Cómo Madrid pasó de ser la capital del boxeo a dar la espalda a los cuadriláteros
Durante décadas Madrid fue una ciudad que amó el boxeo. Multitud de lugares, del Campo del Gas al Palacio de Deportes, pasando por el estadio Santiago Bernabeu o La Cubierta de Leganés, acogieron veladas que ahora son recordadas por Carlos H. Vázquez en A un gancho de la gloria, probablemente uno de los libros mejor documentados sobre algunas de las estrellas que popularizaron estos combates.Vázquez (Madrid, 1986) es uno de los periodistas más curtidos de su generación, y lo demuestra en esta obra, que no solo rinde tributo a 16 de estas figuras, sino que también habla con otros muchos personajes que estuvieron a su lado. Son las crónicas sobre el cuadrilátero las que vuelven a estar de actualidad gracias a las MMA, con Ilia Topuria como principal protagonista, y con los gimnasios de barrio como espectadores de esta nueva fiebre; allí no es complicado ver a un buen puñado de hombres y mujeres dispuestos a aprender las claves de un buen gancho o un estilizado crochet.El gran fotógrafo del periodismo, el cine y el glamur al que conquistó MadridAbraham RiveraLa exposición de la sala del Canal de Isabel II, que finaliza este fin de semana, recorre 50 años de trayectoria de una de las figuras más importantes del periodismo fotográfico en EspañaUn trabajo de cuatro añosCon casi cuatro años de investigación y entrevistas a cerca de cuarenta personalidades del boxeo, incluidos boxeadores, periodistas, managers, promotores y aficionados, Vázquez compila uno de esos ensayos que no pierde en ningún instante ritmo. Púgiles como Dum Dum Pacheco, Poli Díaz, Pedro Carrasco y Jorge Lera se entremezclan con Jesús Quintero, Enrique Bunbury, Silvia Cruz Lapeña, Coque Malla, Ray Loriga, Alfredo Duro o Jose Luis Garci. Es un verdadero festival, en el que la memoria rescata momentos inigualables, también hay documentación, y resalta la importancia de todos estos nombres, ligados a los cuadriláteros.El corresponsal de 90 años que mejor conoce Madrid narra las aventuras de los viajes en diligenciaAbraham RiveraPeter Besas, conocido en estos últimos años por escribir una docena de libros sobre la capital, se lanza ahora a investigar cómo eran los viajes en la España del romanticismoCada capítulo de A un gancho de la gloria está dedicado a un púgil, tejiendo una narrativa que captura no solo sus logros en el ring, sino también sus luchas personales y sacrificios. Desde las veladas inolvidables que hicieron vibrar al público hasta las oscuras realidades de carreras truncadas por lesiones, mala gestión de dineros ganados rápidamente o falta de apoyo, Vázquez no se aleja de la verdad dolorosa que a menudo acompaña al brillo del éxito deportivo.El veto al boxeoVázquez recuerda cómo de pequeño, en su barrio de Alcorcón, se veían carteles de las veladas de Javier Castillejo en la Cubierta de Leganés. También como corrían de boca en boca las leyendas que se contaban de Poli Diaz. "Se decía que Poli una vez dejó atascado en un barrizal que había delante de una discoteca, cerca de donde yo vivía, un jeep, y se olvidó de él", comenta Vázquez, que para el libro contó con la voz del Potro de Vallecas. "Y luego también bajaba con mi padre a ver determinadas veladas a un bar que teníamos cerca de casa. Eran combates que reunían a mucha gente a ciertas horas de la madrugada delante de la tele".El arquitecto que hablará al mundo de los edificios olvidados de la época franquistaAbraham RiveraA través de su libro, Pablo Dacal repasa dos décadas de arquitectura madrileña, centrada en la modernidad, cuando el hormigón, las paredes de cristal y los voladizos irrumpieron en el Madrid de la dictaduraDurante la entrevista, Vázquez relata cómo el libro surgió de un deseo personal de conectar con la época dorada del boxeo español, una era que, aunque había comenzado a desvanecerse, dejó un legado duradero en la cultura deportiva del país. Y explica cómo las transmisiones de