Juan Antonio Samaranch: "El que tiene poder es el Papa, no el presidente del COI"
Cuesta encontrar la oficina de Juan Antonio Samaranch Salisachs (Barcelona, 1959) en la céntrica calle Velázquez de Madrid. Antes de llegar a una de las salas de espera, que guarda similitudes con las del Congreso de los Diputados, hay que pasar por un ascensor moderno, sin números que pulsar y al que solo se puede acceder con una tarjeta.
Samaranch es hijo del difunto Juan Antonio Samaranch Torelló, expresidente del Comité Olímpico Internacional (COI), y se ha postulado como candidato a la presidencia del organismo. Nos ha citado en su despacho de GBS Finance, la banca de inversión que preside. Cuando sale a saludarnos, lleva él mismo el café que nos han servido.
Hablar de su padre es inevitable, aunque él deja claro que tiene su propia trayectoria. "Tengo 64 años, así que ni me acuerdo de cuando me llamaban niño". Samaranch ha sido vicepresidente del COI durante los últimos ocho años y aspira a reemplazar a Thomas Bach en una carrera con seis aspirantes más, entre ellos Sebastian Coe.
El despacho tiene una pizarra blanca cargada de notas y numerosas acreditaciones de los eventos en los que ha estado —entre ellas la de París 2024—. En la charla previa, nos pregunta quién protagonizó el célebre "Rafa, no me jodas" antes de sentarse a mi lado, no en su silla habitual, para atender a El Confidencial y explicar su candidatura.
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PREGUNTA. ¿Presentar esta candidatura es honrar el legado de su padre?
RESPUESTA. No, ese no es el objetivo, con todo el orgullo que tengo por su legado. Aquí hablamos del futuro, no del pasado. Se trata de un movimiento olímpico que no tiene nada que ver con el de hace 40 años. Me presento con base en lo que creo que puedo contribuir más que por un legado.
P. ¿Cuál es el primer recuerdo que tiene de su padre?
R. Tengo muchos. Respecto a lo que estamos hablando, recuerdo que mi padre nunca estaba en casa los fines de semana. Le decía que quería acompañarlo a ver las competiciones deportivas y empecé a hacerlo. Muchas de ellas eran regionales, celebradas en Barcelona. Ahí me debió entrar el gusanillo por el deporte.
Se trata de un movimiento olímpico que no tiene nada que ver con el de hace 40 años
P. ¿Cuáles son los ejes de su candidatura?
R. [Mira un papel en el que tiene ciertas notas apuntadas]. El número uno es mantener la universidad del movimiento olímpico. El COI tiene que ser universal, apolítico y neutral. Si tomásemos partido en cualquiera de los terribles conflictos que hay, perderíamos a la mitad de la población mundial. Queremos que todas las religiones, culturas e ideologías se puedan reunir en la villa olímpica. Y que los atletas puedan competir con paz y con respeto. Otro mundo es posible.
P. Su padre fue un revolucionario. ¿Usted se ve capaz de emprender una revolución en el olimpismo?
R. Te repito que comparar es muy difícil, porque, además, no vamos a acertar. En los últimos 12 años, bajo la presidencia de Thomas Bach, se han superado crisis enormes, como la pandemia y el dopaje. Desde hace dos años, además, se han unido los conflictos en Rusia y en Gaza, los que salen en las portadas. Pero conviene recordar que no son los únicos, porque hay más de 40 en el mundo. Por tanto, no creo que revolución sea la palabra que toca. No obstante, hay que hacer una evolución extraordinariamente acelerada porque los Juegos Olímpicos tienen que seguir siendo relevantes para las nuevas generaciones y para las anteriores.
P. ¿Cómo se logra eso?
R. Los Juegos Olímpicos deben ser un foco de valores para todos, aprovechando la revolución digital. Ya lo estamos haciendo, pero hay que hacerlo más rápido todavía. Necesitamos que el COI sea capaz de mantener un alto nivel de ingresos. Y que siga generando interés. Del dinero que se genera en los JJOO vive la mayor parte del deporte amateur mundial.
