Más allá de la UME: el otro cuerpo militar que podría salvarnos de los desastres
La polémica surgida en torno a la respuesta a la catástrofe de Valencia ha cristalizado en la cuestión de por qué se tardó tanto en activar a los militares para intervenir en la catástrofe. Porque todos saben que, en estas circunstancias, los uniformados obedecen una cadena de mando clara, disponen de los medios para ejercer el mando y control y cuentan con camiones, maquinaria y especialistas. Son, sobre todo, una mano de obra eficiente y abnegada. Precisamente, por ello, en España se creó una unidad militar especializada en emergencias, la hoy muy reconocida UME.
Pero la magnitud de la tragedia causada por las inundaciones es una muestra de que debemos prepararnos para un futuro con más evento climáticos de alto poder destructivo. En un país con 8.000 kilómetros de costa y poca infraestructura para lidar con estos fenómenos, ¿no sería ideal tener otra fuerza de despliegue rápido, con capacidad de operar en condiciones y entornos extremas desde mar y tierra, con medios y habilidades complementarias a la UME? No hace falta inventar el agua tibial Esto sería posible realizando algunos cambios en cierta brigada que ya está operativa en Valencia.
Aunque parezca fácil, no lo es. La Unidad Militar de Emergencias nació en 2005 impulsada por el presidente José Luis Rodríguez Zapatero. Y, pese a los aplausos de ahora, lo hizo rodeada de una polémica innecesaria. Los medios opositores del momento acusaron al socialista de querer construirse una suerte de guardia pretoriana presidencial y en su primera participación en el desfile militar del 12 de octubre fue abucheada por parte del público. Eran los tiempos en que varios medios difundían teorías de la conspiración sobre el 11-M y planteaban que España iba camino de convertirse en una dictadura. La razón para introducir a la UME en aquellas teorías de la conspiración es que nació dependiendo directamente de Presidencia y no del Ministerio de Defensa.
Los motivos eran menos opacos y más trágicos. Ese verano de 2005, un incendio forestal en la provincia de Guadalajara dejó once bomberos forestales muertos. Se acusó a las distintas autoridades de falta de coordinación y desde el gobierno se vio la necesidad de contar con la capacidad de intervenir directamente en desastres naturales de cierta magnitud. También hubo una gran nevada que en febrero de ese mismo año que colapsó ciudades como Madrid y Zaragoza. La clave era que el gobierno central pudiera actuar sin saltarse la transferencia de competencias a las Comunidades Autónomas, por lo que no podía tratarse de una entidad de carácter civil. Así surgió la idea de una unidad de emergencias de naturaleza militar.
El nacimiento de la Unidad Militar de Emergencia también generó voces críticas dentro de las propias filas militares (que aún existen). Los argumentos esgrimidos han ido desde que su existencia reforzaba la imagen distorsionada de las fuerzas armadas como una ONG de uniforme que han creado las misiones humanitarias en el extranjero a que era un sumidero de recursos y personal para unas fuerzas armadas que han vivido siempre con estrecheces.
Con la llegada del Partido Popular al poder de nuevo en 2011, estas críticas no condujeron a cambios ni se planteó a desandar el camino andado con la UME. Unos años después, en el décimo aniversario de la UME, se podían leer en esos mismos medios hostiles que lo había nacido como un "capricho" se consideraba ahora un "acierto". La UME se había convertido en el instrumento que le permitía al gobierno de turno captar titulares cuando ordenaba su intervención en una nevada, inundación o incendio forestal, los tres tipos más habituales de emergencia en los que ha intervenido entre 2007 y 2024 según sus estadísticas. Al final, el principal cambio sufrido por la UME llegó en 2019 cuando se le hizo depender directamente del ministro de Defensa.
Y España sacó su cañón: Benetúser se recupera gracias a una ingente movilización
Alfredo Pascual
Los recientes acontecimientos en Valencia han vuelto a poner en valor el crucial papel de las Fuerzas Armadas interviniendo ante catástrofes naturales. Pero también han mostrado que las calamidades pueden llegar a desbordar los medios humanos de la UME. Mientras que la unidad tiene unos 3.500 efectivos repartidos en varias bases y destacamentos entre la Península y Canarias, la catástrofe ha requerido la movilización, hasta el momento, de unos 7.000 militares.
