El rastro histórico de los gigantescos espectáculos navales de la Antigua Roma que muestra 'Gladiator II'
«Tito llenó repentinamente la arena con agua e introdujo en ella caballos y bueyes que habían aprendido a comportarse en líquido del mismo modo en que lo hacían en tierra seca», escribió el historiador Dion Casio a finales del siglo II, sobre el sorprendente la inauguración del Coliseo de Roma en el año 80 d. C. Un acto que se prolongó durante cien días y que, según los testimonios que han llegado hasta nuestros días, provocó muchos más muertos que cualquier otro evento festivo celebrado en las centurias posteriores. Hubo de todo: combates a muerte entre gladiadores, sacrificio de criminales, cacerías sobre la arena de todo tipo de animales exóticos y, lo que nos ocupa en este reportaje, la representación de gigantescas batallas navales con el foso completamente inundado y miles de figurantes. Toda aquella celebración fue una orgía de sangre sin precedentes, que duró más de tres meses, para dar la bienvenida al monumento más famoso de Italia. La magnitud de aquella matanza es difícil de calcular y siempre ha estado rodeada de misterio. En realidad no hay cifras sobre cuántos gladiadores o actores murieron en dichas representaciones. Suetonio, el biógrafo del emperador que organizó los actos, Tito, daba solo la cifra de cinco mil animales sacrificados durante las celebraciones del final de unas obras que habían comenzado en el año 70 por orden de su padre, el emperador Vespasiano. Sin embargo, son estas espectaculares batallas navales recreadas en el Coliseo, las naumaquias, una de las cuestiones que han desconcertado a arqueólogos e historiadores, que todavía se preguntan si realmente Tito pudo inundar la arena y, en el caso de conseguirlo, cómo lo consiguió. Lo cierto es que Casio daba algunos detalles. Este historiador casi contemporáneo, que falleció en Turquía en el año 265, describió en su obra cómo eran los barcos que el emperador sacó al coso inundado hasta hacerlo navegable –como si de un lago artificial se tratara– y su objetivo: representar uno de los combates librados en la Antigua Grecia entre Corinto y Corcira. Tal es la curiosidad que despiertan estas batallas navales, que se han llevado recientemente al mundo del cine y la televisión. En primer lugar, a la serie 'Those about to die' , de Prime Video, protagonizada por Anthony Hopkins e Iwan Rheon. En segundo, a la secuela de 'Gladiator' que se estrena este viernes, dirigida de nuevo por Ridley Scott y protagonizada por estrellas como Pedro Pascal y Denzel Washington. En el tráiler de esta última, de hecho, se destaca uno de estos combates navales de la Antigua Roma, en el que incluso se toma la licencia de incluir algo parecido a tiburones atacando a los gladiadores. Evidentemente, este espectáculo extraordinario no habría sido posible en el Coliseo tal y como está hoy, porque no hay manera de que los cimientos de la arena, con sus intrincados ascensores y los demás artilugios que se usaban para elevar a los animales, pudieran ser impermeables. Algunos investigadores han sugerido que, cuando se construyó el anfiteatro, antes de instalarse toda esa maquinaria, es posible que existiera la posibilidad de inundarlo, a juzgar por las continuas referencias que hacen algunos historiadores antiguos. Suetonio, por su parte, sugiere con toda certeza que hubo juegos de agua en un espacio diferente construido para este propósito. Esta afirmación está en la línea de otra declaración de Casio, en el que comenta que dichos espectáculos se extendieron por toda la ciudad e incluían deportes acuáticos. Entre ellos, efectivamente, una batalla naval en la que participaron nada menos que tres mil figurantes. Por desgracia, no se han encontrado restos arqueológicos que lo confirmen. Aún así, la fascinación nunca decayó. En la Exposición Nacional que se celebró en 1887, en el Paseo de la Castellana de Madrid, que se convirtió en un verdadero acontecimiento social y marcó la cumbre del género histórico, el jurado dio a conocer su veredicto. ¿Quién recibió una