combates por televisión privada en los años noventa, después de que el boxeo fuera vetado de la televisión pública, marcaron su juventud y moldearon su percepción del deporte. “Veníamos de una época un poco oscura para el boxeo internacional, porque Luis Solana, Director de Radio Televisión Española lo había vetado”, señala. “El grupo Prisa también lo hizo y lo sigue manteniendo hasta el día de hoy”.Urtain y Alcántara"Empecé a escribir el libro por el capítulo de Urtain. Porque me pillaba más cerca, sobre todo porque también había mucha hemeroteca", cuenta de su organización. Es en esa parte donde se analizan algunas de las mejores crónicas escritas por Manuel Alcántara, que durante los sesenta y setenta fue uno de los reporteros del diario Marca. Entre el nuevo periodismo y la faceta más gacetillera, Alcántara fue capaz de resumir y de narrar muchos de los momentos más excitantes de estos boxeadores."Marca anunciaba en su previa que todavía quedaban entradas —unas quinientas baratas— para ver el combate en el Palacio de Deportes de Madrid, que acabó acogiendo a doce mil personas", relata Vázquez. "Alcántara hablaba en su crónica posterior del ambiente que imponía como nunca el recinto, con todo Madrid en el ringside y la afición en las localidades". Junto a Urtain estaban Palomo Linares y Manuel Benítez El Cordobés. Para Garci, la prosa de Alcántara era "emocionante, serena, sutil, sorprendente, llena del mejor humor, de la mejor ironía, espontánea, elegante, poco española (como la de Larra)".Los barrios de MadridCarabanchel, Usera, Parla o Vallecas son los escenarios que Vázquez describe. Los barrios que descubren los sinsabores y la gloria de los boxeadores. "Hay un capítulo, que es el de Manel Berdonce, en el que resaltó mucho más eso, al aparecer la figura de Cayetano Martínez de Irujo, ya que son muy amigos. Berdonce viene de Tetuán, de un barrio, y Cayetano Martínez de Irujo viene de la casa de Alba", explica. "Son dos mundos muy diferentes que al final acaban encontrando una conexión, incluso yo diría que una comprensión, por parte de cada uno. Hay una frase de Berdonce que lo resume muy bien, y que viene a decir que el barrio nunca sale de él, por mucho que salga del barrio, y con Cayetano pasa igual, que el palacio no sale de él".La exposición que bucea en la vida de cien artistas y por qué estos se dedicaron al arteAbraham Rivera'El origen de las formas', de Cristina Garrido, puede verse hasta el 7 de enero en el CA2M de Móstoles. La minuciosa muestra explora cómo los artistas han podido continuar con su profesiónY luego está Madrid y los diferentes recintos que han sido fundamentales para entender cómo este deporte se hizo tan popular. "La percepción de Madrid a lo largo de las décadas ha variado considerablemente en mi mente, influenciada por la evolución de la ciudad y su reflejo en la cultura popular", reflexiona Vazquez. "Durante la Transición de los años setenta a los ochenta, mi imagen de Madrid estaba marcada por una estética algo deteriorada y sucia, un reflejo de una ciudad que empezaba a abrirse al mundo tras la Dictadura. Esta visión fue en parte inspirada por cómo José Luis Garci retrataba la ciudad en El Crack. Imaginaba las calles húmedas y sombrías, donde personajes como Alfredo Landa, interpretando a Germán Areta, se movían entre rincones oscuros de bares donde el boxeo era un tema frecuente de conversación".De Franco a Fernando León de AranoaEn contraste, el Madrid de la época de la dictadura ofrecía una imagen muy diferente, una era en la que el boxeo gozaba de un estatus privilegiado bajo el régimen de Franco. "Dado que el médico personal de Franco era también el director de la Federación Española de Boxeo, se promovía una visión de los boxeadores como figuras elegantes y bien cuidadas", señala. "Durante los años sesenta y setenta, me imagino un Madrid más señorial, especialmente en barrios como Salamanca, donde muchos boxeadores residían y entrenaban cerca del Palacio de