Hay que hacer una evolución extraordinariamente acelerada porque los Juegos Olímpicos tienen que seguir siendo relevantes
P. ¿Son rentables los Juegos Olímpicos?
R. Lo son en este momento. La agenda 2020, que impusimos en París y en ediciones anteriores, ha demostrado que los Juegos Olímpicos producen beneficios. Hay algo que explicamos mal y es una cosa de economía básica.
P. ¿El qué?
R. Decir qué cuestan los Juegos Olímpicos es una pregunta equivocada, porque hay tres aspectos relevantes. Uno de ellos es la cuenta de resultados, la diferencia entre ingresos y gastos. Normalmente, el resultado suele ser cero o una suma ligeramente positiva.
P. ¿Cuáles suelen ser los ingresos y cuáles los gastos?
R. Los gastos incluye la organización, los equipos, las sedes temporales, el transporte, la villa olímpica, la seguridad interna… Los ingresos son los derechos televisivos, los sponsors y las entradas.
La agenda 2020, que impusimos en París y en ediciones anteriores, ha demostrado que los Juegos Olímpicos producen beneficios
P. Me hablaba de dos aspectos más.
R. Sí, uno de ellos es la cuenta de inversión en instalaciones deportivas.
P. Los ciudadanos brasileños protestaron por esas inversiones en Río 2016.
R. Sí, pero nosotros cambiamos con la agenda 2020. Ahora no permitimos que se hagan inversiones en instalaciones deportivas si no demuestran que tienen un futuro de servicio a la comunidad. Es decir, que les van a ser útiles a sus ciudadanos durante decenios. Si hace falta una instalación, y no va a tener un legado en el futuro, hemos abierto la mano: esa actividad se puede hacer en otra ciudad o incluso en otro país.
P. Aún no ha habido Juegos Olímpicos en África. ¿Es posible verlos a medio plazo?
R. No solo es posible, sino muy deseable. Antes te hablaba de que todos los seres humanos deben estar unidos bajo el paraguas olímpico de hermandad, de entendimiento y de excelencia. Y también me vale para los territorios. Si hemos conseguido que los Juegos Olímpicos se adapten a las ciudades y no a la inversa, ¿cómo no vamos a tener que adaptarnos para llevarlos a cualquier territorio del mundo? Sobre todo, hay que tener en cuenta el cambio climático. ¿Qué vamos a decir? ¿Qué esos países no pueden albergarlos porque hace calor en las fechas históricas?
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El despacho de Samaranch en Madrid. (S. B.) P. ¿Se plantea un cambio de fecha, como ocurrió con el Mundial en 2022?
R. Nosotros hemos adaptado los Juegos Olímpicos a las ciudades y tendremos que adaptar los calendarios a los territorios.
P. ¿Podríamos ver entonces unos Juegos Olímpicos en invierno?
R. No sé cuándo serán. Por definición y por sistema, no se puede quitar el derecho a albergar unos Juegos Olímpicos a un parte de la humanidad.
P. Se habla de Doha para la edición de 2036, donde ya se celebró el pasado Mundial. ¿Es recomendable llevar los Juegos Olímpicos a un lugar en el que no se respetan los derechos humanos?
R. Se habla de Doha y de muchas más candidaturas.
P. En 2024 han sido en Europa, 2028 en América y en 2032, en Oceanía. Es muy probable que en 2036 se celebren en Asia.
R. Aunque se dé la mayor parte de las veces, no está escrito en ningún sitio y tampoco es una fórmula perfecta. Quiero decirte que los Juegos Olímpicos podrán ir a las mejores ciudades del mundo que presenten su candidatura. Si nos tenemos que adaptar, nos adaptaremos.
Por definición y por sistema, no se puede quitar el derecho a albergar unos Juegos Olímpicos a un parte de la humanidad
P. Se lo decía porque en Catar se produce una violación flagrante de los derechos humanos.
R. Hay una confusión, porque el COI es firmante de cualquier carta de derechos humanos. En los lugares en los que nosotros podemos influir, es un tema que siempre está presente. Lo tenemos en cuenta al 100% y somos exigentes con ello. Como organización, respetamos ese asunto. También lo hacen los Juegos Olímpicos, los comités nacionales, los comités olímpicos, los comités organizadores… En todo sistema en el que tenemos algo que decir, está bien cubierto; es indispensable en nuestra escala de valores. Pero tampoco se nos puede pedir que seamos el gobierno del mundo.