de las medallas más importantes? Ricardo de Villodas con su obra 'La Naumaquia'. El tema elegido por el pintor madrileño para acudir a la exposición no había sido muy representado en la historia del arte, aunque sí encontramos algunos ejemplos como los de Giovanni Lanfranco, que pintó otra escena de estos extrañas naumaquia a principios del siglo XVII, conservado hoy en el Museo del Prado. Si seguimos su rastro entre los historiadores de la Antigüedad, como los ya citados Dion Casio y Suetonio y otros como Tácito, la referencia más antigua data del 46 a. C., más de un siglo antes de la inauguración del Coliseo de Roma. La organizó Julio César con motivo de los juegos con los que celebró la victoria sobre sus enemigos. El dictador mandó hacer en el Campo de Marte, cerca de la Torre Eiffel, un gran lago artificial. Allí hizo que se enfrentaran una flota tiria y otra egipcia para deleite de los asistentes. Participaron mil soldados y dos mil remeros en cada flota, con barcos de dos, tres y cuatro remos, según contaba el académico de la Real Academia de la Historia (RAH), José María Blázquez, en su artículo 'Circo y fieras en la Roma antigua. Pantomimas y naumaquias' (UCM). En el año 2, el emperador Augusto , para festejar la consagración del templo de Marte Ultor, organizó otra gran naumaquía, para lo que mandó crear un gigantesco lago artificial. Para que se hagan una idea de las dimensiones, medía 533 metros de largo y 357 de ancho. En aquella ocasión combatieron treinta naves grandes que representaban a los atenienses y los persas, más un número mayor de pequeños barcos. El número de combatientes fue de 3.000, a los que habría que sumar los remeros. Medio siglo después le tocó el turno al emperador Claudio, que organizó un gran simulacro de combate naval para celebrar el fin de las obras que unían el lago Fucino, mediante un canal, con el río Liris. Aquella batalla fue todavía más espectacular, puesto que participaron, según Blázquez, 19.000 combatientes, repartidos en dos flotas, una en representación de Sicilia y otra de Rodas. Las batallas tenían tanto éxito de público que, según Tácito, los organizadores rodeaban el lago de balsas para impedir que los asistentes, apiñados en la orilla, se cayeran al agua. Y estas, por si acaso, las ocupaban destacamentos de los cohortes pretorias, la guardia personal del emperador. En el año 57 o 58, no está muy claro, Nerón convirtió la arena del anfiteatro que él mismo había levantado en el Campo de Marte, en otro lago gigantesco que llenó de peces de todo tipo y reprodujo un nuevo encuentro naval entre persas y griegos, con el objetivo de recordar las famosas Guerras Médicas. Después, como si del escenario de un concierto se tratara, vació el lago y sobre la arena hizo luchar a los gladiadores simulando un combate terrestre, esta vez. Repitió el espectáculo seis años después, siguiendo el mismo orden, pero acabando con un fastuoso festín en el mismo sitio donde horas antes no había más que agua. No hay datos de cómo consiguió hacerlo, en lo que hoy sin duda sería una gran obra de ingeniería. No hay constancia de más batallas navales hasta las celebradas por Tito en la inauguración del Coliseo de Roma, pero tampoco murieron con él. La 'Historia Augusta' –una colección de biografías de emperadores romanos y usurpadores del trono de Roma escrita en latín por varios autores clásicos a finales del s. IV– da noticia de otra naumaquía celebrada por el emperador Filipo el Árabe. Con ella quería festejar la fundación de Roma, aunque no se conocen más detalles. No cabe duda de que los emperadores romanos fueron muy pródigos en organizar toda esta clase de espectáculos para distraer al pueblo de Roma y evitar que pensaran en político y se levantaran contra el poder. Prueba de ello es el reinado del joven Tito con el que comenzamos este reportaje, pues se inició con varias catástrofes, como la erupción del monte Vesubio, un incendio en Roma y un brote de peste. No hay mejores fuegos artificiales para intentar apaciguar los ánimos de los ciudadanos… y de los dioses. Por si acaso.