los Deportes o de la Plaza de Toros de las Ventas".El submundo de las bandas callejeras del Madrid de posguerra de la mano del boxeador Dum Dum PachecoAbraham Rivera'Todo el odio que tenía dentro', editado por La Felguera, escarba en lo que es el submundo de las pandillas que surgieron hace seis décadas en el Madrid del desarrollismoAvanzando hacia los noventa, su perspectiva cambia a un Madrid más cercano al que se muestra en películas como Barrio de Fernando León de Aranoa. "Recuerdo lugares como Vallecas o Leganés, donde los gimnasios más pequeños y los pabellones deportivos daban cabida a las comunidades locales apasionadas por el boxeo", reflexiona. "Estos recuerdos de juventud pintan un cuadro vívido de una ciudad que, aunque cambiante, siempre ha mantenido una rica tradición boxística".Una escena minoritaria pero vivaY recomienda: "Cuando se trata de asistir a eventos de boxeo en Madrid, hay varias opciones destacadas donde los aficionados pueden disfrutar de este deporte. Uno de los lugares más activos es el gimnasio del Rayo, ubicado en los bajos del estadio del Rayo Vallecano. Aquí se organizan frecuentemente veladas de boxeo que atraen a numerosos entusiastas de la capital".Las fotos que recuerdan cómo los madrileños de los años 20 imitaban la moda 'british' y de ParísAbraham RiveraLa exposición 'Los 20 del XX', que se nutre del amplio archivo con el que cuenta la Comunidad de Madrid, puede verse hasta principios de enero en el Centro de El Aguila, cerca de AtochaEs esencial para los interesados mantenerse actualizados a través de las redes sociales. Plataformas como Twitter son vitales, ya que promotores y aficionados comparten constantemente detalles sobre los próximos combates. "Cada gimnasio local es un recurso útil también; simplemente acercándose y preguntando, cualquier persona puede obtener información sobre cuándo y dónde será la próxima velada", dice. "A menudo, en estos lugares se pueden adquirir directamente las entradas".
elconfidencial.com
Cómo Madrid pasó de ser la capital del boxeo a dar la espalda a los cuadriláteros
Durante décadas Madrid fue una ciudad que amó el boxeo. Multitud de lugares, del Campo del Gas al Palacio de Deportes, pasando por el estadio Santiago Bernabeu o La Cubierta de Leganés, acogieron veladas que ahora son recordadas por Carlos H. Vázquez en A un gancho de la gloria, probablemente uno de los libros mejor documentados sobre algunas de las estrellas que popularizaron estos combates.Vázquez (Madrid, 1986) es uno de los periodistas más curtidos de su generación, y lo demuestra en esta obra, que no solo rinde tributo a 16 de estas figuras, sino que también habla con otros muchos personajes que estuvieron a su lado. Son las crónicas sobre el cuadrilátero las que vuelven a estar de actualidad gracias a las MMA, con Ilia Topuria como principal protagonista, y con los gimnasios de barrio como espectadores de esta nueva fiebre; allí no es complicado ver a un buen puñado de hombres y mujeres dispuestos a aprender las claves de un buen gancho o un estilizado crochet.El gran fotógrafo del periodismo, el cine y el glamur al que conquistó MadridAbraham RiveraLa exposición de la sala del Canal de Isabel II, que finaliza este fin de semana, recorre 50 años de trayectoria de una de las figuras más importantes del periodismo fotográfico en EspañaUn trabajo de cuatro añosCon casi cuatro años de investigación y entrevistas a cerca de cuarenta personalidades del boxeo, incluidos boxeadores, periodistas, managers, promotores y aficionados, Vázquez compila uno de esos ensayos que no pierde en ningún instante ritmo. Púgiles como Dum Dum Pacheco, Poli Díaz, Pedro Carrasco y Jorge Lera se entremezclan con Jesús Quintero, Enrique Bunbury, Silvia Cruz Lapeña, Coque Malla, Ray Loriga, Alfredo Duro o Jose Luis Garci. Es un verdadero festival, en el que la memoria rescata momentos inigualables, también hay documentación, y resalta la importancia de todos estos nombres, ligados a los