P. ¿A qué se refiere?
R. Nosotros nos creemos muy importantes, pero tampoco lo somos tanto. No tenemos ninguna posibilidad de influir en un gobierno soberano para que se comporte de una manera o de otra. Tampoco podemos decir si un país cumple más que otro en un tema determinado. No somos los policías ni tenemos ese poder.
P. Ustedes son neutrales en los conflictos. ¿Pero elegir una sede como Qatar no sería taparse los ojos?
R. No, hombre, no. Esto me parece de una injusticia palmaria. El comportamiento de los gobiernos con sus ciudadanos es un tema político y altamente sensible. Como organización, no tenemos ninguna posibilidad de imponer una pauta de conducta a un gobierno. Eso le corresponde a Naciones Unidas, a la Unión Europea… No se nos puede decir que usemos el deporte para empujar agendas particulares. Pedirnos que sacrifiquemos a los atletas y a los jóvenes de esos países para empujar las iniciativas que los políticos no están haciendo… Nosotros somos apolíticos y neutrales.
No tenemos ninguna posibilidad de imponer una pauta de conducta a un gobierno
P. Pero ustedes tienen influencia.
R. A Naciones Unidas la tomamos muy en serio. En los lugares en los que nosotros podemos influir, hacerlo en materia de derechos humanos es una de las primeras prioridades. Lo hacemos en los comités nacionales, donde está recogido el respeto a los derechos humanos. Recuerda que nosotros no invitamos a países a los Juegos Olímpicos.
P. Ustedes invitan a comités olímpicos nacionales.
R. Eso es. Si ellos no cumplen con la carta olímpica, en los que están grabados a fuego los derechos humanos, pues no recibirán la invitación para participar en los Juegos Olímpicos. Es el caso actual del ruso, que usurpó las responsabilidades de otro comité, el del Donbás. Incluso ahí abrimos la puerta para que los atletas puedan venir como neutrales independientes.
P. España albergará el Mundial 2030. ¿Se puede soñar con unos Juegos Olímpicos en España a medio plazo?
R. España es un país con una gran tradición olímpica y Madrid es una de las pocas capitales europeas que no ha acogido unos Juegos Olímpicos. Estoy convencido de que algún día, aunque no sea pronto porque están otorgados hasta 2032, veremos de nuevo una cita olímpica en este país.
P. Londres, París o Atenas han repetido. ¿Serían en Madrid o podrían repetirse en Barcelona?
R. Podría ser en cualquiera de las dos ciudades.
P. Por cerrar el tema de su padre. ¿Cuántas veces ha escuchado lo de ser un niño de papá?
R. [Se ríe]. Lo del niño… Tengo 64 años, así que ni me acuerdo de cuando me llamaban niño. Estoy muy orgulloso del legado recibido y he hecho lo que he podido en mi carrera profesional como dentro del mundo olímpico. No seré yo el que censure esas posibles críticas que puedan surgir hacia mi persona.
P. ¿El presidente del COI es el Papa del deporte?
R. El que tiene poder es el Papa. Nosotros tenemos unos valores de respeto, de amistad y de excelencia indispensables en el mundo y que brillan por su ausencia. Pocas organizaciones como la nuestra intentan mantenerlos vivos. Los Juegos Olímpicos son una manera de diseminar esos valores y de enseñar al mundo lo que hacemos. Pero no comparemos, porque estamos hablando del Papa.
P. ¿Es clave contentar a todos para ser presidente?
R. Es indispensable mantener la unidad y la sintonía dentro del movimiento olímpico. En ocasiones, como en toda actividad humana, hay fuerzas disgregadoras, visiones opuestas e intereses contrapuestos. Hay que dar soluciones que satisfagan a todos para que vayamos juntos. Pero a la vez hay que tomar decisiones, que gustarán más o menos. Eso va con el trabajo conforme ganas responsabilidad. No se puede contentar a todos.