abc.es
El rastro histórico de los gigantescos espectáculos navales de la Antigua Roma que muestra 'Gladiator II'
«Tito llenó repentinamente la arena con agua e introdujo en ella caballos y bueyes que habían aprendido a comportarse en líquido del mismo modo en que lo hacían en tierra seca», escribió el historiador Dion Casio a finales del siglo II, sobre el sorprendente la inauguración del Coliseo de Roma en el año 80 d. C. Un acto que se prolongó durante cien días y que, según los testimonios que han llegado hasta nuestros días, provocó muchos más muertos que cualquier otro evento festivo celebrado en las centurias posteriores. Hubo de todo: combates a muerte entre gladiadores, sacrificio de criminales, cacerías sobre la arena de todo tipo de animales exóticos y, lo que nos ocupa en este reportaje, la representación de gigantescas batallas navales con el foso completamente inundado y miles de figurantes. Toda aquella celebración fue una orgía de sangre sin precedentes, que duró más de tres meses, para dar la bienvenida al monumento más famoso de Italia. La magnitud de aquella matanza es difícil de calcular y siempre ha estado rodeada de misterio. En realidad no hay cifras sobre cuántos gladiadores o actores murieron en dichas representaciones. Suetonio, el biógrafo del emperador que organizó los actos, Tito, daba solo la cifra de cinco mil animales sacrificados durante las celebraciones del final de unas obras que habían comenzado en el año 70 por orden de su padre, el emperador Vespasiano. Sin embargo, son estas espectaculares batallas navales recreadas en el Coliseo, las naumaquias, una de las cuestiones que han desconcertado a arqueólogos e historiadores, que todavía se preguntan si realmente Tito pudo inundar la arena y, en el caso de conseguirlo, cómo lo consiguió. Lo cierto es que Casio daba algunos detalles. Este historiador casi contemporáneo, que falleció en Turquía en el año 265, describió en su obra cómo eran los barcos que el emperador sacó al coso inundado hasta hacerlo navegable –como si de un lago artificial se tratara– y su objetivo: representar uno de los combates librados en la Antigua Grecia entre Corinto y Corcira. Tal es la curiosidad que despiertan estas batallas navales, que se han llevado recientemente al mundo del cine y la televisión. En primer lugar, a la serie 'Those about to die' , de Prime Video, protagonizada por Anthony Hopkins e Iwan Rheon. En segundo, a la secuela de 'Gladiator' que se estrena este viernes, dirigida de nuevo por Ridley Scott y protagonizada por estrellas como Pedro Pascal y Denzel Washington. En el tráiler de esta última, de hecho, se destaca uno de estos combates navales de la Antigua Roma, en el que incluso se toma la licencia de incluir algo parecido a tiburones atacando a los gladiadores. Evidentemente, este espectáculo extraordinario no habría sido posible en el Coliseo tal y como está hoy, porque no hay manera de que los cimientos de la arena, con sus intrincados ascensores y los demás artilugios que se usaban para elevar a los animales, pudieran ser impermeables. Algunos investigadores han sugerido que, cuando se construyó el anfiteatro, antes de instalarse toda esa maquinaria, es posible que existiera la posibilidad de inundarlo, a juzgar por las continuas referencias que hacen algunos historiadores antiguos. Suetonio, por su parte, sugiere con toda certeza que hubo juegos de agua en un espacio diferente construido para este propósito. Esta afirmación está en la línea de otra declaración de Casio, en el que comenta que dichos espectáculos se extendieron por toda la ciudad e incluían deportes acuáticos. Entre ellos, efectivamente, una batalla naval en la que participaron nada menos que tres mil figurantes. Por desgracia, no se han encontrado restos arqueológicos que lo confirmen. Aún así, la fascinación nunca decayó. En la Exposición Nacional que se celebró en 1887, en el Paseo de la Castellana de Madrid, que se convirtió en un verdadero acontecimiento social y marcó la cumbre del género histórico, el jurado dio a conocer su veredicto. ¿Quién recibió