cuadriláteros.El corresponsal de 90 años que mejor conoce Madrid narra las aventuras de los viajes en diligenciaAbraham RiveraPeter Besas, conocido en estos últimos años por escribir una docena de libros sobre la capital, se lanza ahora a investigar cómo eran los viajes en la España del romanticismoCada capítulo de A un gancho de la gloria está dedicado a un púgil, tejiendo una narrativa que captura no solo sus logros en el ring, sino también sus luchas personales y sacrificios. Desde las veladas inolvidables que hicieron vibrar al público hasta las oscuras realidades de carreras truncadas por lesiones, mala gestión de dineros ganados rápidamente o falta de apoyo, Vázquez no se aleja de la verdad dolorosa que a menudo acompaña al brillo del éxito deportivo.El veto al boxeoVázquez recuerda cómo de pequeño, en su barrio de Alcorcón, se veían carteles de las veladas de Javier Castillejo en la Cubierta de Leganés. También como corrían de boca en boca las leyendas que se contaban de Poli Diaz. "Se decía que Poli una vez dejó atascado en un barrizal que había delante de una discoteca, cerca de donde yo vivía, un jeep, y se olvidó de él", comenta Vázquez, que para el libro contó con la voz del Potro de Vallecas. "Y luego también bajaba con mi padre a ver determinadas veladas a un bar que teníamos cerca de casa. Eran combates que reunían a mucha gente a ciertas horas de la madrugada delante de la tele".El arquitecto que hablará al mundo de los edificios olvidados de la época franquistaAbraham RiveraA través de su libro, Pablo Dacal repasa dos décadas de arquitectura madrileña, centrada en la modernidad, cuando el hormigón, las paredes de cristal y los voladizos irrumpieron en el Madrid de la dictaduraDurante la entrevista, Vázquez relata cómo el libro surgió de un deseo personal de conectar con la época dorada del boxeo español, una era que, aunque había comenzado a desvanecerse, dejó un legado duradero en la cultura deportiva del país. Y explica cómo las transmisiones de combates por televisión privada en los años noventa, después de que el boxeo fuera vetado de la televisión pública, marcaron su juventud y moldearon su percepción del deporte. “Veníamos de una época un poco oscura para el boxeo internacional, porque Luis Solana, Director de Radio Televisión Española lo había vetado”, señala. “El grupo Prisa también lo hizo y lo sigue manteniendo hasta el día de hoy”.Urtain y Alcántara"Empecé a escribir el libro por el capítulo de Urtain. Porque me pillaba más cerca, sobre todo porque también había mucha hemeroteca", cuenta de su organización. Es en esa parte donde se analizan algunas de las mejores crónicas escritas por Manuel Alcántara, que durante los sesenta y setenta fue uno de los reporteros del diario Marca. Entre el nuevo periodismo y la faceta más gacetillera, Alcántara fue capaz de resumir y de narrar muchos de los momentos más excitantes de estos boxeadores."Marca anunciaba en su previa que todavía quedaban entradas —unas quinientas baratas— para ver el combate en el Palacio de Deportes de Madrid, que acabó acogiendo a doce mil personas", relata Vázquez. "Alcántara hablaba en su crónica posterior del ambiente que imponía como nunca el recinto, con todo Madrid en el ringside y la afición en las localidades". Junto a Urtain estaban Palomo Linares y Manuel Benítez El Cordobés. Para Garci, la prosa de Alcántara era "emocionante, serena, sutil, sorprendente, llena del mejor humor, de la mejor ironía, espontánea, elegante, poco española (como la de Larra)".Los barrios de MadridCarabanchel, Usera, Parla o Vallecas son los escenarios que Vázquez describe. Los barrios que descubren los sinsabores y la gloria de los boxeadores. "Hay un capítulo, que es el de Manel Berdonce, en el que resaltó mucho más eso, al aparecer la figura de Cayetano Martínez de Irujo, ya que son muy amigos. Berdonce viene de Tetuán, de un barrio, y Cayetano Martínez de Irujo viene de la casa de Alba", explica. "Son dos mundos muy diferentes