Así hemos podido ver desde los boinas verdes del Mando de Operaciones Especiales con sus vehículos EINSA Netón a los jinetes del Regimiento de Caballería Lusitania n.º 8 con un vehículo Centauro de la variante de recuperación, dotado de hoja empujadora, grúa y cabestrantes. Pero hay una unidad operando en Valencia que, por su naturaleza y entrenamiento, podría tener un papel destacado en la intervención en futuras catástrofes si se reforzara con los medios adecuados.
El buque se asalto anfibio #Galicia se encuentra atracando ahora mismo en el puerto de #Valencia, con dos helicópteros #5ªescuadrilla, dos lanchas de desembarco de #GrupoNavalDePlaya y más de 100 #InfantesDeMarina listos para trabajar. Seguimos 💪#SomosLaArmada⚓🇪🇸 pic.twitter.com/PbjLsCLrr1
— Armada (@Armada_esp) November 4, 2024
Anfibia y polivalente
El 4 de noviembre atracó en el puerto de Valencia el buque de asalto anfibio L51 Galicia para realizar un desembarco administrativo de vehículos y personal de la brigada de Infantería de Marina Tercio de Armada (TEAR). Se trata de la única unidad expedicionaria y anfibia de las Fuerzas Armadas españolas. Esto significa que su adiestramiento, material y doctrina está encaminados a operar lejos de su base, desplazándose gracias a los buques de la Armada, para realizar operaciones sobre la costa iniciadas desde el mar.
En la práctica significa que estamos ante una unidad con un tiempo de preparación para salir de misión muy corto y que entrena habitualmente para embarcarse y operar fuera de casa, adaptando el tamaño y composición de la fuerza embarcada según la misión. Dio prueba de ello cuando alistó y envió rápidamente un contingente al Líbano en el verano de 2006, ante la exigencia del gobierno de Israel de que debía desplegarse una fuerza multinacional de interposición creíble al sur del país para retirar sus fuerzas de allí.
Nuestros #InfantesDeMarina no desisten en sus tareas de apoyo a nuestros conciudadanos valencianos, 24 horas al día. Marinos y #amigos de la #mar, #BuenasNoches. Seguimos💪#ValientesPorTierraYPorMar#DefendemosEspañaEnYDesdeLaMar#SomosLaArmada⚓🇪🇸 pic.twitter.com/p7A5vNdMTa
— Armada (@Armada_esp) November 3, 2024
No es difícil entender que, llegado el caso, pueda ser una de las primeras unidades en poder prepararse para intervenir ante cualquier catástrofe en el litoral español. De hecho, Valencia no es el primer despliegue de los infantes de marina. Mientras sucedía el desastre del petrolero Prestige en 2002, los infantes de marina del TEAR se preparaban para embarcar para un ejercicio. Cuando llegó la orden, se hizo un cambio sobre la marcha del material a emplear y la infantería de marina española pudo desembarcar material y personal en playas gallegas de difícil o imposible acceso por tierra. Trabajo que luego se extendió luego al litoral cántabro.
La capacidad de desembarcar material y personal en la costa no sólo sirve para llegar a lugares remotos o inaccesibles. Sirve también para no depender de la infraestructura portuaria en caso de que una catástrofe la haya afectado. En el verano de 2006, cuando los infantes de marina llegaron a la costa del Líbano se encontraron un atasco en el puerto de Tiro, el más cercano a la zona de operaciones. Franceses e italianos hacían cola para desembarcar a sus militares. La solución española al embotellamiento del puerto de Tiro fue buscar una playa adecuada y desembarcar directamente allí.