una de las medallas más importantes? Ricardo de Villodas con su obra 'La Naumaquia'. El tema elegido por el pintor madrileño para acudir a la exposición no había sido muy representado en la historia del arte, aunque sí encontramos algunos ejemplos como los de Giovanni Lanfranco, que pintó otra escena de estos extrañas naumaquia a principios del siglo XVII, conservado hoy en el Museo del Prado. Si seguimos su rastro entre los historiadores de la Antigüedad, como los ya citados Dion Casio y Suetonio y otros como Tácito, la referencia más antigua data del 46 a. C., más de un siglo antes de la inauguración del Coliseo de Roma. La organizó Julio César con motivo de los juegos con los que celebró la victoria sobre sus enemigos. El dictador mandó hacer en el Campo de Marte, cerca de la Torre Eiffel, un gran lago artificial. Allí hizo que se enfrentaran una flota tiria y otra egipcia para deleite de los asistentes. Participaron mil soldados y dos mil remeros en cada flota, con barcos de dos, tres y cuatro remos, según contaba el académico de la Real Academia de la Historia (RAH), José María Blázquez, en su artículo 'Circo y fieras en la Roma antigua. Pantomimas y naumaquias' (UCM). En el año 2, el emperador Augusto , para festejar la consagración del templo de Marte Ultor, organizó otra gran naumaquía, para lo que mandó crear un gigantesco lago artificial. Para que se hagan una idea de las dimensiones, medía 533 metros de largo y 357 de ancho. En aquella ocasión combatieron treinta naves grandes que representaban a los atenienses y los persas, más un número mayor de pequeños barcos. El número de combatientes fue de 3.000, a los que habría que sumar los remeros. Medio siglo después le tocó el turno al emperador Claudio, que organizó un gran simulacro de combate naval para celebrar el fin de las obras que unían el lago Fucino, mediante un canal, con el río Liris. Aquella batalla fue todavía más espectacular, puesto que participaron, según Blázquez, 19.000 combatientes, repartidos en dos flotas, una en representación de Sicilia y otra de Rodas. Las batallas tenían tanto éxito de público que, según Tácito, los organizadores rodeaban el lago de balsas para impedir que los asistentes, apiñados en la orilla, se cayeran al agua. Y estas, por si acaso, las ocupaban destacamentos de los cohortes pretorias, la guardia personal del emperador. En el año 57 o 58, no está muy claro, Nerón convirtió la arena del anfiteatro que él mismo había levantado en el Campo de Marte, en otro lago gigantesco que llenó de peces de todo tipo y reprodujo un nuevo encuentro naval entre persas y griegos, con el objetivo de recordar las famosas Guerras Médicas. Después, como si del escenario de un concierto se tratara, vació el lago y sobre la arena hizo luchar a los gladiadores simulando un combate terrestre, esta vez. Repitió el espectáculo seis años después, siguiendo el mismo orden, pero acabando con un fastuoso festín en el mismo sitio donde horas antes no había más que agua. No hay datos de cómo consiguió hacerlo, en lo que hoy sin duda sería una gran obra de ingeniería. No hay constancia de más batallas navales hasta las celebradas por Tito en la inauguración del Coliseo de Roma, pero tampoco murieron con él. La 'Historia Augusta' –una colección de biografías de emperadores romanos y usurpadores del trono de Roma escrita en latín por varios autores clásicos a finales del s. IV– da noticia de otra naumaquía celebrada por el emperador Filipo el Árabe. Con ella quería festejar la fundación de Roma, aunque no se conocen más detalles. No cabe duda de que los emperadores romanos fueron muy pródigos en organizar toda esta clase de espectáculos para distraer al pueblo de Roma y evitar que pensaran en político y se levantaran contra el poder. Prueba de ello es el reinado del joven Tito con el que comenzamos este reportaje, pues se inició con varias catástrofes, como la erupción del monte Vesubio, un incendio en Roma y un brote de peste. No hay mejores fuegos artificiales para intentar apaciguar los ánimos de los ciudadanos… y de los dioses. Por si acaso.