que al final acaban encontrando una conexión, incluso yo diría que una comprensión, por parte de cada uno. Hay una frase de Berdonce que lo resume muy bien, y que viene a decir que el barrio nunca sale de él, por mucho que salga del barrio, y con Cayetano pasa igual, que el palacio no sale de él".La exposición que bucea en la vida de cien artistas y por qué estos se dedicaron al arteAbraham Rivera'El origen de las formas', de Cristina Garrido, puede verse hasta el 7 de enero en el CA2M de Móstoles. La minuciosa muestra explora cómo los artistas han podido continuar con su profesiónY luego está Madrid y los diferentes recintos que han sido fundamentales para entender cómo este deporte se hizo tan popular. "La percepción de Madrid a lo largo de las décadas ha variado considerablemente en mi mente, influenciada por la evolución de la ciudad y su reflejo en la cultura popular", reflexiona Vazquez. "Durante la Transición de los años setenta a los ochenta, mi imagen de Madrid estaba marcada por una estética algo deteriorada y sucia, un reflejo de una ciudad que empezaba a abrirse al mundo tras la Dictadura. Esta visión fue en parte inspirada por cómo José Luis Garci retrataba la ciudad en El Crack. Imaginaba las calles húmedas y sombrías, donde personajes como Alfredo Landa, interpretando a Germán Areta, se movían entre rincones oscuros de bares donde el boxeo era un tema frecuente de conversación".De Franco a Fernando León de AranoaEn contraste, el Madrid de la época de la dictadura ofrecía una imagen muy diferente, una era en la que el boxeo gozaba de un estatus privilegiado bajo el régimen de Franco. "Dado que el médico personal de Franco era también el director de la Federación Española de Boxeo, se promovía una visión de los boxeadores como figuras elegantes y bien cuidadas", señala. "Durante los años sesenta y setenta, me imagino un Madrid más señorial, especialmente en barrios como Salamanca, donde muchos boxeadores residían y entrenaban cerca del Palacio de los Deportes o de la Plaza de Toros de las Ventas".El submundo de las bandas callejeras del Madrid de posguerra de la mano del boxeador Dum Dum PachecoAbraham Rivera'Todo el odio que tenía dentro', editado por La Felguera, escarba en lo que es el submundo de las pandillas que surgieron hace seis décadas en el Madrid del desarrollismoAvanzando hacia los noventa, su perspectiva cambia a un Madrid más cercano al que se muestra en películas como Barrio de Fernando León de Aranoa. "Recuerdo lugares como Vallecas o Leganés, donde los gimnasios más pequeños y los pabellones deportivos daban cabida a las comunidades locales apasionadas por el boxeo", reflexiona. "Estos recuerdos de juventud pintan un cuadro vívido de una ciudad que, aunque cambiante, siempre ha mantenido una rica tradición boxística".Una escena minoritaria pero vivaY recomienda: "Cuando se trata de asistir a eventos de boxeo en Madrid, hay varias opciones destacadas donde los aficionados pueden disfrutar de este deporte. Uno de los lugares más activos es el gimnasio del Rayo, ubicado en los bajos del estadio del Rayo Vallecano. Aquí se organizan frecuentemente veladas de boxeo que atraen a numerosos entusiastas de la capital".Las fotos que recuerdan cómo los madrileños de los años 20 imitaban la moda 'british' y de ParísAbraham RiveraLa exposición 'Los 20 del XX', que se nutre del amplio archivo con el que cuenta la Comunidad de Madrid, puede verse hasta principios de enero en el Centro de El Aguila, cerca de AtochaEs esencial para los interesados mantenerse actualizados a través de las redes sociales. Plataformas como Twitter son vitales, ya que promotores y aficionados comparten constantemente detalles sobre los próximos combates. "Cada gimnasio local es un recurso útil también; simplemente acercándose y preguntando, cualquier persona puede obtener información sobre cuándo y dónde será la próxima velada", dice. "A menudo, en estos lugares se pueden adquirir directamente las entradas".