P. Uno de sus rivales es Sebastian Coe, duro de ganar en la pista y fuera de ella. ¿Cómo lo ve?
R. Es un gran amigo, como los otros cinco candidatos. Entre todos tenemos amistad.
Nosotros tenemos unos valores de respeto, de amistad y de excelencia indispensables en el mundo y que brillan por su ausencia
P. Me dicen que Coe era amigo de su padre.
R. No lo sé, pero es amigo mío. Los seis candidatos tienen un proyecto interesante, muchísima experiencia y podrían desarrollar esa responsabilidad sin ningún problema. Más allá de esto, no voy a comentar sobre ninguno de ellos.
P. ¿Es mejor una candidatura encabezada por un exdeportista de élite?
R. El COI es complejo, porque tienes la parte diplomática, la financiera, las presiones políticas, los Juegos Olímpicos… Lo más importante es tener mucha experiencia, perspectiva y buen juicio. Esas tres cosas es importante desarrollarlas conjuntamente. Las características fundamentales son la experiencia y la capacidad probada.
P. ¿Era más de Steve Ovett o de Sebastian Coe?
R. No hablo de mis rivales [risas].
P. Pensaba que me iba a decir de Steve Cram.
R. Definitivamente, de Sebastian Coe. Siempre he sido un gran admirador de todo lo que ha hecho en su vida.
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Juan Antonio Samaranch. (S. B) P. ¿Es un tanto hermético el sistema de elección del presidente del COI [lo eligen los 107 miembros del COI]?
R. Los miembros son gente que tiene una probada trayectoria en diversos campos de actividad y con alguna relación con el deporte. Que hayamos sobrevivido a más de 120 años con todos los conflictos bélicos del siglo XX te habla de que no somos una entidad al uso. Nosotros no dependemos de ningún gobierno, ni de ningún organismo internacional ni de Naciones Unidas. Ese grupo de voluntarios es lo que nos ha mantenido vivos. Y es una fuerza más que un problema.
P. ¿Quién cree que ha sido el rey y la reina de París 2024?
R. El rey te diría Léon Marchand. No voy a decir cuál es la reina, te voy a decir la mía: Carolina Marín. Todavía me emociono cuando veo las imágenes de su caída y de sus lágrimas. No paramos de llorar en horas. Como reina de París, te diría Rebeca Andrade, la gimnasta brasileña que le ganó el oro a Simone Biles. Es un símbolo por cómo compitió, por cómo era el trato con sus rivales, por el reconocimiento entre ellas… Es un ejemplo de lo muy emotivos que fueron esos Juegos Olímpicos.
P. ¿Confía en la vuelta de Carolina Marín?
R. Eso espero. Ha dado tanto por nuestro deporte que, haga lo que haga, siempre estará en nuestro pedestal. Yo le di la medalla en Río de Janeiro y me estaba relamiendo, porque pensaba que le iba a dar otra.
P. El infortunio es parte del deporte.
R. Claro. Pero hay que resaltar cómo ha gestionado ella esta situación: sus declaraciones, el estado mental y la positividad que ha desprendido y que comunica a las nuevas generaciones.
El COI es complejo, porque tienes la parte diplomática, la financiera, las presiones políticas, los Juegos Olímpicos…
P. ¿Tendrán cabida nuevos deportes en ediciones futuras?
R. Para mantener la relevancia en los Juegos Olímpicos, es clave no abandonar lo clásico y traer lo nuevo. Somos arriesgados, porque tomamos decisiones. Algunas veces acertaremos y otras no, pero eso seguirá pasando. De ninguna manera abandonaremos el esfuerzo para atraer a las nuevas generaciones al movimiento olímpico. Unos vendrán y otros se irán.
P. Hablando de irse, ¿pueden estar tranquilos los de la marcha?
R. Eso no depende de nosotros. Somos exquisitos en el respeto a las federaciones internacionales, que son los que gestionan sus deportes y hacen sus programas. No hay nada más inoportuno que decirle al presidente de una federación que queremos una cosa u otra.
P. ¿Por qué deportista español hubiera cambiado su vida?
R. Por cualquiera que haya participado en unos Juegos Olímpicos.
P. No se moja.
P. Insisto: por cualquiera que haya participado en unos Juegos Olímpicos.