El empleo de buques de la Armada para proyectar a la infantería de marina proporciona otras ventajas adicionales. Entre los motivos por los que el despliegue militar en Valencia no se hizo con más premura está la logística, empezando por el alojamiento y alimentación de los militares que se iban a enviar. Sin embargo, los infantes de marina desplegados emplean como base el buque L51 Galicia, resolviendo alojamiento, intendencia y puesto de mando desde el momento de la partida del buque de la base de Rota.
Todoterrenos y lanchas
La brigada de infantería marina española, al contrario que las brigadas de infantería del Ejército de Tierra, no tienen un batallón de zapadores, sino que cuenta con un batallón cajón de sastre denominado Grupo de Movilidad Anfibia. Ahí encontramos dos compañías que proporcionan los medios de desembarco orgánico de la brigada y dos compañías de zapadores.
Las lanchas de desembarco del #GrupoNavalDePlaya se encuentran navegando por la costa valenciana, realizando reconocimiento de costa por si fuera necesario transportar vehículos, material y personal a cualquier punto. Seguimos💪#SomosLaArmada⚓🇪🇸 pic.twitter.com/NlYK8cveyz
— Armada (@Armada_esp) November 6, 2024
Se trata de la compañía de vehículos de combate anfibio y la compañía de embarcaciones. La primera tiene los veteranos blindados AAV7 y la segunda ha sido dotada recientemente de embarcaciones semirrígidas Zodiac. Luego tenemos las dos compañías de zapadores, una de zapadores de combate y otra de apoyo general. Los zapadores cuentan con excavadoras y una versión especializada del blindado Piranha IIIC.
Estos equipos pesados convierten al Gruma en la unidad más capacitada dentro del TEAR para intervenir en catástrofes. Sin olvidar el posible papel de los vehículos anfibios AAV7 y las embarcaciones semirrígidas en operaciones en terrenos inundados. De hecho, la Armada anunció que los lanchones LCM-1E, construidos por Navantia y que embarcó el L51 Galicia, estaban realizando reconocimientos por la costa valenciana.
Pensando en la intervención en cualquier terreno y circunstancia, los medios actuales de la brigada de infantería de marina española deberían ser complementados con verdaderos vehículos todoterreno que tengan capacidad anfibia, mientras se debate la transformación de la brigada en una fuerza de sólo ruedas. Hablamos de vehículos de cadenas como el sueco BvS10, que emplean las infanterías de marina británica, holandesa y ucraniana.
Versiones de una generación anterior se emplean en España por las tropas de montaña y la Ertzaintza. Recientemente Reino Unido, Alemania y Suecia lanzaron un pedido conjunto de 436 vehículos. La nueva generación presenta variantes especializadas como ambulancia o con plataforma de carga. Su utilidad podría ir por tanto más allá de las operaciones humanitarias.
Ayuda a UcraniaPaíses Bajos entregará 28 Bandvagn BvS10 o Bv410 a Ucrania. Ya han sido entregados otros 48 entre Uk y Países Bajos.Diseño conjunto sueco y británico, hijo mayor del Bv-206. Éxito de ventas que ya ha estado en Afganistán, Chad y Ucrania. pic.twitter.com/gdA0pnQBHR
— FONSEJ 🇪🇸🫶🇺🇦 (@FONSEJ1) August 31, 2024
La idea de adaptar una brigada de combate para misiones de ayuda en catástrofes siempre genera suspicacias y los profesionales temen que decisores políticos y población civil confundan la naturaleza y propósito último de las unidades militares. Pero en pocos casos como en la brigada de Infantería de Marina española encontraremos una unidad pensada para salir de misión rápidamente y acostumbrada a organizar contingentes de composición diversa, contando con la ventaja de operar sobre la costa con el respaldo logístico de los buques de la Armada.
Si además consideramos que la UME se nutre de personal de las tres ramas de las fuerzas armadas, no sería difícil encontrar infantes de marina con los cursos y experiencia necesarios para nutrir la sección del Estado Mayor especializada en cooperación cívico-militar, hasta ahora inexistente en el TEAR. La atención a la población en caso de catástrofe sería siempre, por tanto, una misión secundaria, pero todo apunta a que en el futuro será más necesaria que nunca.