible tabla de salvación de la energía de fusión y otras nuevas tecnologías —Vladimir Putin tiene la llave nuclear en sus manos. ¿Elegirá seguir recibiendo los miles de millones que trae la producción de uranio a su país o cerrar el grifo como medida de presión a occidente?